La clave, movilizar a la poblaci¨®n

Era fundamental abrir y cerrar todos los grifos a la vez y limpiar todo dep¨®sito o cisterna, hasta el ¨²ltimo rinc¨®n, varias veces al d¨ªa y sincr¨®nicamente. Se abrieron hasta las casas cerradas. Antoni Canet ech¨® mano de la cultura tradicional y dividi¨® su pueblo en 27 sectores, al frente de cada uno puso a un Cap de Carrer, ayudado por grupos de cinco personas. Cada uno deb¨ªa asegurarse de que todos los vecinos de su sector conocieran y cumplieran las medidas y asesorarles y ayudarles. Se escogieron, seg¨²n las actas municipales de 1983, "personas consideradas con mayor capacidad organizativa y dotes para solventar incidencias". Se cre¨® un servicio de fontaner¨ªa y otro de sanidad en alerta permanente ante cualquier eventualidad. Con toques de campana se cerraban los grifos durante tres horas manteniendo el agua hiperclorada en las tuber¨ªas; con otro toque especial se abr¨ªan todos los grifos del pueblo; de nuevo se cerraban simult¨¢neamente; limpieza, desinfecci¨®n y toma de muestras; y, as¨ª varias veces a lo largo de una treintena de horas ininterrumpidas. El tres de agosto ya se restablecieron los servicios y la normalidad.Y, as¨ª, un pueblo de 2.500 habitantes control¨®, venci¨® y desterr¨®, hace diecisiete a?os, la legionella en un tiempo r¨¦cord -?treinta horas!- y con eficacia. El plan de erradicaci¨®n fue aplaudido y adoptado por las organizaciones mundiales de salud y el mism¨ªsimo gobierno de los Estados Unidos. Los responsables fueron reconocidos y condecorados. Hoy en d¨ªa, en Llutxent no se habla ni se quiere hablar de aquella haza?a, pero los llutxentins recuerdan con orgullo unos d¨ªas tensos e intensos, aislados pero unidos y solidarios, combatiendo por la vida.