El pacto y el PNV
El acuerdo contra el terrorismo suscrito ayer en La Moncloa compromete a sus firmantes, PP y PSOE, pero se presenta abierto a la adhesi¨®n de otros partidos. Sin embargo, ni por su contenido ni por el ¨¢mbito que representa puede compararse, como algunos han hecho deliberadamente, con el Pacto de Ajuria Enea.La pretensi¨®n de parangonarlos da lugar a equ¨ªvocos. Es hasta cierto punto l¨®gico que se haya querido evitar la impresi¨®n de que se exclu¨ªa a otros partidos, pero era dif¨ªcil que los nacionalistas, e incluso IU, se adhirieran a un compromiso en cuya elaboraci¨®n no han participado. Converg¨¨ncia i Uni¨® expres¨® ayer su acuerdo con los principios del documento, pero decidi¨® no suscribirlo por sus reservas respecto al pre¨¢mbulo, en el que se insta al PNV a la ruptura formal con Lizarra en unos t¨¦rminos que colocan a ese partido "en una situaci¨®n dif¨ªcil". Se entiende la posici¨®n del nacionalismo catal¨¢n para no dejar aislado al vasco, pero la fijaci¨®n de unos principios b¨¢sicos entre los dos ¨²nicos partidos con posibilidades reales de gobernar es condici¨®n para un futuro pacto del conjunto de fuerzas parlamentarias.
Algo equivalente a lo que a finales de 1987 supuso la firma del llamado Pacto de Madrid, suscrito por todas las fuerzas parlamentarias, y que, contra lo que suele afirmarse, no fue consecuencia del Pacto de Ajuria Enea (firmado dos meses despu¨¦s), sino su antecedente. El PNV firm¨® ambos acuerdos, en los que se conten¨ªan principios no muy diferentes a los ahora reiterados respecto a que no hay un precio por el fin de la violencia. Sin embargo, en el de Ajuria Enea se inclu¨ªan las bases de un pacto interno vasco, entre nacionalistas y no nacionalistas, y un diagn¨®stico com¨²n sobre la violencia que estuvo vigente hasta Lizarra. La direcci¨®n del PNV considera que el acuerdo suscrito ayer supone una regresi¨®n respecto a los principios de Ajuria Enea, de cuyo abandono culpa al PP y al PSOE. Es una afirmaci¨®n sin fundamento: han sido Ardanza y luego Ibarretxe quienes reiteradamente se han negado a convocar la Mesa de Ajuria Enea, como ped¨ªan los partidos no nacionalistas. La ruptura de ese foro era una condici¨®n derivada del pacto entre PNV-EA y ETA, cuyo tercer punto inclu¨ªa el compromiso de los primeros de "romper los acuerdos que mantienen con los partidos que tienen como objetivo la construcci¨®n de Espa?a y la destrucci¨®n de Euskal Herria [(PP y PSOE]".
El Pacto de Lizarra no puede juzgarse sin tomar en consideraci¨®n la existencia de ese pacto con ETA. Con independencia de la deliberada ambig¨¹edad de su redacci¨®n, lo esencial es la vinculaci¨®n -en t¨¦rminos cercanos al chantaje- que hace entre el final de la violencia y la aceptaci¨®n por los no nacionalistas de un cambio del marco institucional conforme a los planteamientos nacionalistas respecto a las causas del conflicto, al ¨¢mbito vasco de decisi¨®n, etc¨¦tera. Por tanto, no es superfluo, sino necesario, que el PP y el PSOE condicionen cualquier acuerdo con el PNV a la ruptura efectiva con ese planteamiento. Seguramente se pudo haber redactado con mayor sensibilidad, pero para cualquier ulterior pacto es necesario que los partidos que representan al 80% del electorado dejen claro al PNV que no es posible estar con un pie dentro y otro fuera de un pacto cuyo contenido coactivo es evidente: a la luz, precisamente, de la reacci¨®n de ETA a su no cumplimiento ¨ªntegro por parte de los nacionalistas.
Sostiene el PNV que los firmantes no representan m¨¢s que al 37% del electorado vasco. No dice que la alianza PNV-EA, que gobierna Euskadi, suma el 36%. Es deseable y urgente recomponer la unidad de nacionalistas y no nacionalistas contra ETA, pero cada d¨ªa aparecen m¨¢s evidencias (unas veces por declaraciones de Arzalluz, otras por iniciativas a¨¦reas de Ibarretxe) que indican que ello no ser¨¢ posible sin el corte que supondr¨¢ la celebraci¨®n de elecciones y la formaci¨®n de un Gobierno sin las debilidades del actual. El PNV y HB no son lo mismo; ni siquiera es cierto que compartan los mismos fines, porque, si ganasen los amigos de ETA, los otros ser¨ªan perseguidos como ahora lo son los no nacionalistas. Por ello, cualesquiera que sean los resultados, el PNV y EA no podr¨¢n pactar con HB sin tregua: su electorado no lo tolerar¨ªa. El PNV tendr¨¢ que buscar otros aliados, y ello supondr¨¢ distanciarse de HB y romper en la pr¨¢ctica el compromiso suscrito con ETA en agosto de 1998.
Por tanto, cuanto antes se convoquen elecciones, m¨¢s pronto se desbloquear¨¢ la situaci¨®n y podr¨¢ recomponerse la unidad de los dem¨®cratas contra ETA. Ser¨¢ el momento de establecer un diagn¨®stico com¨²n en el ¨¢mbito vasco y de plasmarlo en un pacto como el de Ajuria Enea.
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