El Supremo de EE UU dio la victoria a Bush con una sentencia que marc¨® el fin del recuento manual
Un Tribunal Supremo de Estados Unidos profundamente dividido conforme a l¨ªneas ideol¨®gicas decret¨® el martes que no hab¨ªa lugar a un nuevo recuento de los votos de Florida por falta de garant¨ªas constitucionales, y con ello concedi¨®, de hecho, la presidencia al republicano George Bush. Siete de los nueve jueces coincidieron en que el sistema en vigor impide un recuento uniforme de los sufragios, pero esa holgada mayor¨ªa de 7-2 qued¨® reducida a 5-4 cuando dos de ellos estimaron que deber¨ªa intentarse establecer un criterio com¨²n para valorar todos los sufragios de Florida antes del d¨ªa 18.
La "intenci¨®n del votante"
Desde el primer momento, otros dos jueces mantuvieron la tesis favorable al recuento. "Aunque puede que nunca sepamos con completa certeza la identidad del ganador (...), est¨¢ meridianamente clara la identidad del perdedor", escribi¨® uno de estos dos disidentes, el juez John Paul Stevens: "Es la confianza de la naci¨®n en el juez como guardi¨¢n imparcial del imperio de la ley". Otro juez habl¨® de que el Tribunal Supremo se hab¨ªa autolesionado.La sentencia que daba satisfacci¨®n a Bush qued¨® recogida en un cuadernillo de 65 p¨¢ginas en el que las opiniones disidentes y puntualizaciones formaban la mayor parte del texto. "Revocamos la sentencia del Tribunal Supremo de Florida que ordenaba un nuevo recuento", decidi¨® el tribunal en una sentencia per curiam ( de toda la corte) no firmada. La sentencia de Florida establec¨ªa que el d¨ªa 12 era la fecha l¨ªmite para determinar el resultado de la votaci¨®n y la consiguiente elecci¨®n de los 25 compromisarios del Estado en el Colegio Electoral. "Esa fecha ha llegado y no hay ning¨²n sistema en vigor que, en atenci¨®n a la orden del Tribunal Supremo del Estado (de Florida, de que haya un nuevo recuento), contenga unos m¨ªnimos criterios constitucionales".
Para el Supremo de Estados Unidos, la ausencia de un sistema com¨²n de recuento en toda Florida violaba el principio de igualdad que garantiza la Constituci¨®n, al impedir que todos los votos tengan el mismo valor. Un condado pod¨ªa considerar v¨¢lido un voto que el condado vecino rechazaba. Esa opini¨®n era firme y decisivamente mantenida por el presidente del Tribunal, William Rehnquist (nombrado por Richard Nixon), Sandra Day O'Connor (Ronald Reagan), Antonin Scalia (Reagan), Anthony Kennedy (Reagan) y Clarence Thomas (George Bush), pero de ella tomaron distancia Stephen Breyer (Bill Clinton) y David Souter (Bush), quienes manten¨ªan que si hab¨ªa dudas sobre la constitucionalidad del escrutinio deber¨ªa dejarse al Supremo de Florida que definiese nuevos par¨¢metros de recuento de votos legales para tenerlos todos contados el d¨ªa 18.
Rehnquist, secundado por Scalia y Thomas, se?al¨® que la elecci¨®n de un presidente no es una elecci¨®n cualquiera y que en determinadas circunstancias el Tribunal tiene que intervenir. "?sta es una de ellas".
John Paul Stevens (Gerald Ford), con el apoyo de Ruth Bader Ginsburg (Clinton) y Breyer, discrep¨® . "?sta no es una ocasi¨®n" para intervenir, porque la ley de Florida establece que de lo que se trata es de saber cu¨¢l es la "intenci¨®n del votante" al emitir su sufragio y, por lo tanto, corresponde s¨®lo a Florida decidir c¨®mo se determina esa voluntad. Seg¨²n estos tres jueces, "la mayor¨ªa (del Tribunal) decreta la eliminaci¨®n de un n¨²mero indeterminado de votantes cuyos sufragios revelan clara intenci¨®n, y por lo tanto, son legales seg¨²n la ley del Estado, aunque por la raz¨®n que fuera fueron rechazados por la m¨¢quina de recuento". Seg¨²n los disidentes, la petici¨®n de Bush y su condonaci¨®n por el Supremo de EE UU es una "no declarada falta de confianza en la imparcialidad y capacidad de los jueces del Estado" para decidir c¨®mo seguir con el recuento.Breyer considera que el Supremo de EE UU err¨® al aceptar el caso y al ordenar, el s¨¢bado pasado, que no se siguiera con el recuento de los votos dudosos. Para el juez, "detener el recuento manual y de este modo asegurarse de que los votos legales contabilizados no ser¨¢n contados bajo ninguna circunstancia" es "un remedio que da?a los justos intereses que el Tribunal trata de proteger". Ginsburg escribi¨® que la falta de tiempo que la mayor¨ªa alega para negar el recuento "se debe en parte a la decisi¨®n del tribunal de paralizarlo" despu¨¦s de que el Supremo de Florida aprobase el recuento.
"La apariencia de divisi¨®n corre el riesgo de socavar la confianza del pueblo en el propio tribunal", escribi¨® Beyer. "Corremos el peligro de autolesionarnos, una herida que puede da?ar no s¨®lo a este tribunal, sino a la naci¨®n".
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