Pan y mantequilla
Aunque por aqu¨ª nos falte ya confianza a quintales para festejar lo que sea, aunque la raz¨®n y el ¨¢nimo y todo nos lleve a recelar de cualquier cosa que provenga de la pol¨ªtica profesional (por insuficiente o por c¨ªnica o por todo lo contrario), aunque tengamos ya las posas peladas, a pesar de todo esto, digo, creo que hay que congratularse del acuerdo alcanzado entre socialistas y populares en defensa de la libertad y contra el terror.El texto del acuerdo (con un pre¨¢mbulo desafortunado que comentar¨¦) es m¨¢s que razonable. Tal vez resulte un texto obvio (V¨¢zquez Montalb¨¢n), quiz¨¢. Pero, con todo, nunca se hab¨ªa acordado algo as¨ª (Ajuria Enea respond¨ªa a otro tiempo), y menos puesto en pr¨¢ctica. Es m¨¢s, ser¨ªa bueno que se cumpliera lo escrito. Que no se hiciera pol¨ªtica cotidiana utilizando el terror como arma arrojadiza (?se da usted cuenta de hasta qu¨¦ punto aqu¨ª las palabras -arma, utilizar el terror- tienen una sem¨¢ntica dolorosa?), que se acordara la pol¨ªtica a aplicar sobre el tema, y, especialmente, que se transmitiera a propios y a extra?os el mensaje, ya definitivamente, de que el abandono de la violencia no puede hacerse a costa de un peaje pol¨ªtico; que eso es matonismo (totalitarismo en pol¨ªtica) que una sociedad libre no puede consentir. Que se sepa de una vez que as¨ª ser¨¢ aunque caigan chuzos de punta (y no es un decir). Ser¨ªa bueno, s¨ª, ser¨ªa bueno.
Pero dicho esto, deben introducirse un par de cautelas y un comentario. El comentario tiene que ver, claro, con el pre¨¢mbulo. Se dicen cosas en ¨¦l que, estando impl¨ªcitas en el desarrollo del texto, incomodan innecesariamente al PNV ("fracaso de la estrategia PNV...", etc¨¦tera). Esto no importar¨ªa demasiado si con ello no se estuviera cerrando las puertas de entrada a uno de los llamados a concurrir con los firmantes. Por lo dem¨¢s, hay p¨¢rrafos que parecen redactados para complicar cualquier labor de acercamiento entre culturas democr¨¢ticas diferentes (que, no olvidemos, tienen unos representantes con una trayectoria). Por ejemplo, aquello del "abandono definitivo, mediante ruptura formal, del Pacto de Lizarra". Estar¨ªa bien. Pero, por la misma, podr¨ªa ped¨ªrsele una ruptura formal con el franquismo al PP, o al PSOE con los GAL, etc. Tiene, por lo dem¨¢s, un tono electoralista que el PP ha colado al PSOE. Esto ya no es bueno, no lo es.
En cuanto a las cautelas, son m¨¢s generales y tienen que ver con una cultura del contrato que apenas si existe aqu¨ª. Todo pacto es mucho m¨¢s que letra (primera cautela), pero la letra suscrita ha de cumplirse terminantemente (segunda cautela).
En este momento apenas si importa lo escrito. Importan los gestos, la conducci¨®n del acuerdo, la flexibilidad al gestionarlo (o la rigidez, si es que se aspira a que todo vaya a peor). Eso es sustantivo para que el compromiso, con ¨¦sta u otra f¨®rmula, se ampl¨ªe hasta hacerse sentido com¨²n. Para que el acuerdo por la libertad adquiera un perfil y adquiera cr¨¦dito. Ah¨ª est¨¢ la clave (as¨ª ha sido hist¨®ricamente). Y esto nada, o apenas nada, tiene que ver con la letra; tiene que ver con un estilo (?estilo Zapatero?). Pero todo acuerdo es tambi¨¦n letra, y la letra acordada es letra sagrada (perd¨®n): ha de cumplirse hasta en sus comas. S¨®lo as¨ª se dignifica y adquiere cr¨¦dito para amigos y enemigos (ambos importan sobremanera). Que sepan todos que, haga fr¨ªo o calor, eso rige; va a misa. ?sa es la cultura fuerte del acuerdo. La ¨²nica que ha funcionado, de Alemania a Gran Breta?a.
Mientras tanto, echamos de menos los asuntos de pan y mantequilla (lo que para los brit¨¢nicos son cuestiones del d¨ªa a d¨ªa: educaci¨®n, econom¨ªa, infraestructuras, derechos civiles... -ver el Irish News del 29 de mayo de este a?o; el IRA hab¨ªa puesto "fuera de uso" sus armas-). Ahora toca la gesti¨®n tranquila del pacto para que podamos aspirar, de una vez, al pan y a la mantequilla.
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