Y en la sien, el hielo
Lo propio de todo es acabarse, a menos que sea empezar. Aunque no es el caso, porque est¨¢n a punto de concluir mes, a?o, siglo y milenio. Podr¨ªa parecer que termina mucho pero todav¨ªa queda tiempo para una ¨²ltima conmemoraci¨®n. Resulta que se cumple el vig¨¦simo aniversario de la muerte de todos los que murieron hace veinte a?os, cosa que a primera vista no deber¨ªa desconcertarnos excesivamente. No deber¨ªa, s¨®lo que tambi¨¦n muri¨® John Lennon y les eclips¨® a todos. Tanto por el dolor que comporta el hecho de que muriera asesinado -toda vida arrebatada violentamente parece siempre m¨¢s vida- como porque escribi¨® muy bellas canciones y cant¨® y form¨® parte de un grupo en el que dijo no creer pero que nos trajo al siglo XX cuando sotanas, birretes y uniformes nos estaban aguando los sesos y rompiendo el alma.Parece obligado, pues, resumir veinte a?os en el Lennon de nuestros poco menos de veinte a?os, pero me gustar¨ªa hablarles, sin embargo, de una mujer que muri¨® tapada por ¨¦l y cuya vida fue menos rosa. Naci¨® en Rusia, se muri¨® en la URSS y atraves¨® todas las convulsiones que sacudieron a la otrora gran potencia sin llegar apenas a disfrutar un minuto de libertad en sus 80 a?os de vida. Se llamaba Nadia, que quiere decir Esperanza, y escribi¨® un libro al que le puso un t¨ªtulo que reun¨ªa todo lo que le lanzaron encima, am¨¦n de resumir la zozobra que le hac¨ªa temer a cada minuto el minuto siguiente: Contra toda esperanza. Se trata de un libro de memorias en que la memoria juega un papel destacad¨ªsimo, pues Nadia, por apellidarse Mandelstam, tuvo que mantener en su cabeza todos los poemas de su esposo a fin de ir copi¨¢ndolos al acaso en hojas volanderas para que la polic¨ªa pol¨ªtica no los interceptase y destruyese.
Consigui¨® acordarse de todos, dice, hasta cumplir los 56 a?os y para no olvidar ning¨²n verso se somet¨ªa a la tortura de ir repitiendo cada d¨ªa diferentes estrofas, pues tortura hubo en ese entregarse cada d¨ªa al dolor de rememorar lo que escribi¨® el ser amado, ya que el ser amado muri¨® como una rata tras los alambres del campo de concentraci¨®n. La vida de Nadia y de Osip Mandelstam fue un horror desde el principio. Apenas ten¨ªan veinte a?os, poco m¨¢s de veinte a?os, cuando les negaron la vida. A partir de 1923 los feroces practicantes de la ortodoxia bolchevique comenzaron a poner trabas a la publicaci¨®n de los poemas de ¨¦l y, por extensi¨®n -el castigo, como si fuera parad¨®jicamente b¨ªblico, se hac¨ªa extensivo a los pr¨®ximos- a ella, que tuvo que meter en un caj¨®n la tesis doctoral que realizaba y esperar a los a?os 50 para concluirla y presentarla.
Nadia tuvo que hacerse fuerte, y hacerse fuerte por los dos, despu¨¦s de que los interrogatorios de la polic¨ªa pol¨ªtica le hicieran perder la raz¨®n a Osip en 1934. Nadia tuvo que asumir aquel despojo humano y acompa?arlo al destierro -desterrada tambi¨¦n ella, por extensi¨®n- para pasar hambre, fr¨ªo y privaciones que tal vez hubieran quedado minimizadas si hubieran podido ser combatidas por un poco de calor humano. Pero alrededor de los deportados s¨®lo crec¨ªa el vac¨ªo y la sospecha. Tuvieron incluso que tolerar que los feroces perros guardianes, que hubieran deseado meterse en los cerebros de ambos, se les instalaran en los cuchitriles que recorrieron s¨®lo para ver si de uno u otro sal¨ªa alg¨²n verso a fin de aplastarlo justo en la boca para que no pudiera depararles ning¨²n consuelo.
Y salieron, Osip recobr¨® la lucidez -una lucidez corro¨ªda constantemente por el miedo- y escribi¨® sus poemas m¨¢s hermosos. Nadia, muchos a?os despu¨¦s sac¨® de su memoria todo aquel dolor y lo puso en un libro, mostr¨¢ndose pudorosa al punto de no identificar m¨¢s que con iniciales a muchos de quienes les hicieron mal. Las hermosas p¨¢ginas de Nadia nos ense?an que contra toda esperanza tambi¨¦n hay esperanza y que se puede ser feliz sin poseer nada, ni siquiera la libertad, a condici¨®n de mantenerse libre por dentro. Negarse a hincar la rodilla libera, como tambi¨¦n libera ese instante de belleza -de dura belleza insobornable- atrapado en un verso. Dicho sea en homenaje a Nadia y contra los perros guardianes de las patrias.
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