?Colisi¨®n de trenes?
La situaci¨®n en Euskadi es tan dram¨¢tica que el propio lehendakari tiende a representarla como el choque entre dos trenes, el tren del nacionalismo y el tren del constitucionalismo. Pero tambi¨¦n fue m¨¢s lejos con la apreciaci¨®n ¨¦tnica del choque, o el desencaje, entre la "sociedad vasca" y la "sociedad espa?ola", lo que nos ofrece una idea de su concepci¨®n tan dicot¨®mica de la sociedad. El choque de trenes, tan cinematogr¨¢fico ¨¦l, va acompa?ado de una visi¨®n del nosotros y del ellos, con un corte radical (como si supiese ¨¦l cuando uno va de espa?ol y cuando de vasco), de las peores pel¨ªculas de propaganda de la II Guerra Mundial.Probablemente Ibarretxe dramatiza la situaci¨®n con esa imagen, en el deseo de que el constitucionalismo, o la "sociedad espa?ola", ceda y entre en v¨ªa muerta, para que el tren de Lizarra, cuyos objetivos le siguen pareciendo v¨¢lidos a su partido, pueda pasar sin un s¨®lo cad¨¢ver por el accidente. Ya coment¨® con sentido del humor Juan Luis Cebri¨¢n, en el mismo foro madrile?o en que intervino Ibarretxe, que lo que tendr¨ªa que hacer el lehendakari era bajarse de uno de los trenes. Los viejos del lugar, que se entretienen viendo pasar los convoyes, podr¨ªan a?adir que, aunque el tren del constitucionalismo dejara la v¨ªa libre al de Lizarra, ¨¦ste acabar¨ªa descarrilando por exceso de velocidad unido al desconocimiento de su destino.
La angustiosa descripci¨®n del lehendakari se produce, adem¨¢s, porque ¨¦l est¨¢ en los dos trenes. Va de fogonero del discurso pol¨ªtico en el tren de Lizarra, y de pasajero, en el vag¨®n de la condena del terrorismo, enganchado en el tren del constitucionalismo. Se le acaba el tiempo, el encontronazo es inminente, y le es m¨¢s terrible porque viaja en los dos, aunque, a la hora de preferir, preferir¨ªa que el choque no se diera porque el tren constitucionalista se aparte y el discurso pol¨ªtico de Lizarra siga su marcha. Que ¨¦ste descarrile por exceso de velocidad y que no se sepa su destino, ni se lo plantea. Pero no se atreve a manifestar su presencia en los dos trenes porque llevar¨ªa la contradici¨®n al seno de su propio partido.
Entremos en el centro de control ferroviario. Un sistema democr¨¢tico, y el espa?ol lo es, no podr¨ªa rechazar un mayoritario deseo de la ciudadan¨ªa vasca en favor de la autodeterminaci¨®n, si ¨¦ste se ejerciera en unas condiciones democr¨¢ticas. Como en Quebec, donde, si bien la Constituci¨®n canadiense no reconoce el derecho de autodeterminaci¨®n, la reiterada mayor¨ªa electoral que apoya a las formaciones secesionistas acaba por propiciar el ejercicio del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Pero claro, en las elecciones el nacionalismo quebequ¨¦s hace de esta cuesti¨®n la bandera de su programa electoral, y eso es precisamente lo que no quiere hacer el PNV; no lo hizo ni en el debate constituyente, donde vot¨® en contra de la autodeterminaci¨®n. Una declaraci¨®n de este tipo ante la ciudadan¨ªa le acarrear¨ªa el riesgo de la escisi¨®n, el choque dentro del partido, por eso los alquimistas del soberanismo prefieren plantearlo como una concesi¨®n de los constitucionalistas para la resoluci¨®n del "conflicto". Soluci¨®n nada democr¨¢tica, que tiene mucho de cesi¨®n, y bastante m¨¢s de rendici¨®n alentada por el terror, para los sectores no nacionalistas.
Hay que agradecer a Arzalluz su actual sinceridad en sus planteamientos nacionalistas, las menciones al Rh negativo, a la inmigraci¨®n, y su declaraci¨®n de independentista. Todo eso debiera asumirlo corporativamente su partido para presentarlo a los electores como el tema fundamental en la pr¨®xima campa?a electoral. As¨ª empezar¨ªa a encauzarse democr¨¢ticamente el "conflicto". Pero, para qu¨¦ hacerlo, para qu¨¦ asumir riesgos internos si, por la v¨ªa de la rendici¨®n ante ETA, el nacionalismo, hist¨®ricamente poco sensible a procedimientos democr¨¢ticos, lo puede conseguir. (La burgues¨ªa alicorta y timorata que delega en el militarismo la pol¨ªtica).
Si el l¨ªder del PNV est¨¢ convencido que ETA parar¨ªa ante la concesi¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n, quiz¨¢s lo hiciera tambi¨¦n ante una campa?a en la que el PNV lo reclamase. Pero eso no lo va a hacer porque empezar¨ªa a encauzarse pac¨ªficamente el conflicto, y en paz dificilmente tendr¨ªa credibilidad la existencia de un viaje en tren sin frenos y sin destino.
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