Los islamistas marroqu¨ªes abren nuevos frentes de lucha contra el Gobierno
Despu¨¦s de las playas, en verano, y de las universidades, en oto?o, el principal movimiento islamista de Marruecos, Justicia y Espiritualidad, ha abierto un nuevo frente contra el Gobierno de Rabat: el de la prensa. La formaci¨®n que dirige el anciano jeque Yas¨ªn se ha echado a la calle para reivindicar la difusi¨®n de sus publicaciones, Al Adl y Rissalat al Futuwa, que no han sido formalmente prohibidas, pero que no pueden imprimirse ni ser distribuidas.
"?Al¨¢ es el m¨¢s grande!"
Mohamed Tozy, el catedr¨¢tico marroqu¨ª especializado en el mundo islamista, resalta que los fieles de Yas¨ªn "tienen ahora competidores en ¨¢mbitos a los que se dedicaban con car¨¢cter prioritario, como la caridad y los discursos morales".Directamente o a trav¨¦s de fundaciones, el rey Mohamed VI multiplica su actividad social y ahora, en ¨¦poca de Ramad¨¢n (mes de ayuno isl¨¢mico), religiosa. Un d¨ªa preside la oraci¨®n del viernes en la mezquita de Sal¨¦, otro en la de Tetu¨¢n. Suele elegir templos en barriadas populares, donde los islamistas gozan de predicamento.
"El rey, aparentemente, compite con nosotros en el terreno social", se?ala Fathal¨¢ Arsalan, portavoz de Justicia y Espiritualidad, pero, en realidad, "reparte la sopa boba". "No act¨²a a fondo para curar, sino que pone vendas" para paliar el sufrimiento social. "Y las vendas se acaban cayendo". "La situaci¨®n econ¨®mica y social sigue empeorando".
La competencia real y los mayores aires de libertad que han soplado sobre Marruecos han incitado a Justicia y Espiritualidad a salir de su madriguera en las afueras de las grandes ciudades, donde auxilian a los pobres, para ir introduci¨¦ndose en otros espacios.
Primero, en verano, hizo una demostraci¨®n de fuerza en las playas que frecuenta la clase media. Cientos de sus militantes irrump¨ªan sobre la arena, invitaban a los ba?istas a rezar y, les secundasen o no, se pon¨ªan ellos mismos a orar. "A muchos veraneantes nos pareci¨® una inadmisible perturbaci¨®n de nuestro ocio", afirma, resumiendo un sentimiento generalizado, Ahmed Jatibi, un funcionario.
La siguiente batalla la est¨¢n librando los seguidores del jeque Yas¨ªn en las principales universidades del pa¨ªs. Han logrado controlar a la Uni¨®n Nacional de Estudiantes Marroqu¨ªes y, a trav¨¦s de este sindicato, intentan impregnar con su doctrina la docencia, las actividades culturales etc¨¦tera
De Tetu¨¢n a Beni Mellal, el oto?o ha sido caliente en las universidades del reino. Mohamedia, a unos 20 kil¨®metros al norte de Casablanca, ha sido la m¨¢s conflictiva de todas. Catorce estudiantes de este centro, condenados en noviembre a dos a?os de c¨¢rcel por "agresi¨®n" contra funcionarios y "destrucci¨®n de material p¨²blico", iniciaron a principios de mes una huelga de hambre, seg¨²n sus familiares.
A diferencia de los tres semanarios liberales (Le Journal, Assahifa y Demain), cerrados por una orden del primer ministro, Abderram¨¢n Yussufi, las publicaciones islamistas no han sido nunca prohibidas. Las autoridades han optado por disuadir a imprentas privadas y distribuidores de que firmen contratos con ellas. "Es un cierre solapado", denuncia Arsalan.
Justicia y Espiritualidad opt¨® por desafiar esta prohibici¨®n t¨¢cita. Imprimi¨® una revista artesanal con sus propios medios e intent¨® repartirla a la salida de las mezquitas el 8 de diciembre. Hubo 71 detenidos.
Dos d¨ªas despu¨¦s reincidi¨® a gran escala. Al grito de "?Al¨¢ es el m¨¢s grande!", miles de islamistas se echaron a las calles de ocho ciudades para reinvindicar la libertad de expresi¨®n. Los polic¨ªas antidisturbios se ensa?aron con los manifestantes. Hubo 1.164 detenidos, seg¨²n la organizaci¨®n, 134 de los cuales ser¨¢n juzgados en enero por des¨®rdenes p¨²blicos."La represi¨®n demuestra que la apertura era s¨®lo el maquillaje del r¨¦gimen", sostiene Arsalan. "Hay que pararles los pies, pero sin convertirles en v¨ªctimas", asegura una fuente cercana al palacio Real, que vaticina que los jueces ser¨¢n benevolentes con los islamistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.