Pugna en torno a Pinochet
Raqu¨ªtica victoria para los defensores del general Pinochet. Han conseguido que la Corte Suprema de Chile ratifique la anulaci¨®n, por defecto de forma, del procesamiento del ex dictador. Pero, al mismo tiempo, dicho tribunal ha emplazado al juez Juan Guzm¨¢n a tomarle declaraci¨®n indagatoria en un plazo m¨¢ximo de 20 d¨ªas. Esto supone un duro golpe para la defensa, pues tan pronto como el juez cumpla ese requisito quedar¨¢ subsanado el supuesto defecto formal que motiv¨® tal anulaci¨®n, que no fue otro que ¨¦ste: el no haberse considerado como declaraci¨®n v¨¢lida la remitida en su d¨ªa por exhorto a Londres por el juez Guzm¨¢n, con las 72 preguntas que fueron devueltas sin contestar por Pinochet. Presumiblemente, ahora s¨ª se ver¨¢ obligado a responder, y en todo caso, tanto si contesta como si no, ya no cabr¨¢ alegar nuevamente que el juez omiti¨® dicho tr¨¢mite de declaraci¨®n.A partir de aqu¨ª, la carrera hacia el juicio o la impunidad de Pinochet presenta dos diferentes v¨ªas. Para la defensa: pruebas m¨¦dicas inmediatas, a ser posible seguidas de hospitalizaci¨®n del general. M¨¢xima presi¨®n militar, a trav¨¦s del Cosena y dem¨¢s instancias, incluida la poderosa presi¨®n medi¨¢tica de la ultraderecha pinochetista, todo ello dirigido a lograr la certificaci¨®n de que el imputado no se halla en condiciones ps¨ªquicas de ser juzgado, y ni siquiera de prestar declaraci¨®n. No hay declaraci¨®n, no hay procesamiento. Tranquilidad e impunidad definitiva para el ex dictador.
Para los querellantes, en su mayor¨ªa familiares de las v¨ªctimas, su desideratum es bien distinto: declaraci¨®n indagatoria inmediata tomada por el juez Guzm¨¢n, sin agotar los 20 d¨ªas de plazo y sin necesidad de esperar a los reconocimientos m¨¦dicos. Tras la declaraci¨®n del imputado, procesamiento inmediato. Recursos ante la Corte de Apelaciones y ante la Corte Suprema, que sin duda presentar¨¢ la defensa. Presumible victoria de la acusaci¨®n en ambas instancias, pues la anulaci¨®n del procesamiento s¨®lo se centr¨® en la forma, y, en cambio, en cuanto al fondo, ambos tribunales valoraron como muy graves los delitos imputados a Pinochet cuando le privaron de su inmunidad. Finalmente, juicio y condena del general. Recursos que correspondan, hasta lograr sentencia firme.
?Cu¨¢l de estas dos v¨ªas prevalecer¨¢ al fin? Para empezar, Guzm¨¢n ha actuado con celeridad, fijando dos fechas muy inmediatas para el interrogatorio: los pr¨®ximos d¨ªas 27 y 28 de diciembre. Y para los ex¨¢menes m¨¦dicos, en cambio, se toma el plazo de un mes, fij¨¢ndolos para el 22 de enero. Adverso calendario para la defensa, que har¨¢ lo imposible para conseguir forzar alg¨²n examen m¨¦dico previo al interrogatorio, incluso invocando, si pudiera, alg¨²n motivo que justificara una urgente hospitalizaci¨®n, previa al temido interrogatorio del juez.
Pero Pinochet sigue contando con un factor mucho m¨¢s potente que todos los recursos que sus abogados puedan presentar. ?l cuenta con otro recurso de potencia y magnitud incomparablemente superior: el recurso a la fuerza de la presi¨®n estamental. Presi¨®n acentuada en estas ¨²ltimas semanas por la instituci¨®n m¨¢s poderosa de Chile: el Ej¨¦rcito. O, m¨¢s exactamente, el que todav¨ªa podemos seguir llaman-do, con harta justificaci¨®n, el Ej¨¦rcito de Pinochet. En este sentido, resulta obligado reconocer que la fuerte y persistente presi¨®n militar est¨¢ consiguiendo no pocos frutos. Uno de ellos ha sido la decisi¨®n de la Corte de Apelaciones de que los ex¨¢menes m¨¦dicos, psiqui¨¢tricos y neurol¨®gicos le sean efectuados al general en el hospital Militar de Santiago, como exig¨ªan los militares y ped¨ªa la defensa, y no en el hospital de la Universidad de Chile, como ped¨ªa la parte querellante. Factor sumamente favorable a Pinochet -terreno propio, m¨¦dicos propios- que se ve muy escasamente compensado por la presencia -decidida por el mismo tribunal-, de observadores m¨¦dicos designados por la defensa y por la acusaci¨®n.
Otro fruto, de mayor cuant¨ªa, logrado por la presi¨®n militar, es la pr¨®xima reuni¨®n del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena). Desde que el presidente Ricardo Lagos asumi¨® el poder hab¨ªamos podido apreciar en su desempe?o una posici¨®n de serenidad y firmeza frente al poder f¨¢ctico por excelencia, que, todav¨ªa, entorpece la plena implantaci¨®n de la democracia en aquel pa¨ªs. Pero su anuncio de que convocar¨¢ pr¨®ximamente una reuni¨®n del Consejo de Seguridad Nacional -reclamada por los militares para tratar del caso Pinochet-, reuni¨®n a la que el mismo Lagos se hab¨ªa negado en¨¦rgicamente escasos d¨ªas atr¨¢s, implica una importante y muy peligrosa concesi¨®n a la presi¨®n militar. He ah¨ª, en efecto, el factor que sigue presente y peligrosamente fuerte: la incesante presi¨®n del estamento militar. Los militares quer¨ªan traer al general Pinochet a Chile no para juzgarlo, sino para ponerlo a salvo de todo mal y para elevarlo a los altares de la patria y de la instituci¨®n. De ah¨ª el enorme contratiempo que sufrieron, el pasado agosto, con la privaci¨®n de la inmunidad parlamentaria de su l¨ªder -por la Corte de Apelaciones-, que recibieron como un duro golpe institucional. Posteriormente encajaron la ratificaci¨®n inapelable de dicha decisi¨®n -por la Corte Suprema- como otro puntapi¨¦ en la parte m¨¢s sensible de su anatom¨ªa estamental. Por ¨²ltimo, recibieron el pasado 1 de diciembre la orden de procesamiento y arresto de su general como una ofensa absolutamente inencajable, m¨¢s all¨¢ de los ¨²ltimos l¨ªmites de su capacidad. La imagen del anciano l¨ªder carism¨¢tico sometido a la toma de huellas dactilares, y a la fotograf¨ªa de su rostro de frente y de perfil, como corresponde a todo presunto delincuente procesado y arrestado, superaba todo lo imaginable y hund¨ªa -para ellos- a la instituci¨®n en la suprema indignidad. Hab¨ªa que reaccionar. En otras palabras: hab¨ªa que exigir la convocatoria de su m¨¢s potente instrumento de presi¨®n: el Cosena.
?En qu¨¦ consiste esa instituci¨®n de nombre trigonom¨¦trico en versi¨®n feminoide? El llamado Consejo de Seguridad Nacional constituye el m¨¢s refinado invento pinochetista, incluido por el general en su Constituci¨®n de 1980. Su propia composici¨®n lo explica: por parte militar, los comandantes de los Ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire, junto con el de Carabineros. Por parte civil, los presidentes de la Rep¨²blica, del Senado, de la Corte Suprema de Justicia y de la Contralor¨ªa General. Cuatro autoridades militares y cuatro civiles, con el mismo derecho de voto para todos. El voto del presidente vale tanto como el del jefe de Carabineros. En otras palabras: el instrumento perfecto para vigilar militarmente a una democracia. Una instituci¨®n concebida espec¨ªficamente para que la c¨²pula militar pueda ejercer las m¨¢s irresistibles presiones sobre el poder civil.
"No hay raz¨®n alguna para convocar al Cosena", repet¨ªa Jos¨¦ Miguel Insulza, presidente en funciones durante los d¨ªas de ausencia de Lagos, invitado a la toma de posesi¨®n de su colega mexicano. Lamentablemente, sin embargo, el presidente reci¨¦n regresado no fue capaz esta vez de eludir la presi¨®n castrense. "Como he dicho reiteradas veces", manifest¨® Lagos, "el Cosena es una instituci¨®n que a m¨ª no me parece adecuada. Sin embargo, es una instituci¨®n vigente, y como tal la debo respetar mientras exista". Posici¨®n harto diferente a la expresada por ¨¦l mismo pocos d¨ªas antes.
Ante este nuevo giro, los militares contemplan la situaci¨®n con cierto optimismo. "Se est¨¢n haciendo gestiones al m¨¢s alto nivel para revertir esta situaci¨®n", dijo, animoso, el general Hern¨¢n Reyes, jefe del primer Cuerpo de Ej¨¦rcito, refiri¨¦ndose al procesamiento de Pinochet, que, de momento, ya han logrado revertir. "El poder judicial es un poder importante", reconoci¨®, "pero a veces los jueces pueden equivocarse, porque no son divinos". Incontestable argumento, que nadie podr¨¢ contradecir. Sin duda, el general pretend¨ªa marcar las distancias entre el poder judicial y el poder militar chileno, el cual, siendo otro poder importante, a diferencia del anterior, no puede equivocarse nunca, pues ¨¦ste s¨ª que tiene car¨¢cter divino. Car¨¢cter infalible que demostr¨® cumplidamente al no cometer ning¨²n error -ni exceso ni defecto alguno- en sus miles de cr¨ªmenes y torturas perpetrados entre 1973 y 1990.
Esperemos, pese a todo, que la justicia chilena, requisitos formales aparte, penetre de una vez en el fondo de la cuesti¨®n para conocer, valorar y juzgar la participaci¨®n de Pinochet en los 56 asesinatos y 19 desapariciones de la siniestra caravana de la muerte, que actu¨® bajo su directo mandato y delegaci¨®n. Y, puestos a esperar, esperemos que el presidente sea capaz de resistir la indescriptible presi¨®n a que se ver¨¢ sometido en la ya anunciada e indeseable reuni¨®n del Cosena, aut¨¦ntica encerrona institucional. Esperemos que su habilidad le permita salir de tan dif¨ªcil trance con la suficiente autoridad como para, una vez finalizada la reuni¨®n, poder reasumir con la necesaria firmeza la autoridad que leg¨ªtimamente le asiste como comandante constitucional de las Fuerzas Armadas y como m¨¢ximo responsable de la democracia en su pa¨ªs. Y esperemos, finalmente, que el pueblo chileno consiga, m¨¢s temprano que tarde, la desaparici¨®n del Cosena y de otros engendros institucionales a trav¨¦s de una nueva Constituci¨®n. Entereza civil frente a la presi¨®n militar. Eso es lo que, por encima de todo, necesita Chile si aspira a lograr alguna vez una democracia libre del peso de unas Fuerzas Armadas que, de hecho, vienen ejerciendo sobre la sociedad civil un grado de poder y de autonom¨ªa estamental incompatible con la consolidaci¨®n de una democracia real.
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