El alcalde m¨¢s querido
Los restos de Ferm¨ªn Salvochea, presidente del Cant¨®n de C¨¢diz, se enterrar¨¢n junto a su casa
Todo lo que rodea a la vida y muerte de Ferm¨ªn Salvochea (C¨¢diz, 1842-1907) est¨¢ revestido del ropaje del mito y, a¨²n hoy, es de actualidad. El alcalde de C¨¢diz, que presidi¨® el Cant¨®n que ¨¦l mismo declar¨® el 19 de julio de 1873, permanecer¨¢ en la ciudad una vez que se cierre el cementerio, dentro de cuatro a?os, en vez de ser trasladado con el resto de los fallecidos al cementerio de Chiclana.Una propuesta del Colegio de Farmace¨²ticos ha servido para canalizar la aspiraci¨®n ciudadana. "No va a haber ning¨²n problema, una vez que el pleno la apruebe, se enterrar¨¢ junto a la casa donde naci¨®", dice Francisco Vivas, responsable municipal del cementerio. La tumba del alcalde anarquista es la m¨¢s visitada del cementerio. En el cari?o ciudadano se mezcla la devoci¨®n libertaria de muchos y las atribuciones milagreras de otros.
En un peque?o jard¨ªn situado delante de la placa de m¨¢rmol que colocaron las sociedades obreras y los c¨ªrculos republicanos junto a su casa natal, reposar¨¢ definitivamente "el joven que no ser¨¢ olvidado f¨¢cilmente", seg¨²n dijo el anarquista franc¨¦s del siglo XIX Jean Jacques Elis¨¦e Reclus. En efecto, Salvochea no ha sido olvidado. Fue el hombre de familia acomodada que predic¨® con el ejemplo, el que comparti¨® sus escasos bienes con los m¨¢s pobres, el alcalde que subast¨® la custodia del Corpus por 70.000 ducados para comprar 4.000 fusiles remington con los que defender el Cant¨®n de C¨¢diz, cuando Cartagena y Sevilla ya se hab¨ªan acantonado.
Su huella permanece en la ciudad. Quiz¨¢s la m¨¢s visible sea la Plaza de Candelaria, fruto de la demolici¨®n del convento de las monjas agustinas, declarado, t¨¦cnicamente, en ruinas por la corporaci¨®n. "No se hubiesen empleado con igual intensidad en defender a las clases menesterosas", respondi¨® Salvochea a un grupo de mujeres que acudi¨® al Ayuntamiento para pedirle que no derribara el edificio.
"Lo que queremos es que este gaditano ilustre, con independencia de las ideas religiosas y pol¨ªticas de cada uno, permanezca en la ciudad", explica Jos¨¦ Ram¨®n Zamora, secretario del colegio de Farmac¨¦uticos y persona muy vinculada a las cofrad¨ªas gaditanas. Salvochea, que prohibi¨® la ense?anza religiosa en las escuelas municipales y la sustituy¨® por los principios fundamentales de la moral universal, fue, precisamente, quien seculariz¨® el cementerio.
Adem¨¢s de su testamento humano, pol¨ªtico, cultural y period¨ªstico -edit¨® El Socialismo para promover "la agitaci¨®n revolucionaria"- Salvochea testament¨® otras dos veces. Primero pidi¨® que su cuerpo fuera entregado a la ciencia; despu¨¦s, solicit¨® ser enterrado "bajo tierra, sin caja y sin nombre", como los parias, seg¨²n dej¨® escrito Fernando de Puelles.
Ahora, a este hijo del XIX, el siglo XXI le reserva otro boato. Hay quien duda que Salvochea lo hubiera aceptado. "No se trata de incurrir en contradicciones de ning¨²n tipo, sino de cumplir con un anhelo de muchos gaditanos", explica Vivas. En los 24 d¨ªas que dur¨® el Cant¨®n -Pav¨ªa lo fulmin¨® 24 d¨ªas despu¨¦s de su constituci¨®n- Salvochea adquiri¨® una popularidad que incrementar¨ªa, despu¨¦s, con sus acciones.
Ahora ser¨¢ enterrado de nuevo en el centro de la ciudad junto a la calle que lleva su nombre, en consonancia con la defensa de su abogado durante el juicio al que fue sometido por sus proclamas revolucionarias. "C¨¢diz siente veneraci¨®n por quien es m¨¢rtir, por quien es digno de ella, quien es m¨¢rtir de su fe, aunque sea una fe ut¨®pica e irrealizable".
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