Contra el terrorismo, di¨¢logo
El terrorismo tiene un doble efecto negativo: el primero, las vidas que destruye, el sufrimiento, la reacci¨®n social de rabia o de miedo; el segundo, el deterioro de la vida pol¨ªtica hasta extremos incomprensibles para la ciudadan¨ªa.Los centenares de miles de personas que se han manifestado por la paz y contra ETA en Catalunya se deben preguntar c¨®mo es posible que en cuestiones tan b¨¢sicas, tan de principios, como el asesinato y la violencia, las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas no seamos capaces de encontrar un denominador com¨²n, unos m¨ªnimos a partir de los cuales hacer frente a la ola terrorista que estamos padeciendo. C¨®mo es posible que en momentos m¨¢s dram¨¢ticos incluso, durante la transici¨®n o los a?os ochenta, el consenso fuese la norma b¨¢sica de actuaci¨®n y ahora esto sea imposible.
Los partidos, los que tienen responsabilidades de gobierno en primer lugar, pero todos en general, tenemos el deber de ofrecer una perspectiva de futuro esperanzadora.
La paradoja del llamado pacto "por las libertades y contra el terrorismo", firmado por el PP y el PSOE, es que, por la exclusi¨®n del resto de fuerzas pol¨ªticas, tira por los suelos dos de sus objetivos declarados: sacar el terrorismo de la confrontaci¨®n pol¨ªtica y movilizar a la ciudadan¨ªa. Este acuerdo no s¨®lo no aporta nada nuevo, sino que cristaliza la divisi¨®n entre las fuerzas democr¨¢ticas, crea crispaci¨®n. Y confunde a la ciudadan¨ªa, especialmente a la del Pa¨ªs Vasco.
El problema es que, a pesar de la ret¨®rica que unos y otros utilizan, el objetivo fundamental y real, en estos momentos, no es exclusivamente aislar el terrorismo. Las estrategias de las diferentes fuerzas pol¨ªticas est¨¢n demasiado condicionadas por la debilidad del Gobierno Ibarretxe y la perspectiva de unas elecciones auton¨®micas. El PP ha ligado irresponsablemente la lucha antiterrorista a la derrota pol¨ªtica del nacionalismo democr¨¢tico, hasta el extremo de criminalizar los proyectos que leg¨ªtimamente quieren superar el marco constitucional y estatutario. El PSOE ha conseguido con el pacto que el PP no monopolice la lucha antiterrorista y, por otra parte, evitar que el terrorismo le tape la oposici¨®n al Gobierno en otros temas; a cambio, ha aceptado la l¨®gica del PP de confrontaci¨®n contra el nacionalismo democr¨¢tico. El PNV se encuentra sin pol¨ªtica, Ibarretxe reconoce que Lizarra est¨¢ muerto, pero se niega a convocar las elecciones y no ofrece ninguna alternativa al callej¨®n sin salida en el que se encuentra Euskadi. Las ¨²ltimas declaraciones, irresponsables y xen¨®fobas, de Arzalluz indican que los puentes con Euskal Herritarrok no est¨¢n del todo rotos. La actual direcci¨®n del PNV piensa m¨¢s en reeditar una nueva mayor¨ªa nacionalista y en arrebatar a EH una parte del electorado que puede perder como consecuencia de los atentados que en el aislamiento de los que apoyan a ETA. La consigna del PP, del PSOE y del PNV es "no nos mover¨¢n", para llegar en las mejores condiciones posibles a la contienda electoral.
Hay que recordar que el momento m¨¢s dif¨ªcil de ETA fue a principios de los noventa, gracias a una acci¨®n policial efectiva, pero especialmente gracias al aislamiento pol¨ªtico al que someti¨® a ETA Ajuria Enea. La polarizaci¨®n frustra la condici¨®n b¨¢sica para hacer frente al terrorismo: la unidad de las fuerzas democr¨¢ticas y el consenso en la pol¨ªtica antiterrorista.
Todas las encuestas hechas en Euskadi indican un empate entre los mal llamados bloques "constitucionalista" y "nacionalista". La pregunta es si se puede gobernar Euskadi desde uno de los bloques. La experiencia reciente indica que no. Dar continuidad a esta situaci¨®n de frentes puede crear una divisi¨®n social muy peligrosa para el futuro de ese pa¨ªs. Para superar esta situaci¨®n s¨®lo hay una alternativa: un gobierno de amplia mayor¨ªa, despu¨¦s de unas inevitables elecciones, que responda al grueso central y mayoritario de la sociedad vasca.
Independientemente de la celebraci¨®n o no de elecciones, hay que recuperar el esp¨ªritu y la letra del pacto de Ajuria Enea e, incluso, de la tan reivindicada transici¨®n, para sacar a ETA del escenario pol¨ªtico y reducir la base social que, por activa o por pasiva, la apoya. Un nuevo marco de di¨¢logo y de unidad democr¨¢tica que ponga fin a la polarizaci¨®n. Para empezar, las fuerzas pol¨ªticas deber¨ªan hacer gestos de distensi¨®n, buscar los m¨ªnimos comunes y abandonar cualquier pretensi¨®n de sacar ventaja pol¨ªtica del terrorismo.
El PNV y EA tienen la responsabilidad de decir a ETA y a su entorno que con la violencia es imposible ni siquiera plantearse proceso pol¨ªtico alguno, que no hay di¨¢logo posible mediatizado por las armas y que el Estatuto y la Constituci¨®n son, hoy por hoy, un marco de encuentro, no inamovible pero s¨ª leg¨ªtimo. El PP y el PSOE deben abandonar la actitud de intransigencia que se desprende al situar el Pacto antiterrorista como un texto invariable y como el ¨²nico posible punto de encuentro. La petici¨®n de modificaciones sobre el acuerdo realizada por los agentes sociales, o el esp¨ªritu que perdura entre la sociedad catalana a la hora de exigir di¨¢logo, gestos y mayor transigencia exigen de las principales fuerzas pol¨ªticas a nivel estatal un acto de responsabilidad, superando de una vez el acuerdo que han firmado.
La ¨²nica divisi¨®n posible es entre los que apoyan la violencia y los que la rechazamos, con independencia de los proyectos pol¨ªticos de cada partido, que nadie tiene la exclusiva de la defensa de los valores democr¨¢ticos y que, una vez se haya puesto fin al terrorismo, habr¨¢ que dialogar, siempre a trav¨¦s de los representantes leg¨ªtimos de la voluntad popular, con los que decidan abandonar la violencia para incorporar al juego pol¨ªtico democr¨¢tico normalizado una parte minoritaria pero significativa de la sociedad vasca. Estos principios no son ninguna novedad, forman parte del Pacto de Ajuria Enea, acordados por todas las fuerzas pol¨ªticas vascas, excepto HB, en 1987.
Por todo ello, una vez m¨¢s, hacemos un llamamiento al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y al lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, para que inicien el di¨¢logo institucional como primer paso para convocar a las fuerzas pol¨ªticas vascas y del conjunto del Estado, los partidos que firmaron el pacto de Madrid, a un di¨¢logo que haga efectiva la lucha por la paz y d¨¦ esperanzas a la sociedad.
Joan Saura es diputado en el Congreso y presidente de Iniciativa per Catalunya-Verds (IC-V).
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