El Senado de EE UU recopila datos sobre el pasado ultra del fiscal general
George W. Bush segu¨ªa ayer de vacaciones, pescando en aguas de Florida. Su vicepresidente, Dick Cheney, trabajaba mientras tanto en los dos primeros problemas graves con que ha topado la confecci¨®n del Gobierno: la dificultad para encontrar a un dem¨®crata que acepte integrarse en el Gabinete y plasmar una imagen de "bipartidismo" y la creciente resistencia contra el nombramiento de John Ashcroft como fiscal general. El tr¨¢mite de aprobaci¨®n de Ashcroft en el Senado se anuncia tormentoso.
El pasado del fiscal general, vinculado al ala m¨¢s extrema del Partido Republicano y a la "derecha religiosa", contiene todo tipo de elementos pol¨¦micos. En 1998 concedi¨® una entrevista a Southern Partisan, una publicaci¨®n que glorifica a los Estados de la vieja Confederaci¨®n y tilda de "tirano" a Abraham Lincoln, en la que calificaba de "tonter¨ªa revisionista" el posible racismo de "padres fundadores" como Washington y Jefferson, propietarios de esclavos. Se ha opuesto repetidas veces al uso de fondos p¨²blicos en el tratamiento de toxic¨®manos, se neg¨® a firmar un informe sobre la discriminaci¨®n de las minor¨ªas que ya hab¨ªan suscrito los ex presidentes Gerald Ford y Jimmy Carter y cree que el Estado debe ceder su funci¨®n asistencial a las asociaciones de caridad. Los senadores dem¨®cratas recopilan decenas de actos y declaraciones de Ashcroft y se muestran mayoritariamente en contra de su nombramiento. Juleanna Glover Weiss, portavoz del equipo de transici¨®n de Bush, tuvo que salir ayer en defensa de Ashcroft. La portavoz afirm¨® que, al margen de sus opiniones, el futuro fiscal general defender¨ªa los derechos civiles y a las minor¨ªas. Glover Weiss record¨® que Ashcroft hab¨ªa decretado un d¨ªa de fiesta estatal en honor de Martin Luther King durante su mandato como gobernador de Misuri y que al ser nombrado presidente del Partido Republicano, en 1993, inst¨® a la militancia a ser "tolerante".
La otra dificultad de Bush son los dem¨®cratas. Anunci¨® que incluir¨ªa en su Gobierno al menos a un miembro de la oposici¨®n, pero a¨²n no ha encontrado a nadie. El ex senador Bennett Johnston, en quien se pensaba para el Departamento de Energ¨ªa, y el parlamentario neoyorquino Floyd Flake, posible secretario de Educaci¨®n, han anunciado que rechazar¨ªan cualquier oferta. Al presidente electo s¨®lo parecen quedarle dos opciones en cartera: la de Ralph Hall, un dem¨®crata conservador de Tejas que podr¨ªa asumir la cartera de Energ¨ªa, y Lee Hamilton, un congresista de Indiana al que se podr¨ªa ofrecer la Embajada ante la ONU o, m¨¢s posiblemente, la direcci¨®n de la CIA.
Bush no tiene necesariamente que relevar al director de la CIA, pero su partido insiste en que debe hacerlo para no mantener a alguien nombrado por Bill Clinton en un puesto tan sensible como la jefatura del espionaje.
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