Inocentes
F?LIX BAY?NHace un par de a?os la Junta de Andaluc¨ªa tom¨® una importante iniciativa: fue la primera comunidad que concedi¨® a los inmigrantes el derecho a la atenci¨®n sanitaria, fuera cual fuera su situaci¨®n legal. Tras la iniciativa andaluza, las dem¨¢s comunidades aprobaron medidas similares.
Con este precedente, se entiende mal por qu¨¦ reh¨²ye la Junta la atenci¨®n a los inmigrantes que naufragan en nuestras orillas. No cabe duda de que la competencia sobre las fronteras y sobre la sanidad exterior es del Estado y de que es el Estado el que debe de hacerse cargo de la factura, pero, mientras se busca una soluci¨®n definitiva, habr¨¢ que atender a toda esta gente. Y no hay duda de que quien posee aqu¨ª los recursos sanitarios es la Junta de Andaluc¨ªa.
Hasta el momento, los n¨¢ufragos son atendidos s¨®lo gracias a la buena voluntad de las ONG y ahora el Gobierno andaluz pretende que se d¨¦ un tremendo salto: es el Ej¨¦rcito, dice, el que deber¨ªa de ocuparse de estas tareas. La propuesta, m¨¢s que de una reflexi¨®n serena, parece fruto de la ya eterna lucha reivindicativa que enfrenta a la Junta con el Gobierno del PP y en la que la Junta parece haber puesto casi todas sus energ¨ªas y todo su entusiasmo.
En lo que llevamos de a?o han sido detenidos cuando trataban de cruzar el Estrecho unos 15.000 inmigrantes. La cantidad es importante en t¨¦rminos relativos -multiplica por cuatro la del a?o anterior-, pero no deja de ser rid¨ªcula en t¨¦rminos absolutos: la media es de unos 40 o 45 inmigrantes al d¨ªa, que no es una cifra agobiante. Controlar su estado de salud y darles atenci¨®n urgente es algo que se puede hacer con muy pocos medios. Es cierto que este control debe de hacerlo el Estado, pero, si no lo hace nadie, puede exponerse al conjunto de la poblaci¨®n a graves peligros sanitarios.
He consultado con una organizaci¨®n humanitaria y me dicen que bastar¨ªa con un par de m¨¦dicos, otros tantos enfermeros y unos cuantos auxiliares. ?Merece la pena discutir por tan poco? No ser¨ªa m¨¢s l¨®gico que la Junta prestara el servicio y luego reclamara el pago. Es curioso que este dilema no se plantee, por ejemplo, con la atenci¨®n sanitaria a los turistas de pa¨ªses no comunitarios, a pesar de que -seg¨²n c¨¢lculos del sector- apenas uno de cada cuatro se hace cargo de la factura.
Movilizar al Ej¨¦rcito es innecesario y, adem¨¢s, perjudicial. Servir¨ªa precisamente para alimentar la paranoia de que estamos frente a una invasi¨®n. Las televisiones controladas por el PP ya han cebado bastante estos temores en los ¨²ltimos meses, mientras se tramitaba la nueva Ley de Extranjer¨ªa: cualquiera dir¨ªa, viendo los telediarios, que nos encontr¨¢bamos en v¨ªsperas de una nueva conquista por parte de la morer¨ªa. Y no es una exageraci¨®n: los fantasmas hist¨®ricos funcionan y suelen desatar nefastas pasiones.
Tampoco parece que se haya pensado demasiado en el peso de las im¨¢genes: ver a los inmigrantes en casamatas, en manos de militares, hace pensar en campos de concentraci¨®n y dar¨ªa a entender que en estas tierras se vive en estado de emergencia. No se trata de una cuesti¨®n de amor propio: buena parte de la econom¨ªa andaluza depende del turismo, que no es otra cosa que imagen.
En fin, que o no ha sido una buena idea o ha sido una idea que se ha adelantado a su tiempo. Se ha adelantado justamente una semana. Su tiempo era el 28 de diciembre.
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