Washington y la ONU
Que EE UU y la ONU hayan hecho finalmente la paz, al menos la financiera, es una buena noticia, aunque el acuerdo sellado por la reciente votaci¨®n de la Asamblea General, probablemente el mejor de los posibles, diste de ser bueno y, sobre todo, justo. Washington consigue rebajar del 25% al 22% su cuota de participaci¨®n en los gastos anuales de la organizaci¨®n, 1.100 millones de d¨®lares, e igualmente reduce en cuatro puntos, del 31% al 27%, su aportaci¨®n al fondo de operaciones para el mantenimiento de la paz, cifrado en 3.000 millones m¨¢s. Otros pa¨ªses de los 189 miembros cuyas econom¨ªas han crecido en los ¨²ltimos a?os rellenar¨¢n el hueco dejado por los ahorros del t¨ªo Sam, al menos hasta la pr¨®xima revisi¨®n del recibo, en cinco a?os.Adem¨¢s de EE UU, casi nadie cree a estas alturas que la ONU y sus m¨²ltiples tent¨¢culos sean la panacea universal. Sus lacras y malfunciones, su despilfarro y esp¨ªritu burocr¨¢tico -o su insostenible reparto del poder real- han sido reiteradamente documentados y criticados. Pero es el ¨²nico foro planetario, y si no existiera habr¨ªa que inventar alguno similar. Estados Unidos, con gran diferencia la naci¨®n m¨¢s rica de la Tierra, pod¨ªa tener buenos argumentos para pretender la rebaja de sus aportaciones a la organizaci¨®n. Estad¨ªsticamente no los tiene, dada su relevancia en la econom¨ªa mundial. Pero el hecho significativo es que lo ha conseguido por el procedimiento inaceptable de decidirlo unilateralmente hace cinco a?os, cuando un Congreso de mayor¨ªa republicana estableci¨® rebajar sus cuotas al 22% y dejar de pagarlas en tanto esa reducci¨®n no fuera solemnizada por la Asamblea General. La deuda estadounidense es ahora de entre 900 y 1.300 millones de d¨®lares, seg¨²n las fuentes.
Kofi Annan ha saludado este compromiso de la tr¨¢gala. No pod¨ªa ser de otra manera, puesto que la morosidad estadounidense, su principal fuente de financiaci¨®n, era un cuchillo sobre la garganta de la misma existencia de la ONU. La Administraci¨®n de Clinton deja as¨ª en el ¨²ltimo minuto al presidente entrante el regalo de unas relaciones con la ONU en v¨ªas de recomposici¨®n. George Bush, que debe dar el visto bueno al acuerdo antes de su santificaci¨®n parlamentaria, har¨ªa bien en hacerlo r¨¢pida y convincentemente. Le permitir¨¢ seguir exigiendo reformas en las Naciones Unidas y a la vez lanzar un claro mensaje sobre el compromiso multilateral de su pa¨ªs y su respeto por las propias deudas.
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