"La educaci¨®n sexual y afectiva de los deficientes reducir¨ªa los abusos"
La educaci¨®n sexual de las personas con deficiencias ps¨ªquicas ligeras o medias puede contribuir eficazmente a evitar los abusos sexuales a los que muchas veces est¨¢ expuesto este colectivo. El psic¨®logo m¨¦dico y especialista el sexolog¨ªa Jos¨¦ Luis Garc¨ªa, profesor de la Universidad P¨²blica de Navarra y asesor t¨¦cnico de los ministerios de Sanidad y Asuntos Sociales, ha editado el primer programa global que surge en Espa?a sobre educaci¨®n sexual y afectiva para personas con minusval¨ªa ps¨ªquica, un libro publicado por la Federaci¨®n Espa?ola de Asociaciones S¨ªndrome de Down y la Asociaci¨®n S¨ªndrome de Down de C¨¢diz. Su conclusi¨®n es clara: los minusv¨¢lidos ps¨ªquicos tienen necesidades sexuales y es responsabilidad de los padres y los profesionales educarles para que puedan desarrollar esa capacidad sin riesgos y de forma satisfactoria.Pregunta. ?Ha sido dif¨ªcil explorar el mundo de las relaciones sexuales entre estas personas?
Respuesta. Nadie es capaz de hincarle el diente al asunto. Pr¨¢cticamente no hay investigaciones en la materia. Los padres sufren mucho y los profesionales no saben qu¨¦ hacer y muchas veces no se atreven a actuar por temor a la reacci¨®n de las familias.
P. ?Abordar la cuesti¨®n ser¨ªa toda una revoluci¨®n?
R. La primera revoluci¨®n en este colectivo consisti¨® en su reconocimiento como personas; personas con dificultades, pero personas. El siguiente avance ha sido su integraci¨®n educativa, social y laboral, con resultados espectaculares. Pero esa misma integraci¨®n ha generado expectativas de relaci¨®n, anhelos sentimentales, y ha expuesto a los disminuidos ante los dem¨¢s. Para las familias eso significa temores de todo tipo: abusos sexuales, violaci¨®n, embarazos no deseados, enfermedades de transmisi¨®n sexual, sida. Y la reacci¨®n es la sobreprotecci¨®n, controlar al m¨¢ximo a esas personas, reducir dr¨¢sticamente su libertad con un coste terrible para las familias. El temor a que les ocurra algo en el campo sexual trunca much¨ªsimo sus necesidades de cari?o, de afecto, que son como las de cualquier otro ser humano.
P. ?Es una contradicci¨®n integrarlos en la sociedad y no educarlos sexualmente?
R. Hay una cierta irresponsabilidad al capacitarlos para una integraci¨®n social normalizada y no hacerlo para afrontar con conocimiento las relaciones sexuales. M¨¢xime en nuestra sociedad que es una sociedad muy erotizada, permisiva, en la que ellos est¨¢n en la calle y son muy vulnerables teniendo las mismas necesidades que los dem¨¢s.
P. ? Esa vulnerabilidad es causa de agresiones sexuales ?
R. Es una realidad el hecho de que a veces hay gente que abusa de ellos, generalmente personas cercanas, y eso no se puede permitir. Hay que ense?arles y capacitarles para que se puedan defender mejor. Pero los padres no acaban de afrontar esa realidad. Las dificultades de comunicaci¨®n de estas personas, sus problemas de comprensi¨®n y, a veces, su falta de autoestima contribuyen a facilitar el abuso. Ellos quieren agradar a los dem¨¢s y ah¨ª surge el camino del consentimiento, un camino que se dificultar¨ªa mucho si fueran educados para comprender qu¨¦ es la sexualidad y practicarla s¨®lo si es su deseo.
P. ?Qu¨¦ recetas propone este programa?
R. Lo que el libro propone es un eficaz plan de trabajo para padres, profesionales y j¨®venes con disminuci¨®n, teniendo en cuenta que hablamos de disminuci¨®n ligera o media. Un plan de cursos, de charlas, con objetivos concretos a trav¨¦s de m¨²ltiples unidades did¨¢cticas que cubran el vac¨ªo actual. Desde el ¨¢mbito familiar, en el que la mayor¨ªa de los padres no habla con sus hijos de sexualidad en ning¨²n momento, hasta el plano profesional, pasando por los protagonistas, los j¨®venes.
P. ?Los familiares son lo primero?
R. S¨ª, porque adem¨¢s son los representantes legales. Ser¨ªa un error hacer nada sin contar con ellos. Hay que convencerles de que deben afrontar las necesidades sexuales de sus hijos y que ellos son los interlocutores m¨¢s valiosos que pueden tener. Les pedimos que hablen con ellos y que sean comprensivos ante ciertas conductas sexuales que habitualmente practican, como la masturbaci¨®n. Es un tema complicado pero, por poner un ejemplo, alguien debe ense?arles a masturbarle en la intimidad y sin causarse lesiones fisiol¨®gicas, porque masturbarse, muchos lo hacen.
P. Si surge un enamoramiento, ?qu¨¦ deben hacer los padres?
R. Implicarse en las relaciones afectivas de sus hijos. Ayudarles a desarrollarse socialmente con aquellas personas que sus hijos aprecian. Si no lo hacen, est¨¢n conden¨¢ndoles de por vida a la soledad afectiva. Y a veces se incentivan esas relaciones pero con personas normales, lo cual es, en cierta medida, un error, porque hay una probabilidad remot¨ªsima de que ese anhelo del disminuido sea correspondido en ciertos terrenos y eso genera sufrimiento. Esa relaci¨®n se dar¨¢, en todo caso, entre el grupo de iguales.
P. ?Las experiencias de convivencia de parejas con disminuci¨®n ps¨ªquica han sido positivas?
R. Hay una experiencia en ?lava, donde la Diputaci¨®n foral regula la convivencia aut¨®noma de quince parejas afectivas con buenos resultados, y las ha habido en Madrid y otros lugares y siempre con buenos resultados. Si se les educa adecuadamente, muchos est¨¢n plenamente capacitados para vivir su sexualidad felizmente e incluso vivir en pareja de forma aut¨®noma, aunque tutelada.
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