R¨¦plica a una entrevista
En la edici¨®n de El Dominical del diario EL PA?S del pasado 24 de diciembre aparece publicada una entrevista conmigo, firmada por Ram¨®n de Espa?a, que ocupa un considerable n¨²mero de p¨¢ginas, as¨ª como el reclamo en portada de que se trata de uno de los temas importantes del magazine.En dicho reportaje se ponen en mi boca palabras que jam¨¢s he pronunciado y que solamente pueden acarrearme problemas y disgustos en mi carrera profesional y en mis relaciones personales. Por ello, me veo obligado a solicitar que se publiquen las siguientes puntualizaciones con el fin de atenuar en lo posible el grave da?o que con dicha publicaci¨®n se ha causado a mi imagen p¨²blica y privada.
1 . Mi contacto con el citado Ram¨®n de Espa?a se limit¨® a una comida en un restaurante de Barcelona, durante la cual charlamos de los temas m¨¢s diversos. Como yo le hiciera la observaci¨®n de que ni usaba grabadora ni siquiera tomaba notas de cuanto habl¨¢bamos, a la que respondi¨® con "no me des lecciones de c¨®mo debo hacer mi trabajo", deduje, err¨®neamente, que m¨¢s que una entrevista lo que iba a publicar ser¨ªa un perfil sobre mi personalidad. Pero mi sorpresa y mi indignaci¨®n han sido may¨²sculas al comprobar el resultado. Dif¨ªcilmente podr¨ªa evitar que un periodista decidiera perfilarme p¨²blicamente como un personaje engre¨ªdo, pedante y ambicioso. Pero Ram¨®n de Espa?a se guarda astutamente de calificarme as¨ª en sus descripciones. Lo grave del caso, lo aut¨¦nticamente indignante, es que son mis "supuestas" respuestas, confeccionadas, incluso fabuladas, concienzudamente por el periodista, las que elaboran ese perfil. Para ello, hilvana un encadenado de preguntas y respuestas donde no s¨®lo el lenguaje, la sintaxis, el tono, que se me atribuyen son enteramente suyos, sino que incluso tiene la desfachatez de insertarme en mis "hipot¨¦ticas" respuestas, p¨¢rrafos enteros de su propia cosecha. Pone en mi boca falsedades, y entrecomilla aut¨¦nticas barbaridades que jam¨¢s salieron de mi persona; ni en la forma ni en el contenido: "Los grandes directores me tienen miedo, creen que les puedo hacer sombra". "Soy demasiado inteligente", etc¨¦tera, sentencias que, para m¨¢s inri, conforman los titulares de la entrevista, la ¨²nica entrevista que me ha concedido El Dominical de EL PA?S en los 25 a?os de mi carrera profesional.
2. Es evidente que no me pertenecen palabras como: "En este pa¨ªs, si un periodista escribe novelas, le dicen que siga con sus art¨ªculos. Si un novelista quiere hacer cine, le dir¨¢n que no se aparte de la letra impresa..., no sea que vaya a quitar el pan a los dem¨¢s. Y yo por ah¨ª no paso". Es evidente, entre otras razones, porque yo nunca he sido articulista, ni escritor, ni tengo pendiente, como ¨¦l, ning¨²n proyecto de dirigir cine.
- Es evidente que palabras referidas a otras series de ¨¦xito, como: "Esos otros productos televisivos est¨¢n escritos por un mont¨®n de becarios mal pagados", son m¨¢s propias de un guionista no consolidado que de un actor de mi trayectoria.
- Es evidente que comentarios como: "No s¨¦ t¨², pero yo no puedo m¨¢s de vidas ejemplares, familias adorables, chachas andaluzas con retranca y abueletes encantadores", le pertenecen, porque ya fueron utilizados por ¨¦l en su cr¨ªtica a M¨¦dico de Familia, aparecida en La Vanguardia..., donde arremet¨ªa especialmente contra el protagonista.
- Es evidente que afirmaciones como: "El dinero que he ganado en la serie lo voy a destinar a escribir, dirigir y producir dos pel¨ªculas..." no pueden ser m¨ªas, porque cualquier allegado a la profesi¨®n, menos ¨¦l, l¨®gicamente, sabe que con ese dinero no se podr¨ªa levantar ni la d¨¦cima parte de la producci¨®n de una sola pel¨ªcula...
Y as¨ª, sucesivamente, con todos y cada uno de los p¨¢rrafos... Pero si a todo eso le a?adimos que el art¨ªculo:
- Est¨¢ lleno de opiniones como: "El actor que se mete en todo, que a la que te descuidas reescribe tus l¨ªneas, da instrucciones al director, y acaba dici¨¦ndoles a los el¨¦ctricos d¨®nde tienen que colocar la luz".
- Y trufado con los intencionados titulares: "El actor, tras dos d¨¦cadas de cine y teatro, ha logrado, por fin, la popularidad" (como si nunca la hubiera conseguido).
- "El actor explica por qu¨¦ no acaba de cuajar en el mundo de la gran pantalla", (a pesar de ser uno de los actores que m¨¢s pel¨ªculas han rodado en la ¨²ltima d¨¦cada, no por m¨¦ritos, sino por adicci¨®n al trabajo, seg¨²n R. de E.).
- "?l cree que en el cine no acaba de cuajar porque resulta poco domable para los directores", frase que no sale en ninguna parte, pero que se supone que yo la digo para ahuyentar a los directores.
- Y, especialmente, "los grandes directores me tienen miedo, creen que puedo hacerles sombra".
Pero, ?en qu¨¦ cabeza cabe que yo mismo fuera a cerrarme las puertas del cine? ?por qu¨¦ iba a ser tan est¨²pido de condenarme al ostracismo, despreciando p¨²blicamente a los directores con los que aspiro a trabajar? Semejante disparate caer¨ªa por su propio peso si no viniera precedido por los bemoles necesarios para hacer cre¨ªble lo incre¨ªble. Me estoy refiriendo a la frase que da la tonalidad a este corpus literario y que introduce al lector en la clave para comprender todos los desvar¨ªos del entrevistado, o sea, el titular. Titular, colocado "graciosamente" junto a una foto m¨ªa que emula al bizco de Murillo: "Soy demasiado inteligente", o sea, "soy un tonto del culo". Entonces, ?s¨ª!; a partir de ah¨ª, ?s¨ª!, a partir de ah¨ª, convengo con ellos que cualquier desatino toma coherencia.
Pero es tan malintencionadamente oportuna la publicaci¨®n de esa frase que, por supuesto, cabr¨ªa la posibilidad de pensar que un servidor la hubiera podido decir, en una p¨¦rdida moment¨¢nea de la orientaci¨®n, en un arrebato de euforia, de arrogancia, de delirio; o quiz¨¢ que, neciamente, se me hubiera subido el ¨¦xito de la serie a la cabeza y eso me diera bula para despreciar, p¨²blicamente, al resto de mis compa?eros. Cabr¨ªa pensar en esa posibilidad, no lo niego, ?pero en un principiante! Afortunadamente, la gente sabe que 25 a?os de profesi¨®n templan lo imprescindible, para no atolondrarse por un ¨¦xito pasajero: mis compa?eros y yo somos corredores de fondo.
Y si, finalmente, Ram¨®n de Espa?a termina el art¨ªculo diciendo: "Pienso en la tremenda ambici¨®n de este hombre. Una ambici¨®n que, por otra parte, comprendo: uno se cansa de pasarse la vida recitando textos escritos por otros, ?no?", entonces, ya no me queda ninguna duda de su capacidad para comprender tambi¨¦n que esta vez ambicione hablar con mi propia voz; cosa que ¨¦l me ha negado.
Lamento profundamente que sea para afear en p¨²blico su conducta, pero, desdichadamente, las falsedades que p¨²blicamente se me imputan provocan un enorme da?o a mis compa?eros, a mi profesi¨®n, a mi imagen y a mi persona... Y est¨¢n ah¨ª, escritas, ?como si fueran m¨ªas!..., y no lo son.
Babelia
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