Nuevos y terribles peligros para la infancia
Si voy a contestar brevemente el art¨ªculo de las abogadas Varela y Padilla publicado el 27 de diciembre en este peri¨®dico no es porque figure en ¨¦l mi nombre, que no figura, ni porque me enfaden sus alusiones a 'las plumas insignes' (un periodista tampoco est¨¢ tan lejos de los papagayos, y adem¨¢s ¨¦stos tienen bonitos colores), ni, desde luego, porque haya en ¨¦l una sola impugnaci¨®n sint¨¢cticamente razonable -es decir, moralmente razonable- de las tesis que yo sostuve en otro art¨ªculo, tambi¨¦n publicado aqu¨ª, que se titulaba Un hombre vencido, que apareci¨® el 22 de diciembre y que daba cuenta de la indigna suerte que el Estado de derecho ha reservado a Xavier Tamarit, preso gracias a la declaraci¨®n vacilante, contradictoria y desmentida por informes objetivos de un ni?o de nueve a?os.
S¨®lo contesto para que el p¨²blico sepa cu¨¢l es el lugar que Varela y Padilla ocupan en la vida y cu¨¢l es el que ocupamos 'las plumas insignes'
No. S¨®lo contesto para que el p¨²blico sepa cu¨¢l es el lugar que Varela y Padilla ocupan en la vida y cu¨¢l es el que ocupamos 'las plumas insignes', lugares ambos que quedan perfectamente establecidos en el ¨²ltimo p¨¢rrafo de su art¨ªculo, p¨¢rrafo que transcribir¨¦ a continuaci¨®n para claridad y enmienda generales: 'Nosotras, abogadas de la Asociaci¨®n de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente, vemos con enorme preocupaci¨®n que a¨²n hoy algunas plumas insignes viertan una sospecha generalizada sobre las declaraciones efectuadas por las v¨ªctimas m¨¢s indefensas, en vez de arroparlas y contribuir a luchar para que cr¨ªmenes tan graves retrocedan hasta desaparecer'.
La frontera es n¨ªtida: a un lado, Varela y Padilla, al otro, los c¨®mplices -por pasiva y por activa- de los violadores. A este lado de la raya, ciertamente, ni se vive bien ni se escribe bien y con eso habr¨¢ de contar el lector que siga hasta el final, ya no lejano. Pero, en cambio, desde mi reci¨¦n adquirida condici¨®n infame se ve bien. Se ve muy bien la bondad y su flam¨ªgera espada. Pero lo que mejor se ve es mi ya viejo convencimiento de que los ni?os necesitan protegerse. Y aunque yo no sea el Buen Bono voy a publicar mi lista para que sepan, ni?os y adultos, de qui¨¦n y de qu¨¦ protegerse:
De los polic¨ªas, jueces, fiscales, psic¨®logos, abogados que aseguran que los ni?os s¨®lo dicen la verdad, priv¨¢ndoles, as¨ª, de decirla.
De los pederastas, que dejar¨¢n de amarlos en cuanto no sean ni?os y de los propagandistas a sueldo de la infancia, que har¨¢n lo mismo.
Del amor a los ni?os, ideolog¨ªa contempor¨¢nea, apuntalada por el remordimiento de crecer y la perceptible acci¨®n de tanto publicista empe?ado en esl¨®ganes del tipo 'mi patria es mi infancia'.
De los que creen que la ni?ez, la feminidad o las naciones ostentan derechos por encima de los ni?os, las mujeres o los ciudadanos.
Del Estado, cuando, incapaz de asegurar el orden, pone en marcha la tiran¨ªa.
De uno de los m¨¢s nocivos productos de la imaginaci¨®n, el llamado complejo de Edipo, la innoble confusi¨®n entre la madre y el-deseo-de-acostarse con-la-madre, y el padre y el-deseo-de-matar-al-padre. (Christophe Donner).
Del racismo, es decir, de la consideraci¨®n de que hay una edad pura.
De la maternidad frustrada, y el extendido colof¨®n de que ninguna madre merece serlo.
De Varela y Padilla, buena gente. T¨² crecer¨¢s, hijo, y ellas seguir¨¢n ah¨ª.
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