Abre tu mente
Quer¨ªa utilizar de negro a un joven. Me parec¨ªa una buena idea. Le coment¨¦ que, de una forma totalmente legal, iba a publicar sus opiniones sobre la vida. Dicho de otra forma, que le iba a gorronear sus opiniones por el morro. Era, simplemente, una forma de solucionar un art¨ªculo en una tarde de resaca. Era necesario seguir el ejemplo de Ana Rosa Quintana, injustamente olvidada despu¨¦s del hermos¨ªsimo esc¨¢ndalo que protagoniz¨® no hace mucho tiempo. Un esc¨¢ndalo que hubiera sido mucho m¨¢s escandaloso de no ser porque la gente ama a la inmutable se?ora Ana Rosa Quintana. Y si no, acudan a su cita con el programa tan mono que presenta a¨²n en televisi¨®n.
As¨ª que me puse manos a la obra. Soborn¨¦ al joven con un CD que le chiflaba, y que le iba a comprar su madre previo pago m¨ªo. La cosa parec¨ªa ir bien. Llam¨¦ al chaval y le pregunt¨¦ qu¨¦ tal le iba la redacci¨®n. ?l me contest¨®: 'Bueno, he escrito unas l¨ªneas'. Yo, que ¨²ltimamente no me siento tan inspirado para hacer art¨ªculos nuevos, frescos -sobre todo frescos- y plenos de actualidad, estaba emocionado con el proyecto. Ya imaginaba al muchacho cont¨¢ndome sus circunstancias sociales, narrando las incidencias de sus viajes mozos por el largo y ancho mundo, desvelando los secretos de su apretada agenda amistosa, razonando su r¨¦gimen vegetariano, sus practicas amatorias incluso, qui¨¦n sabe.
El d¨ªa despu¨¦s de la Nochevieja, la entrada del milenio, andaba yo azorado por hacer otra cosa que no fuera pensar en el milenio pasado. Entonces decid¨ª llamar a mi amiga para mirar en su ordenador, de sorpresa, lo que hab¨ªa hecho mi joven colaborador, y de buenas a primeras, currarme una columna con un toquecito all¨ª y un toquecito all¨¢ en base a unas opiniones de peso: lo que opina la juventud. Pens¨¦ en titular el art¨ªculo de esta misma manera, Abre tu mente. Sin duda era un buen t¨ªtulo para un art¨ªculo del siglo veintiuno. Un art¨ªculo que yo no deber¨ªa trabajar en absoluto, en el cual mi papel se reduc¨ªa al de simple moderador, o mejor dir¨ªamos esth¨¦ticienne, para pintar de colores atractivos la realidad de un joven de 19 a?os. Shakespeare, seg¨²n dicen, tambi¨¦n tuvo negros, v¨¦ase Otelo.
Como actualmente no dispongo de un ordenador por causas sobre las que no voy a extenderme en esta columna, deb¨ªa desplazarme hasta la casa de mi amiga para escribir el art¨ªculo. Ni corto ni perezoso, agarr¨¦ una bolsa de supermercado, met¨ª dentro unas cuantas cervezas sin alcohol -excelentes reconstituyentes para los d¨ªas de A?o Nuevo- y me fui de excursi¨®n hasta el domicilio en cuesti¨®n. Una vez expresadas por parte m¨ªa y de mi amiga nuestras experiencias de fin de milenio, un tanto frustrantes si tenemos en cuenta las expectativas que se suelen tener al respecto num¨¦rico de los milenios, o de los a?os, o de lo que sea, ambos llegamos a la conclusi¨®n de que nuestra Nochevieja 2001 no hab¨ªa sido precisamente una Odisea del espacio.
Y he aqu¨ª que llega el momento de ver lo que ha escrito nuestro joven h¨¦roe, contratado con toda legalidad por parte m¨ªa para servirme de negro mal pagado. Un muchacho con opiniones serias, positivas, maduras para su edad y s¨®lidamente ancladas en la realidad del ahora. Un joven que me iba a solucionar la etapa de insuficiencia creativa que todos hemos atravesado alguna vez. El art¨ªculo iba a ser una aut¨¦ntica bomba. Bueno, la verdad es que no le hab¨ªa dado mucho tiempo para trabajar su declaraci¨®n de principios, pero unas cincuenta l¨ªneas val¨ªan su peso en oro. Un simple CD no era suficiente para pagar la opini¨®n de la juventud de hoy en d¨ªa.
He aqu¨ª las l¨ªneas que encontr¨¦ en el archivo Lo que pienso de las cosas: '?Qu¨¦ pienso sobre las cosas? Tengo 19 a?os, vivo en Bilbao y estudio en un instituto. Esta vida esta llena de errores por nuestra parte, la que le corresponde a la juventud. Realmente no nos importan muchas cosas a¨²n'. Y es que el chaval no es nada tonto. El cazador hab¨ªa sido cazado. El CD se lo compro ya.
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