La Sevilla provinciana
La noche del viernes 15 de diciembre, un grupo de 10 personas decidimos prolongar nuestra agradable velada de cena prenavide?a en la discoteca Boss, situada en la sevillana calle Betis. Nuestra sorpresa fue may¨²scula cuando los porteros impidieron el acceso al local a un compa?ero porque su calzado -unas botas de color oscuro- 'no era el adecuado', incluso alegaron que tampoco era 'normativa' la indumentaria de 'la de la falda de los colorines' -una de las mujeres de nuestro grupo- aunque con ella 'se pod¨ªa hacer una excepci¨®n'. Ante esta tesitura, abandonamos inmediatamente el local -no est¨¢n las temperaturas ni la higiene de dicha discoteca para que nuestro compa?ero se arriesgase a permanecer toda la noche descalzo-.
L¨®gicamente, esto no nos impidi¨® divertirnos en otra sala nocturna de la ciudad, menos adscrita al provincianismo casposo y de fachada que a¨²n le pesa a esta Sevilla del siglo XXI. Comprendemos que el fornido personal de seguridad y porter¨ªa del mundo de la noche cumple con las instrucciones de sus jefes, y que bastante desgracia tienen -en la mayor¨ªa de los casos- con tener que dedicarse a tama?a tarea, exenta de cualquier contenido intelectual, en beneficio de la discriminaci¨®n. Una pena para sus neuronas.
En este caso, afortunadamente, hubo cortes¨ªa y buenas palabras, quiz¨¢ debido a nuestro talante: profesores con nivel cultural y poder adquisitivo suficientes como para dejar buenos beneficios a cualquier local nocturno de manera c¨ªvica y ordenada. Independientemente de que una prenda de vestir les guste o no a quienes custodian los templos de la noche. Claro que si quien viste faldas 'de colorines' o botas 'inadecuadas' es cualquier meretriz o macarra del famoseo ahora en boga, seguramente la entrada est¨¢ garantizada, con alfombra roja y barra libre hasta el primer AVE de la ma?ana. Una verdadera l¨¢stima.-
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