El recluso sonriente
Originario de Nottingham, Harold Shipman obtuvo la licenciatura en medicina en 1970. Seis a?os despu¨¦s, comparec¨ªa por vez primera en su vida ante los jueces por haber sustra¨ªdo petidina, un sustituto de la morfina, del hospital donde trabajaba. Dicha adicci¨®n le vali¨® una multa de 165.000 pesetas y un desprestigio profesional del que le costar¨ªa a?os recuperarse. Para cuando abri¨® su propia consulta en Hyde, hab¨ªa pasado m¨¢s de una d¨¦cada y el m¨¦dico era uno de los vecinos m¨¢s respetados de la peque?a localidad pr¨®xima a Manchester. Los pacientes se disputaban al especialista siempre sol¨ªcito y dispuesto a visitarles a domicilio, incluso sin cita previa. En agosto de 1998, sus aparentes desvelos revelaron un lado siniestro al saberse que la polic¨ªa local investigaba la muerte de una veintena de sus enfermos.
Un a?o despu¨¦s, Shipman era sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de quince ancianas sin posibilidad alguna de redenci¨®n de pena por buena conducta. Una condena que cumple en estos momentos en el ala para enfermos mentales de la prisi¨®n de Frankland, al norte de Inglaterra. All¨ª es despertado todas las ma?anas a las 7,45 para trabajar en la traducci¨®n de libros al lenguaje braille para ciegos. All¨ª le visita tambi¨¦n a menudo su esposa, Primrose, de 50 a?os, que le ha defendido en todo momento. Seg¨²n los dem¨¢s presos, la pareja bromea y se muestra alegre y despreocupada durante las visitas. El pasado no lo mencionan nunca, ni siquiera cuando acuden a verle sus cuatro hijos, tres chicos y una chica, de edades comprendidas entre los 33 y los 18 a?os.
A la polic¨ªa le sorprende tanta tranquilidad. Desde que el m¨¦dico fuera encarcelado, agentes llegados de Manchester han intentado hablar con Shipman de lo ocurrido. En especial, les gustar¨ªa saber cu¨¢ntos pacientes murieron a sus manos, porque las cifras manejadas hasta hoy no hacen m¨¢s que variar. Pero el recluso m¨¢s odiado del Reino Unido no est¨¢ dispuesto a satisfacerles. Y guarda silencio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.