Venerables sacerdotes, adorables jamones
Admire la b¨®veda de medio ca?¨®n con frescos de Vald¨¦s Leal y de su hijo Lucas en la iglesia del hospital
Hoy, en la templada ma?ana de invierno sevillano, ha decidido el paisano hacer un recorrido por el centro hist¨®rico-tur¨ªstico de Sevilla con el fin de llegar a la Plaza de los Venerables Sacerdotes. Un peque?o paseo por el peatonal barrio de Santa Cruz que le sumergir¨¢ en siglos pret¨¦ritos a pesar de la abundancia de gentes forasteras que conforman, con sus diferentes lenguas, una moderna Babel horizontal de razas muy distintas.
Desde la Avenida de la Constituci¨®n se empieza el camino dejando a la derecha el Archivo de Indias y a la izquierda la Catedral; es la antigua Glorieta de las Cuatro Parras. Una vez rebasada ¨¦sta pasar¨¢ por la Plaza del Triunfo con su monumento a la Inmaculada, donde, la v¨ªspera del d¨ªa 8 de Diciembre, hay un sonado festival de tunos y los estudiantes se explayan a voluntad sin reparar en la puerta de entrada a los Reales Alc¨¢zares, cosa que si hace qui¨¦n hoy pasea admirando el le¨®n de azulejos puesto en el dintel de su puerta principal, antes de entrar en la calle, pavimentada de losa y guijarros, de Don Joaqu¨ªn Romero Murube. Aqu¨ª comienza el verdadero barrio de Santa Cruz.
Al terminar la peque?a cuesta est¨¢ la Plaza de la Alianza. Rodeando el almenado muro del Alc¨¢zar baje por una calle progresivamente estrecha que conduce a una de las plazas m¨¢s bellas del barrio: la de Do?a Elvira.
Una breve parada porque se siente la llamada de la calle Vida, otra v¨ªa estrecha en donde, haciendo esquina con el Callej¨®n del Agua, hay una tasca con pizarra que anuncia suculentos platos de la tierra: cocido, tortilla, pisto, tabla serrana y la apreciada y peligrosa Agua de Sevilla.
Como ya queda poco pase de largo y tome la umbr¨ªa calle Justino Neve, en la mitad est¨¢ el Patio del Corral del Agua en cuyo pozo hay un ladrillo de cer¨¢mica que reza: 'Dios te de alegr¨ªa y gozo y casa con corral y pozo'.
Y ya est¨¢: desembocamos al final de esta breve calle en la Plaza de los Venerables, justo frente a la fachada del mismo Hospital para ancianos sacerdotes fundado por Justino de Neve en el a?o 1.675 aunque se comenz¨® a edificar en 1.676 bajo la direcci¨®n del arquitecto Juan Dom¨ªnguez, termin¨¢ndolo Leonardo de Figueroa en 1.697. Funcion¨® como residencia hasta hace 30 a?os, fue desalojado por deterioro hasta que en 1.981 la Fundaci¨®n Focus Abengoa, hoy responsable del edificio, lo restaur¨® y dedic¨® a exposiciones y actos culturales.
Es una joya del barroco sevillano. Pi¨¦rdase, olvide sin mucho esfuerzo a la fauna tur¨ªstica y traspase la puerta alta de madera claveteada. Hay que retroceder en el tiempo y, con chambergo y capa, enfrentarse al patio con galer¨ªas m¨¢s altas, subir por la escalera displicente, sin aparentar asombro para ver la b¨®veda el¨ªptica de yeser¨ªa.
Dest¨®quese y pase a la iglesia. All¨ª, alzando la mirada, admire la b¨®veda de medio ca?¨®n con frescos de Vald¨¦s Leal y de su hijo Lucas. En la nave tambi¨¦n de Lucas el retablo con la Apoteosis de San Fernando. A los lados: San Clemente y San Isidoro, obras del italiano Virgilio Maltoni.
Relieves atribuidos a Mart¨ªnez Monta?¨¦s, as¨ª como las esculturas de San Fernando y San Esteban y un sinf¨ªn de piezas m¨¢s.
Pasear¨¢ la visita por patios y galer¨ªas, apabullado por los cobres, pinturas, rejas, y corales en vitrinas. Los primeros de procedencia flamenca; m¨¢rmoles, oros, plata y muchos otros objetos pueden llegar a acostumbrar al visitante as¨ª que pare, respire y siga. Visite la Sacrist¨ªa ilusionista del Templo, en este ¨²ltimo paso seguramente el est¨®mago har¨¢ acto de presencia y dirigir¨¢ sus pasos atravesando la rectangular plaza hacia un acogedor local con aires de taberna: Casa Rom¨¢n, prestigiosa tasca chacinera fundada en 1.934.
Espl¨¦ndido decorado de jamones, ca?as de lomo, quesos y otras frusler¨ªas y bajo este singular artesonado dependientes amables que le contar¨¢n como en la despedida de soltera de una princesa y su futuro italiano, rompieron una guitarra de 200.000 pesetas y repart¨ªan propinas compulsivamente. O como narran casi al alim¨®n Roberto Ramos, ocho a?os aqu¨ª, Angel Delgado, 15, y Manuel, el m¨¢s veterano, el d¨ªa en que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con Ana Botella y s¨¦quito se fue sin pagar, para eso tiene un funcionario, y que el camarero, sali¨® a perseguir al presidente para cobrar. Los guardaespaldas le impidieron cumplir su prop¨®sito. 'No se si se lleg¨® a cobrar', dice uno de los dependientes con sorna.
'Por aqu¨ª han pasado -dice Manuel, amigo de Joaqu¨ªn Almunia- gente de todo pelaje: futbolistas, actores, toreros, pol¨ªticos, y qu¨¦ se yo lo que habr¨¦ visto en m¨¢s de 20 a?os'.
Con el sabor de la cola de toro, el jam¨®n y las croquetas caseras, pase a la Hoster¨ªa del Laurel. '?La Hoster¨ªa del Laurel?'; 'en ella est¨¢, caballero', escribi¨® Zorrilla inspir¨¢ndose en ¨¦sta que existe desde mediados del siglo XIX.
Pase al interior y rodeado de clientes variopintos acom¨®dese en la barra donde le servir¨¢n manzanilla pero no van a contestar a sus preguntas. Si lo hace el se?or Lled¨®, poliglota recepcionista del mes¨®n y fonda, que menciona nombre de famosos y nacionalidades. ?An¨¦cdotas?: el d¨ªa en el que un se?or hind¨², indudablemente despistado por el calor, se crey¨® en su casa de Calcuta y baj¨® a pasear y comer en taparrabos. 'Como ya sabe usted que van ellos all¨ª', concluye Lled¨®.
Tome su ¨²ltima copa y salga otra vez a la plaza. Puede que se encuentre con un se?or vestido de negro con medias, calz¨®n y zapatos de hebilla de plata; un tuno, pero en provecto.
-?Vuestra merced escribe en los pliegos?- pregunta.
-Si, se?or.
-Pues ponga ah¨ª que ando en pleitos porque mi mejor Inmaculada est¨¢ en Madrid y mi Virgen repartiendo pan a los pobres en Budapest. Yo los hice para el Hospital y aqu¨ª deben estar.
-?Vuestro nombre?
-Bartolom¨¦ Esteban Murillo.
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