'Vacas locas', ?ganaderos sensatos?
El d¨ªa en que la prensa inform¨® de que se hab¨ªa producido el primer caso de vacas locas en Espa?a, la reacci¨®n de los sufridos consumidores debi¨® de ser: '?Lo que faltaba! ?Seguimos siendo un pa¨ªs tercermundista!'. Pero cuando, pocos d¨ªas despu¨¦s, salt¨® la noticia de que otro tanto pasaba en Alemania, debieron de pensar: 'En todas partes cuecen habas', que es una variante de 'mal de muchos,...'. Pero inmediatamente, nos entr¨® una duda m¨¢s profunda: ?no est¨¢n jugando con nuestra salud?
La tecnolog¨ªa, sin duda, es una bendici¨®n, porque nos permite usar para nuestro beneficio esa formidable capacidad que el hombre tiene, ahora m¨¢s que nunca, de controlar la naturaleza. Pero tambi¨¦n se puede volver contra el hombre. Lo primero que nos viene a la cabeza es, probablemente, la energ¨ªa nuclear, que sirve para producir tanto energ¨ªa barata como bombas que pueden destruir a toda la humanidad. Pero el problema de las vacas locas nos muestra que el problema es m¨¢s general de lo que parece.
El reto inmediato es c¨®mo producir carne sin riesgo para la salud. El reto a medio plazo es c¨®mo usar la tecnolog¨ªa sin que se vuelva contra nosotros
A todos nos parece bien que productos cuyo consumo fue durante siglos privilegio de los ricos est¨¦n al alcance de casi todos los ciudadanos. Esto se ha logrado, por ejemplo, utilizando prote¨ªnas animales para la alimentaci¨®n del ganado. De este modo, los costes de producci¨®n de carne se han reducido considerablemente, porque las vacas ya no tienen que pasarse a?os digiriendo hierba hasta que est¨¢n en condiciones de convertirse en chuletas. Ahora les podemos dar la alimentaci¨®n m¨¢s adecuada, acortar el periodo de producci¨®n y rebajar los costes.
Bien pensado, no nos acaba de convencer que los solomillos que comemos est¨¦n fabricados a base de deshechos de animales, y no de la hierba que han comido las vacas desde el origen del mundo. Pero nos consolamos pensando que el cerdo, al que calificamos de animal sucio porque se alimenta de desperdicios, nos ofrece despu¨¦s un jam¨®n muy sabroso y nutritivo. ?Es diferente el caso de las vacas?
?Les gusta a los ganaderos engordar as¨ª a sus animales? Supongo que no, pero eso es lo que se lleva: ¨¦sa es la tecnolog¨ªa disponible. Si queremos producir mucha carne y a buen precio -dir¨¢n-, no queda otro remedio que estabularlos en espacios m¨ªnimos, alimentarlos con piensos artificiales y darles antibi¨®ticos, los necesiten o no, para evitar que enfermen. Porque una vaca enferma es una notable p¨¦rdida para el fabricante de carne.
Pero no hay nada inevitable en la tecnolog¨ªa, porque casi siempre hay otra disponible -aunque, eso s¨ª, puede ser m¨¢s cara-. Los suecos se plantearon, ya en los a?os ochenta, qu¨¦ tipo de carne quer¨ªan comer y, por tanto, qu¨¦ tipo de riesgos quer¨ªan evitar. Y decidieron que quer¨ªan productos m¨¢s naturales, basados en la hierba, el prado y un establo c¨®modo (enti¨¦ndase, c¨®modo para una vaca).
Los que estamos m¨¢s abajo, tal como se mira el mapa de Europa, preferimos la nueva tecnolog¨ªa, probablemente pensando en los intereses de los ganaderos, m¨¢s que en los de los consumidores: los mismos intereses que llevaron a los pol¨ªticos a quitar importancia al mal de las vacas locas, cuando aparecieron los primeros casos. Porque, en el corto plazo, el problema radica en la supervivencia de los ganaderos que han utilizado la nueva tecnolog¨ªa y que no tienen una salida f¨¢cil, porque volver a una alimentaci¨®n m¨¢s natural supone no s¨®lo un aumento de costes, sino todo un cambio de estrategia en el sector de la alimentaci¨®n. No se pueden hacer las cosas bien utilizando la misma estrategia que nos llev¨® a hacer las cosas mal.
A largo plazo, la disyuntiva parece un poco m¨¢s clara: carne barata con riesgos (que ahora sabemos que pueden ser altos), o carne cara con menos riesgos. Quiz¨¢s para la sociedad sueca, con su alto nivel de vida y la distribuci¨®n igualitaria de su renta, la elecci¨®n fue m¨¢s o menos sencilla. Para la nuestra, es mucho m¨¢s dif¨ªcil, porque volver a la tecnolog¨ªa segura significa eliminar la carne (y el pollo, y la trucha, y el salm¨®n, y... muchas cosas m¨¢s) de la dieta ordinaria de no pocos ciudadanos.
Me temo que en nuestro pa¨ªs no tendremos un gran debate, como los suecos, acerca de lo que queremos que sea nuestra dieta. Pero me parece que ese debate es necesario, porque nos jugamos en ¨¦l algo mucho m¨¢s importante que el futuro de nuestra caba?a ganadera -y ya se ve que nuestros vecinos no son mucho m¨¢s escrupulosos que nosotros-.
El reto inmediato es c¨®mo producir carne sin riesgo para la salud. El reto a medio plazo es c¨®mo usar la tecnolog¨ªa sin que se vuelva contra nosotros. Y ¨¦ste es un problema t¨¦cnico, econ¨®mico y pol¨ªtico. Y tambi¨¦n, como los suecos nos ense?aron, ¨¦tico. Porque afecta a nuestra salud, a nuestro nivel de vida y aun a nuestro mismo estilo de vida.
Antonio Argando?a es profesor de Econom¨ªa en el IESE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.