Circos de invierno
- 1. ?loize. Nada que ver, afortunadamente, con el Cirque du Soleil. El Cirque ?loize, tambi¨¦n canadiense, fundado en Quebec por artistas de la Escuela Nacional de Circo de Montreal, es un circo humilde que no busca apabullar, sino fascinar apoy¨¢ndose en los tres pilares esenciales del g¨¦nero: fuerza, agilidad, gracia. Nada que ver, pues, con los macrocircos terribles de nuestra infancia, con el horror de los payasos como ni?os retardados, de los animales sometidos, rusos o norteamericanos; de los ni?os aut¨®matas, con la sonrisa clavada en los labios, de la Ciudad de los Muchachos. Ni, insisto, con el Soleil, que es al circo de verdad lo que las porcelanas de Lladr¨® a la escultura. Joan Anguera descubri¨® al Cirque ?loize en el fringe de Edimburgo y lo llev¨® a T¨¤rrega el a?o pasado, con un ¨¦xito espectacular. Excentricus ha llegado al Victoria (tres semanas, a teatro lleno) con 600 funciones a sus espaldas, lo que explica la perfecci¨®n de su puesta en escena. Hay mucho trabajo, muchas horas de vuelo y mucha disciplina a sus espaldas, la necesaria para que todo parezca f¨¢cil, para que todo parezca un juego. Los artistas del ?loize (que es el nombre que en las Islas de la Madeleine dan a los 'destellos de calor') hacen de todo y todo lo hacen estupendamente. Son m¨²sicos, trapecistas, acr¨®batas, clowns, fun¨¢mbulos.
En el ?loize hay mucho trabajo, muchas horas de vuelo y mucha disciplina a sus espaldas
Ocupan todo el escenario del Victoria sin abarrotarlo; lo hacen suyo y la energ¨ªa fluye de unos a otros como la m¨²sica, la fant¨¢stica m¨²sica que marca el ritmo continuo, imparable, del espect¨¢culo. No hay tiempos muertos, pero tampoco fatiga de los sentidos.
Todo est¨¢ ordenado por la mano sabia y po¨¦tica de Jeannot Painchaud, su director. Luces tenues, de cabaret surreal; vestidos y gestos y figuras que recuerdan el primer Magic Circus de Savary. Hay, en lo alto, una soberbia trapecista enfundada en terciopelo rojo, una reina de las amazonas: Marie-?ve Dumais. En otro trapecio, un veterano saxofonista fuera de serie, Claude Vendette, con la cabeza cubierta por un fez granate. Su m¨²sica es tambi¨¦n un continuo tour de force: poco antes del fin del espect¨¢culo, tocar¨¢ el saxo y el clarinete al mismo tiempo. Toca el acorde¨®n otra trapecista y contorsionista casi ni?a, Genevi¨¨ve Cliche, una Lolita con coletas y camiseta a rayas que el h¨¦rcules de la troupe, Antoine Gagnon, levantar¨¢ con una sola mano en un n¨²mero bell¨ªsimo. Nelson B¨¦gin es un Monsieur Loyal con esmoquin, melena y patillas de hacha, que toca la guitarra el¨¦ctrica y el contrabajo, dirigiendo las entradas. Se suceden los n¨²meros maravillosos: un pas ¨¤ deux de Daniel Cyr en escala libre; un mano a mano con rueda acrob¨¢tica y trapecio entre Cyr y la Dumais que es pura espuma. El augusto de Excentricus se llama Jaime Adkins, y trabaja en el m¨¢s puro estilo de Michael Crawford: hay que verle, prisionero de una silla de tijera, o perdiendo y recuperando m¨¢gicamente el equilibrio en un dificil¨ªsimo n¨²mero de cuerda floja. El contraaugusto, Marcus, es un as de la cuerda lisa. Su personaje es el del intruso, el chaval que quiere formar parte de la troupe, que se les cuela en todos los n¨²meros y continuamente es rechazado, hasta que trepa por la cuerda para hacer un solo de virtuoso, ahorcarse, resucitar y recibir el abrazo conmovido del Loyal, la bienvenida al circo: una escena que pod¨ªa caer en el ternurismo y que tiene el punto justo entre la emoci¨®n y el p¨¢nico. Con la m¨²sica a todo trapo -no se escuchaba en un circo un rock'n'roll tan potente desde los d¨ªas gloriosos (Garbage) de la banda de Jango Edwards-, la compa?¨ªa se despide con un grand finale: toda la compa?¨ªa sobre una bicicleta pilotada por el gran Sylvain Dubois. El Victoria deber¨ªa institucionalizar las visitas navide?as (o en cualquier ¨¦poca) del Cirque ?loize.
- 2. 'A banda'. El Nacional ha recuperado (?enhorabuena!) una tradici¨®n que hasta ahora correspond¨ªa al Mercat de les Flors: la presentaci¨®n, en circuito, de un circo catal¨¢n por navidades, a muy buen precio: 1.500 pesetas la localidad, con el 50% de descuento para menores de ocho a?os. Durante unos pocos d¨ªas, del 21 al 30 de diciembre (lo ideal hubiera sido prorrogar hasta Reyes), en la sala Tallers, ha recalado el espect¨¢culo A banda, creado por el Ateneu Popular de Nou Barris y la compa?¨ªa Bid¨®, reciente premio especial de la cr¨ªtica por su tarea en favor del circo, de la creaci¨®n, como bien dec¨ªa Pablo Ley, de 'un circo catal¨¢n contempor¨¢neo'. A banda juega, durante una hora y cuarto, con la idea de un ensayo general, de ver el espect¨¢culo haci¨¦ndose, en toda su frescura y falta de pretensiones: unos feriantes llegan a un espacio desnudo y, mientras levantan sus atracciones, ponen a punto sus n¨²meros. Hay coreograf¨ªas humor¨ªsticas, como la del grupo de m¨²sicos -bonita, emotiva m¨²sica de Arrigo Tomasi- cruz¨¢ndose, siempre en el instante justo, con los portadores de mamparas, o la pelea entre dos t¨¦cnicos que culmina en un enfrentamiento acrob¨¢tico.
En el espect¨¢culo de A banda destacan, para mi gusto, dos parejas. La primera est¨¢ compuesta por un notable funambulista y malabarista, Manolo Alc¨¢ntara, y su compa?ero Quique Aguilera, acr¨®bata, equilibrista, clown y saxo, que rematan su n¨²mero con un original ejercicio sim¨¦trico: Alc¨¢ntara pasa el cable mientras Quique Aguilera camina sobre las manos al un¨ªsono, pies contra pies, creando un singular efecto de reflejo. Alc¨¢ntara y Aguilera trabajan bajo el nombre de guerra de Circo Imperfecto; Familia Ram¨ªrez es el nombre elegido por la otra pareja, la acr¨®bata y trapecista Silvia Compte y el portador Ded¨¦, apodo del coloso Andr¨¦ Madrignac, que dan lo mejor de s¨ª mismos en el vigoroso y emocionante n¨²mero a¨¦reo que cierra la funci¨®n. Destaca tambi¨¦n, en solitario, un ilusionista muy dotado, Enric Magoo, que desprende una gran simpat¨ªa, se desdobla en diversos personajes y brilla en un juego de magia con palomas; un juego que en su arranque nos hace pensar que lo hemos visto mil veces, pero que maravilla por sus sorpresas y la limpieza de su ejecuci¨®n. Los problemas del espect¨¢culo radican, dir¨ªa, en la lentificaci¨®n del tempo en determinados n¨²meros, como los malabares a varias manos con bolas y mazas, o en los ejercicios de funambulismo de Alc¨¢ntara: a¨²n siendo muy bueno, yo creo que los alarga demasiado. A Xavier Mateu y Ana Ruiz, directores, tan s¨®lo les falta picar un poco m¨¢s el ritmo y buscar un final contundente para que A banda sea un espect¨¢culo redondo.
- 3. Raluy. 'Un circo ambulante', dec¨ªa Sebasti¨¤ Gasch, 'es un milagro de la voluntad'. El Raluy es un circo ¨ªntimo, familiar. Los hermanos Raluy, Llu¨ªs y Carles, heredaron algunos de los carromatos de su padre, don Luis Raluy Iglesias, y desde la d¨¦cada de 1960 hasta hoy han ido a?adiendo nuevas piezas, algunas con casi 100 a?os de historia, a este 'museo ambulante del circo', que yo dir¨ªa que es ¨²nico en el mundo. Durante todo el a?o 2000, los Raluy han recorrido Argentina para volver al Port Vell -atenci¨®n: prorrogan hasta el 14 de enero- con nuevos artistas y nuevos n¨²meros. Carles Raluy es el director y el jefe de pista. T¨ªmido, sobrio, un poco parecido f¨ªsicamente a Alfredo Kraus. Nada que ver con los charlatanes vocingleros de los circos de tres pistas. Llu?set es el clown, un clown amable, ingenuo, casi melanc¨®lico. Las hijas de Llu?set son Llu?sa, que parece construida con materia irrompible, s¨®lida y ultraligera, de antes de la guerra, y la bell¨ªsima Kerry. Son funambulistas y abren el espect¨¢culo con un homenaje a Argentina, bailando el tango en pasarela, y haciendo un dif¨ªcil n¨²mero de equilibrios sobre esferas gigantes en rampa. En el n¨²mero de Txi Bao Wi (que se anuncia en el programa como 'especialitats xineses') trabajan la compa?era de Carles Raluy y varios de sus hijos, acr¨®batas, en un crescendo de piruetas y malabares que culmina con la haza?a habitual de Txi Bao: atravesar un t¨²nel de cuchillos con las paredes incendiadas. Este a?o hemos vuelto a encontrar a Sonia, la malabarista con un formidable juego de piernas, y a Graciela, la trapecista, que borda un gran trabajo sin red, vestida de manola y con un clavel rojo en la boca. Entre las muchas novedades, ustedes podr¨¢n ver a Elena Romanova y sus gatos fun¨¢mbulos; al austriaco Valent¨ªn, el Hombre de los tubos (algo as¨ª como los Mummenschantz en una sola persona), y a tres de nuestros payasos m¨¢s carism¨¢ticos: Monti (Joan Montany¨¨s), el clown Dom¨¨nec de Guzm¨¢n y el contraaugusto Oriol Boixader, con una entrada -la de la hipnosis- que estrenaron este verano en su espect¨¢culo del Borr¨¤s; una entrada con la que se meten al p¨²blico en el bolsillo. Y, como gran remate, la formidable troupe rumana Bilea, 12 acr¨®batas en b¨¢scula y cuerda que cortan el hipo con una de las proezas m¨¢s dif¨ªciles de su arte: el doble salto mortal en quinta posici¨®n, en el que una joven acr¨®bata es propulsada por la palanca, gira en el aire y aterriza, de pie, convirti¨¦ndose en la quinta integrante de una columna humana. En el intermedio, los artistas venden caf¨¦s y bocadillos, y recortables en los carromatos, haci¨¦ndonos creer, por un momento, que son como nosotros, que pertenecemos (eso queremos creer, ingenuos) a la misma raza que ellos. La raza de la fuerza, la gracia, el equilibrio y la destreza.
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