Atropellos
Con su dise?o paisajista de jard¨ªn ingl¨¦s, el Parque del Oeste es quiz¨¢ el m¨¢s bello de Madrid. A lo largo de mi vida he podido frecuentarlo en diversas ocasiones, y siempre me ha cautivado su extra?a melancol¨ªa solitaria. Pero ¨²ltimamente se hab¨ªa llenado de vida popular a borbotones, cuando se convert¨ªa los jueves por la tarde en plaza mayor de la inmigrante colonia ecuatoriana, que acud¨ªa a celebrar ruidosas fiestas colectivas en torno a canchas de voleibol improvisadas. As¨ª pude saborearlo mientras particip¨¦ en El gabinete, la tertulia radiof¨®nica que animaba Julia Otero antes de ser defenestrada por los hombres del Presidente, cuyo estudio madrile?o daba vistas al lindante Parque del Oeste. Pero aquella continua fiesta ecuatoriana dur¨® poco tiempo. En cuanto Aznar gan¨® en marzo pasado por mayor¨ªa absoluta, la ex juez Mar¨ªa Tard¨®n, concejal popular responsable del ramo, no tard¨® en expulsar de su parque a los ecuatorianos manu militari.
Por eso, tras el tr¨¢gico atropello de Lorca, que ha puesto fin a tantas vidas ecuatorianas, no he podido menos que recordar aquel otro atropello moral del parque, que acab¨® con el poco consuelo festivo que compensaba la explotaci¨®n de sus compatriotas. S¨¦ que resulta demag¨®gico aprovechar ret¨®ricamente las casualidades. Pero no puedo menos que identificarme con aquellos de mis semejantes que caen v¨ªctimas de un destino aciago que debi¨¦ramos someter a control. ?sa es la ¨²nica justificaci¨®n del orden pol¨ªtico: la de dosificar una m¨ªnima violencia leg¨ªtima para prevenir o reparar otra injusta violencia mayor. Pues bien, el actual orden pol¨ªtico espa?ol est¨¢ fallando, en la medida en que no est¨¢ sabiendo evitar el atropello de los derechos de los inmigrantes, a los que se explota con cruenta pero rentable impunidad.
Y lo m¨¢s preocupante no son las muestras de mal gobierno, que cada vez cunden con mayor frecuencia, sino las sospechas de complicidad con los empresarios que explotan la mano de obra clandestina. Este otro atropello pol¨ªtico es mucho mayor, pues raya con el abuso de poder. ?Se ha utilizado el rodillo parlamentario para entregar a los inmigrantes atados de pies y manos a los capataces agrarios, incentivando que los sometan a condiciones de servidumbre forzosa? Hasta ahora sospech¨¢bamos que las arbitrariedades de este Gobierno ten¨ªan por objeto recomponer la tasa de ganancia de la nueva clase empresarial del PP, ejemplificada por los llamados amigos de Rato que controlan pol¨ªticamente el sector p¨²blico privatizado. Pero ahora comenzamos a sospechar que sus atropellos tambi¨¦n benefician a otros empresarios menos visibles pero m¨¢s numerosos, predominantes en la base electoral del PP y que constituyen su clientela natural. Esa misma clase de empresarios, creo que tambi¨¦n murcianos, ante quienes un ministro prometi¨® que el Ebro se trasvasar¨ªa por los huevos de Aznar.
Esto no ha hecho m¨¢s que empezar. El cheque en blanco firmado por los electores est¨¢ siendo interpretado como una licencia para el atropello. Pi¨¦nsese en el caso Lia?o, chusco fantoche con el que se intenta poner de rodillas al poder judicial. Es el despotismo testicular, para el que hace falta bien poca valent¨ªa si se dispone de mayor¨ªa absoluta. Sobre todo cuando debido a otros atropellos se mantiene amordazada a la opini¨®n p¨²blica, gracias al espurio control de los medios vasallos que le rinden pleites¨ªa y que se multiplican por medio del BOE casi cada d¨ªa. Todo ello mientras se coacciona y distrae al personal agitando la cabeza de turco de Arzalluz. Es la aplicaci¨®n al pie de la letra de la espiral del silencio, teor¨ªa patentada por Elisabeth Noelle-Neumann que su soci¨®logo de guardia le ha soplado a Aznar. As¨ª se puede incurrir en cualquier atropello sin temor al control ni a la cr¨ªtica, exceptuados los consabidos ladridos que confirman la regla. Mientras tanto, cunde en Praga la rebeli¨®n de los periodistas, apoyados desde la calle por multitudes que manifiestan el celo de su civismo. ?Y de qu¨¦ protestan?: ?de la sumisi¨®n al poder pol¨ªtico que padece la televisi¨®n p¨²blica! Sugiero para ellos el Premio Pr¨ªncipe de Asturias.
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