'Revival' cul¨¦
La victoria de Gaspart en las elecciones presidenciales de julio se explic¨® m¨¢s por lo que se le supon¨ªa al vicepresidente azulgrana que por lo que ofrec¨ªa. Frente al ideario de Bassat, Gaspart respondi¨® siempre con la misma cantinela: para dirigir un club como el Bar?a, hacer frente al Madrid y manejarse en la jungla del f¨²tbol, se impone una experiencia que s¨®lo se adquiere con el tiempo, desde la propia directiva y tras muchas victorias y derrotas. Hoy, sin embargo, los rectores del Bar?a vienen actuando como unos principiantes, cometiendo errores de aficionado y otorg¨¢ndose un a?o de transici¨®n en virtud de un memorial de agravios m¨¢s propio de reci¨¦n llegados que de profesionales: unos comicios convocados a destiempo; una plantilla configurada a salto de mata; un entrenador elegido por consenso m¨¢s que por criterio y una afici¨®n fatigada por una confrontaci¨®n social que exige tiempo para su arreglo.^M
El dilatado curr¨ªculo de la directiva no ha servido para salvar situaciones rid¨ªculas que se daban por superadas sino que las ha reproducido hasta el extremo de que el club parece v¨ªctima de un revival no deseable. El llamado caso Cris evoca negociaciones como las vividas en su d¨ªa con Cerezo, Kopke o McManaman. M¨¢s all¨¢ de una necesidad futbol¨ªstica discutible, las negociaciones con el central debilitan a la entidad por el pulso abierto entre la directiva y el entrenador, quien ante la duda se aline¨® con la plantilla, con la que se siente m¨¢s protegido que desde la sala de juntas, en donde se le utiliza m¨¢s como comod¨ªn que como t¨¦cnico.
Escarmentado por los fichajes del verano, que asume a su manera de persona desconfiada, Serra Ferrer ha dejado dicho que ya s¨®lo se responsabilizar¨¢ de las contrataciones que encomiende personalmente. La directiva ha respondido como Poncio Pilatos: el entrenador pidi¨® un central y ah¨ª lo ten¨ªa, de manera que si no le gust¨® es su problema, pero que luego, a la hora del recuento, no le venga con monsergas. Del contencioso por un futbolista menor ha derivado un conflicto mayor que mancilla la entidad y delata una vulnerabilidad que se repite en asuntos de distinto calado. Por ejemplo, la manera como la entidad se ha desprendido de los jugadores que no quer¨ªa el entrenador sin mediar, en este caso, la recomendaci¨®n de la junta: a la mayor¨ªa se les ha concedido la carta de libertad, tal que fueran unos necesitados, para que acabaran recalando en clubes de primer orden como el Liverpool, el nuevo equipo de Litmanen.^M
Ante la denuncia, el presidente pide perd¨®n y a otro pecado. Gaspart promueve una pol¨ªtica de dif¨ªcil evaluaci¨®n. La contrataci¨®n de asesores remunerados fomenta el desgobierno porque impide depurar responsabilidades, y el Bar?a es hoy una suma de voluntades m¨¢s que un club organizado. La hinchada sabe de la presencia de mucha gente, de varios t¨¦cnicos y, sin embargo, resulta dif¨ªcil decir de qu¨¦ se ocupa cada uno. Por no hablar, ni se plantea cu¨¢l debe ser el papel del equipo filial en una situaci¨®n de emergencia como la causada por la ausencia de defensas en la plantilla profesional, pese a que Serra Ferrer fue el coordinador del f¨²tbol base.^M
A Gaspart le avala su buena voluntad, el empe?o en la reconciliaci¨®n social y el inter¨¦s por mantener buena relaci¨®n con las instituciones, que le ha permitido acabar con la crispaci¨®n y desbloquear proyectos como el de la ciudad deportiva, pero nada m¨¢s. La suya es una obra presidida m¨¢s por gestos que por decisiones. La presidencia del Bar?a ha pasado de la impopularidad al populismo y de las medias mentiras a las medias verdades. La transparencia no consiste en radiar la actividad diaria ni la acci¨®n de gobierno pasa por llamar un d¨ªa a la puerta de N¨²?ez y otro a la de Cruyff para hacer ver que se est¨¢ con los dos y con ninguno a la vez.
Al actuar como hasta ahora, la junta corre el riesgo de que cuando presente el plan director, que debe profesionalizar y vertebrar el club, la propuesta se haya quedado obsoleta, porque entretanto no s¨®lo se est¨¢n desgastando las personas sino que se desvirtuan los cargos y se prepara un epitafio digno de una junta novata: en la transici¨®n, el primer a?o no cuenta, y si se contabiliza es s¨®lo para bien.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.