Unos veterinarios contratados por la Xunta certifican la salud de las vacas sin verlas

Estas contrataciones son consecuencia de la entrada en vigor del programa integral con que se afronta la crisis de las vacas locas, que incluye la exigencia de que toda res que vaya a ser sacrificada incluya entre su documentaci¨®n obligatoria un certificado veterinario de que no padece ninguna de 26 enfermedades establecidas en un decreto de 1993.

Pedro Lila, presidente del Colegio de Veterinarios de Lugo y representante de los cuatro colegios de Galicia, confirm¨® a este peri¨®dico la iniciativa de la Xunta: 'Sabemos que algunos de estos veterinarios han renunciado, que otros lo van a hacer y que unos terceros quedan a la espera. Est¨¢ claro que si se certifica as¨ª, la legalidad queda en entredicho y nos va a hacer quedar mal. No s¨¦ si quieren acaban con el sector ganadero o tambi¨¦n con el sector veterinario'. Fuentes de la Xunta reconocieron la contrataci¨®n de ese grupo de veterinarios y se limitaron a decir: 'Vamos a defender en Madrid la eliminaci¨®n de los certificados'.

'El caos es absoluto', opin¨® Lidia Senra, del Sindicato Labrego Galego, que como otras organizaciones pide la supresi¨®n de los certificados. 'Ahora', agreg¨®, 'hay gente que est¨¢ pagando por un certificado, quienes lo obtienen gratis y los que no encuentran a nadie que se lo haga'.

El pasado 23 de diciembre se public¨® en el BOE el decreto 3454/2000 que se?ala en su art¨ªculo 10 que 'todos los animales de la especie bovina, ovina y caprina destinados al matadero deber ir acompa?ados de un certificado que contenga al menos los datos que figuran en el anexo XI'. En dicho anexo consta un modelo en el que el veterinario debe hacer constar la identificaci¨®n del animal, el matadero al que es destinado y declarar que 'no presenta s¨ªntomas cl¨ªnicos de ninguna de las enfermedades relacionadas con el art¨ªculo 5 del Real decreto 147/1993 (...) y por tanto se consideran aptos para su sacrificio con destino al consumo humano'.

Confusi¨®n

La obligatoriedad de los certificados caus¨® escenas de gran confusi¨®n durante los primeros d¨ªas de aplicaci¨®n en muchos puntos de Galicia. Tal fue el caso de la feria de ganado que se celebr¨® el domingo siguiente en Melide, en A Coru?a. Corri¨® la voz de que hac¨ªan falta certificados y nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer. 'De pronto', seg¨²n coment¨® un testigo, 'aparecieron varios veterinarios dispuestos a firmar y, claro, hicieron su agosto. Cobraban 3.000 pesetas por cada uno'.

La cuesti¨®n, seg¨²n el Colegio de Veterinarios de Lugo, fue que uno de ellos no era veterinario, dio un nombre supuesto con un n¨²mero de colegiado falso sin que nadie lo advirtiera. La confusi¨®n sigui¨® en otros puntos: en la cooperativa de Chetaca, en Lugo, apareci¨® una monta?a de certificados en blanco, ya firmados, para su uso por los ganaderos.Pero el ¨²ltimo episodio rebasa todos los r¨¦cords: es la propia Xunta la que ha propiciado que se firmen certificados sin examinar las reses contratando a 34 veterinarios para esa labor. Uno de los contratados relat¨® a este peri¨®dico su experiencia: 'El lunes 8 de enero recib¨ª una carta de la Xunta en la que se me convocaba a la una del mediod¨ªa en la sede de Presidencia en San Caetano porque iban a proceder a la contrataci¨®n de 34 veterinarios. Se nos ofrec¨ªa un contrato de 45 d¨ªas prorrogable a seis meses para actuar como 'veterinario certificador', relata. 'En Santiago nos juntamos algo m¨¢s de 200 veterinarios. Un funcionario', agrega, 'nos explic¨® las condiciones del trabajo. Nos dijo que deber¨ªamos hacer certificados veterinarios en los lugares asignados y que los jefes locales dispondr¨ªan de una despacho para realizar nuestra labor. Algunos de los presentes comentaron que eso era infumable, que lo l¨®gico era visitar la explotaci¨®n y examinar la vaca, pero el funcionario contest¨® que ¨¦l no era t¨¦cnico y que firmaran quienes quisieran'.

Seg¨²n los datos de dicho veterinario, los contratados se repartieron como sigue: 'Ocho veterinarios en A Coru?a, seis en Pontevedra, seis en Ourense, unos diez en Lugo y el resto, en la sede central de Santiago'. Sus destinos fueron, por lo general, dependencias de extensi¨®n agraria en diversas poblaciones u oficinas de la consejer¨ªa, caso de Pontevedra capital.

'Decid¨ª firmar ese contrato', cuenta. 'En un momento dado, pas¨® por all¨ª Antonio Crespo, el director general de Agricultura, e hizo un comentario que nos sorprendi¨®: 'espero que no firm¨¦is esa barbaridad'. Tras firmar me dijeron que me dirigiera al d¨ªa siguiente [martes, d¨ªa 9] a las ocho de la ma?ana al jefe de mi zona para recibir instrucciones. El jefe local no sab¨ªa nada de esto y ya me coment¨® que le parec¨ªa una burrada'.

Los jefes de ¨¢rea, en general, no supieron dar instrucciones. 'Alguno se pas¨® la jornada en un pasillo', relatan en Lugo. 'No es que les impidieran salir a una explotaci¨®n, pero tampoco les facilitaban el transporte'. 'No firm¨¦ ning¨²n certificado', confiesa uno de los veterinarios, 'pero un compa?ero s¨ª lo hizo. Le coment¨¦ que deb¨ªa negarse, pero no me hizo caso'.

En A Coru?a, el Colegio Oficial de Veterinarios pidi¨® a los contratados que no firmaran nada en las condiciones que se les impon¨ªan.