Los tres maridos de la se?ora Clinton
?Sab¨ªa Hillary que estaba casada con un negro? Sin duda. Toni Morrison ha descrito a Bill Clinton como tal, porque es de procedencia social modesta, est¨¢ de parte de las minor¨ªas raciales, de los pobres -aunque son los m¨¢s ricos los que m¨¢s provecho han sacado de sus dos mandatos- y de las mujeres, y que, por eso, este americano hasta la m¨¦dula era odiado por la derecha. El tema racial estaba ya presente en su discurso inaugural en 1993 en el que reclamaba 'el poder de las ideas', y qued¨® remarcado en su segunda inauguraci¨®n, en 1997, al osar defender que, para EE UU, 'el nuevo rico tejido de diversidad racial, religiosa y pol¨ªtica ser¨¢ un regalo de Dios para el siglo XXI', pues 'grandes beneficios revertir¨¢n sobre los que pueden vivir juntos (...)'.
Ese ha sido el Clinton radical, que en sus comienzos presidenciales se estrell¨® contra el P¨¦ntagono al intentar forzar la presencia de los gays en las Fuerzas Armadas. Este radicalismo nunca le ha abandonado. Aunque no exenta de cinismo, la retahila de ?rdenes Ejecutivas que ha firmado en las ¨²ltimas semanas, y que vinculan a su sucesor, ya sea respecto a la aceptaci¨®n tard¨ªa del Tribunal Penal Internacional, a derechos sociales y raciales o a medidas medioambientales que chocan con los intereses de muchas industrias, es ejemplo de este radicalismo, en un intento de marcar su legado, y de tomarse una peque?a venganza contra George W. Bush, por haber robado en Florida las elecciones a Gore.
Sumados los votos dem¨®cratas y verdes en las presidenciales ha habido una notable mayor¨ªa de centro-izquierda. El pr¨®ximo s¨¢bado, cabr¨¢ comparar la procesi¨®n de miles de personas en 1993 desde el Memorial Lincoln en Washington que acompa?aron a los Clinton hacia su toma de posesi¨®n, con las manifestaciones que se est¨¢n preparando contra Bush. ?se ha sido el Clinton que despert¨® tantas ilusiones entre sus seguidores que, ingenuamente, llegaron a creer que con ¨¦l todo era posible.
Pero ha habido otro Clinton, el realista, que a partir de 1994, cuando los dem¨®cratas perdieron por su mala gesti¨®n la mayor¨ªa en el Congreso, en vez de enfrentarse a los republicanos, pact¨®, flot¨® como un corcho, intentando reconducir la situaci¨®n hacia el centro, con pol¨ªticas pr¨¢gm¨¢ticas, que le llevaron a una triunfal reelecci¨®n. Es ¨¦se el Clinton de una prosperidad sin igual en EE UU de la que se ha beneficiado toda la sociedad menos la franja m¨¢s pobre; que se ha cargado los programas de asistencia social; durante cuyo mandato se ha reducido la tasa de crimen, pero con m¨¢s gente en la c¨¢rcel que nunca; el de los bombardeos injustificados contra Sud¨¢n, Afganist¨¢n e Irak, o la negativa a sumarse al tratado contra las minas antipersonas; el de la revoluci¨®n informacional, que ha luchado contra el imperio de Microsoft pero permitido que se formasen los mayores conglomerados empresariales medi¨¢ticos de la historia. Incluso as¨ª, los tres temas favoritos en su pensamiento progresista -educaci¨®n, sanidad y pensiones-, han marcado la agenda de ambos candidatos en las elecciones de 2000, y probablemente en buena parte de la del propio Bush, que se presenta como pol¨ªticamente despiadado aunque socialmente compasivo.
Tanto como su enorme astucia pol¨ªtica, a Clinton le salv¨® del caso Lewinsky ante todo su mujer, hoy senadora por Nueva York, convertida en una de las grandes promesas del partido dem¨®crata, cuya referencia central son hoy los Clinton. Una vez que supere sus problemas con la justicia y haya rehecho sus financias personales, el comeback kid (el chico que siempre se recupera) volver¨¢, de alguna forma, a la pol¨ªtica. ?se puede ser el tercer marido de la se?ora Clinton, su mejor consejero para -?en 2004, en 2008?- intentar el salto a la Casa Blanca; ¨¦l, ya, como primer caballero.
aortega@elpais.es
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