El amigo americano
La declinante secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright y el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦, firmaron el jueves 11 en Madrid un acuerdo marco que pretende definir un nuevo campo privilegiado de cooperaci¨®n entre los Gobiernos de Estados Unidos y de Espa?a. Se trata de una macedonia de frutas a base de 'nuevos retos a la seguridad' que suma elementos tan dispares como la violencia social, el desorden industrial y el sida que al parecer son las amenazas estrat¨¦gicas del tiempo presente, aunque algunos todav¨ªa no se hayan dado por enterados. Pero, m¨¢s all¨¢ de estas heterogeneidades y con el envoltorio edulcorante de institucionalizar una reuni¨®n anual entre el Departamento de Estado y el Ministerio, la sustancia reside en el compromiso de proceder a una revisi¨®n t¨¦cnica del convenio de Defensa vigente desde 1989 y de facilitar una modernizaci¨®n de instalaciones.
El Convenio citado se public¨® en el Bolet¨ªn Oficial del Estado del 6 de mayo de 1989. Fue negociado durante m¨¢s de dos a?os para llevar a cabo lo establecido en el tercer punto del refer¨¦ndum de 1986 que, al fijar las condiciones de la permanencia de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica dispon¨ªa que deb¨ªa procederse a la reducci¨®n progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en Espa?a.
Al frente de las misiones negociadoras estuvieron el secretario general de Pol¨ªtica Exterior, embajador M¨¢ximo Cajal, y R. Bartholomew, embajador de los Estados Unidos en Madrid. Ahora que tanta importancia se quiere atribuir a estas relaciones de Defensa puede ser oportuno hacer algunas precisiones.
La primera es muy reciente. Deriva del llamado Libro Blanco de la Defensa, que en realidad es un ¨¢lbum de estampas a todo color, presentado al p¨²blico el 28 de marzo de 2000. La consulta a sus 172 p¨¢ginas m¨¢s otras 105 de muy variados ap¨¦ndices permite afirmar que carece de referencia alguna al Convenio con nuestro principal aliado que disfruta en nuestro pa¨ªs de importantes Instalaciones de Apoyo (IDAS) y al que concedemos reiteradas Autorizaciones de Uso (ADUS). La segunda es un elemental recordatorio de las circunstancias que rodearon las negociaciones del Convenio porque asombra repasar el despliegue de insidias vertidas en la prensa espa?ola de la ¨¦poca contra el embajador Cajal.
El Abc de Anson, el 21 de marzo de 1987 dec¨ªa que 'la arrogancia, los preconceptos y el apasionamiento del se?or Cajal no son el mejor bagaje para propiciar un entendimiento hoy necesario para Espa?a y para Norteam¨¦rica'. Meses despu¨¦s el 24 de julio de ese mismo a?o, Abc public¨® un texto firmado por Alberto M¨ªguez en el que se dec¨ªa que el ministro Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez 'mantuvo un equipo con un nivel profesional aceptable, pero con algunos hombres de Mor¨¢n que parecen al servicio de los intereses de la Uni¨®n Sovi¨¦tica'. Y a?ad¨ªa: 'El secretario general de Pol¨ªtica Exterior, M¨¢ximo Cajal, tuvo que bregar con varias negociaciones, entre ellas las de las bases americanas y demostr¨® un cierto sectarismo antiamericano, impropio de una negociaci¨®n diplom¨¢tica'.
M¨ªguez remiti¨® al d¨ªa siguiente una carta a Anson rechazando esas frases 'que no estaban en el original y de las que en modo alguno quer¨ªa responsabilizarse' pero nunca lleg¨® a publicarse (v¨¦anse para m¨¢s detalles las p¨¢ginas 191, 192 y 193 del libro ?Saber qui¨¦n puso fuego ah¨ª!, de M¨¢ximo Cajal, publicado por Siddhart Mehta Ediciones). En esa misma l¨ªnea de descalificaci¨®n se situ¨® tambi¨¦n otro llamado maestro de periodistas, Emilio Romero, siempre celoso de preservar los intereses de Washington, quien responsabilizaba a Cajal de la masacre de la embajada espa?ola en Guatemala y se asombraba de que con esos antecedentes hubiera sido nombrado presidente de la comisi¨®n negociadora por parte de nuestro pa¨ªs.
Atentos ahora que volvemos a esta clase de negociaciones con Estados Unidos, que se inician con una declaraci¨®n Piqu¨¦-Albright, sobre cuyo contenido en buena ley deber¨ªan haber sido informadas con la debida antelaci¨®n y detalle todas las fuerzas pol¨ªticas del arco parlamentario. Porque, adem¨¢s, cualquier modificaci¨®n del vigente Convenio de Defensa entra?a muy importantes arrastres. Adem¨¢s, el asunto del uranio empobrecido, sobre el que se necesitan urgentes aclaraciones del ministro de Defensa, deber¨ªa alertarnos para no desempe?ar el papel de pardillos.
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