Mentira imposible
Despu¨¦s de haber o¨ªdo las explicaciones gubernamentales del indulto al exjuez prevaricador Javier G¨®mez de Lia?o, cre¨ªa agotada mi capacidad de sorpresa. Pensaba que el ministro de Justicia y el presidente del Gobierno hab¨ªan puesto el list¨®n de lo esperp¨¦ntico tan alto, que era imposible que ning¨²n otro miembro del Gobierno pudiera igualarlos o superarlos al tener que explicar alg¨²n asunto de su competencia.
Pero me equivoqu¨¦. Parecer¨ªa que el mal de las vacas locas ha respetado a los ciudadanos normales y corrientes, pero est¨¢ afectando al Gobierno de la naci¨®n, porque, de lo contrario, no se entiende que en tan poco tiempo se est¨¦n dando explicaciones tan poco razonables sobre asuntos tan variados. Desde el Tireless a las propias vacas locas, pasando por el fraude del lino, que ha pasado a ser de un montaje electoral del PSOE alimentado por un informe irresponsable de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n a fundamento de una denuncia de la exministra y comisaria europea Loyola de Palacio en la Audiencia Nacional.
Pero la explicaci¨®n m¨¢s incre¨ªble y que, a decir verdad, jam¨¢s pens¨¦ que pudiera proporcionar un ministerio dirigido por Federico Trillo, es la relativa al llamado s¨ªndrome de los Balcanes. La nota de prensa del Ministerio de Defensa le¨ªda por el portavoz del Gobierno tras la reuni¨®n del Consejo de Ministros del pasado viernes es tan disparatada que resulta dif¨ªcil pensar que la haya podido redactar alguien que se encuentre en su sano juicio. Y que haya podido darle el visto bueno una persona que presume de su condici¨®n de jurista.
Se puede entender que el Gobierno en general y el ministro de Defensa en particular se encontraban en una situaci¨®n muy embarazosa. Se hab¨ªa respondido el 22 de septiembre de 1999 y el 26 de mayo de 2000 por escrito a preguntas parlamentarias formuladas por IU que el Gobierno desconoc¨ªa el uso de uranio empobrecido en los bombardeos de Kosovo, cuando el mi¨¦rcoles de esta pasada semana hemos sabido por el coronel Villalonga, responsable de Inspecci¨®n de Sanidad, que desde mayo de 1999 los Estados Unidos hab¨ªan informado a los pa¨ªses de la OTAN del uso de munici¨®n de este tipo. Y si en septiembre de 1999 el titular del ministerio era Eduardo Sierra, en mayo de 2000 ya lo era Federico Trillo. El Gobierno hab¨ªa mentido al Parlamento en dos ocasiones. La primera mentira no era imputable al actual ministro de Defensa, que en 1999 era presidente del Congreso. Pero la segunda s¨ª.
Pero lo que no se puede entender es que se pretenda salir de esa situaci¨®n embarazosa, introduci¨¦ndose en otra que lo es m¨¢s todav¨ªa. Porque esto, justamente, es lo que ha hecho el ministro de Defensa al poner en circulaci¨®n la nota a la que he hecho referencia. La afirmaci¨®n de que 'toda la informaci¨®n sobre este asunto fluy¨® a trav¨¦s de los canales del mando militar (subrayado m¨ªo), en cuanto que era de inter¨¦s para las operaciones, pero no se comunic¨® a los Gobiernos de la Alianza, por no considerarse relevante a otros efectos', no es que sea una mentira, es que no puede no ser una mentira.
Y no puede no serlo porque en Espa?a, 'mando militar' en singular solamente lo es el presidente del Gobierno y, por delegaci¨®n de ¨¦ste, el ministro de Defensa. De acuerdo con lo establecido en la Constituci¨®n y en las Leyes org¨¢nicas de desarrollo de la misma (Leyes org¨¢nicas 6/1980 y 1/1984, por las que se regulan los criterios b¨¢sicos de la defensa nacional y de la organizaci¨®n militar) el presidente del Gobierno o el ministro de Defensa son pol¨ªticamente las Fuerzas Armadas. Los militares que se integran en las Fuerzas Armadas ejecutan la 'pol¨ªtica de defensa' definida por el Gobierno. Las Fuerzas Armadas carecen de autonom¨ªa respecto del poder civil en nuestro ordenamiento constitucional. Hay 'mandos militares' en las Fuerzas Armadas, pero no 'mando militar', que es exclusivamente civil. Por eso el Gobierno, su presidente o su ministro de Defensa no pueden no conocer una informaci¨®n de la OTAN. ?sta es una presunci¨®n iuris et de iure, es decir, de aquellas que no admiten prueba en contrario. Aunque fuera verdad que los 'mandos militares' recibieron informaci¨®n que no la hicieron llegar al 'mando militar', ser¨ªa mentira. El presidente del Gobierno y el ministro de Defensa son y no pueden dejar de ser el 'mando militar'. Y no hay nada que sepa el mando militar que no lo sepan ellos. Podr¨ªa suceder que lo supiera el ministro y no lo supiera el presidente. O que lo supiera el presidente pero no el ministro. Pero lo que nuestro ordenamiento constitucional no admite es que no lo sepan ninguno de los dos. Esa hip¨®tesis no la contempla la Constituci¨®n. De ah¨ª que, aunque fuera verdad lo que dice la nota del Ministerio de Defensa, ser¨ªa una mentira. Sencillamente el ordenamiento jur¨ªdico espa?ol no admite que eso pueda suceder.
Dicho de otra manera: la respuesta a las preguntas parlamentarias de IU han resultado ser falsas, pero pod¨ªan no haberlo sido. Hubiera sido posible que la OTAN no hubiera utilizado munici¨®n con uranio empobrecido o que, de haberlo utilizado, los Estados Unidos no hubieran informado a los dem¨¢s pa¨ªses de dicha utilizaci¨®n. No ha sido as¨ª y, por tanto, sabemos que el Gobierno espa?ol minti¨® en septiembre de 1999 y en mayo de 2000. Pero la nota del Ministerio de Defensa es mentira de entrada. Lo que en ella se dice, independientemente de que sea verdad, es mentira. No puede no serlo.
Y es una mentira que tiene unas consecuencias terribles para el ministro de Defensa. Porque ahora ¨²nicamente le queda una opci¨®n. En primer lugar, identificar a los 'mandos militares' que ocultaron informaci¨®n al 'mando militar' y exigirles las responsabilidades pertinentes. ?C¨®mo es posible que una informaci¨®n que puede tener una incidencia sobre la salud de los militares espa?oles enviados a la zona se le oculte al Gobierno responsable de haberlos enviado all¨ª? ?C¨®mo puede, en consecuencia, un ministro de Defensa haber puesto en circulaci¨®n una nota como la que conocimos el viernes sin haber ordenado simult¨¢neamente la apertura de un expediente informativo sobre la ocultaci¨®n de informaci¨®n, a fin de depurar las responsabilidades disciplinarias y/o penales en las que podr¨ªan haber incurrido los 'mandos militares' implicados? E inmediatamente despu¨¦s presentar su dimisi¨®n como ministro de Defensa por un grav¨ªsimo error en el ejercicio de su cargo. ?C¨®mo puede un ministro de Defensa continuar si¨¦ndolo despu¨¦s de reconocer p¨²blicamente que no ten¨ªa conocimiento de una informaci¨®n con repercusi¨®n indudable sobre los militares espa?oles que sirvieron en los Balcanes?
Cualquier explicaci¨®n que se hubiera dado a haber mentido al Parlamento, hubiera tenido un coste. Pero esta respuesta es la peor de todas las imaginables. Intentar escapar de una mentira con otra todav¨ªa peor, porque es una mentira constitucionalmente imposible, s¨®lo es explicable porque se ha perdido el juicio y no se sabe qu¨¦ hacer. ?No hay nadie en los servicios jur¨ªdicos del Ministerio de Defensa que haya alertado al ministro que la explicaci¨®n contenida en la nota era un remedio peor que la enfermedad?
Javier P¨¦rez Royo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.
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