El Atl¨¦tico respira en la Copa
Los rojiblancos se aprovechan de un partido subido de ¨¢nimos y ganan al Rayo en Vallecas
Fiel a su prestigio en la Copa, el Atl¨¦tico hizo en Vallecas lo que no acostumbra a hacer en la Liga. Gan¨®. La victoria servir¨¢ para apagar un poco la crisis que se cierne sobre el equipo. Para ganar tuvo que jugar con mucho esp¨ªritu. Le falt¨® f¨²tbol, pero de eso tampoco puede hablar el Rayo. Fue un partido de callej¨®n, con muchas patadas y los ¨¢nimos sobresaltados. Si a uno le convino fue al Atl¨¦tico.
A estas alturas, el Atl¨¦tico tiene el rasgo de los supervivientes. Su situaci¨®n en Segunda Divisi¨®n es casi desesperada, con el ascenso cada vez m¨¢s lejos en el punto de mira. Mal construido desde el comienzo de la temporada, parece un equipo decididamente menor. Los jugadores, que se resist¨ªan a aceptar sus carencias hasta hace poco, saben exactamente el limitado margen de maniobra que tienen. Consiste en batallar y buscar a Salva en el ¨¢rea. As¨ª de simple.
Por mucho que el panorama no parezca satisfactorio, es bastante peor el pecado de arrogancia que un exhaustivo ejercicio de humildad. El Atl¨¦tico es consciente de su estado: no le queda otro remedio que jugar con br¨ªo y complicar la vida a su rival. Es lo que hizo en Vallecas, donde el Rayo decepcion¨®. Durante toda su vida se ha visto obligado a actuar como lo hizo ayer el Atl¨¦tico. Equipo laborioso, siempre colgado de un hilo, ahora camina con comodidad por la Liga y hace historia en Europa. Pero la historia deja huella. El Rayo no est¨¢ para mirarle por encima del hombro al Atl¨¦tico por mal que est¨¦n los colchoneros.
Cuando comenz¨® a enterarse de lo que pasaba en el partido, el Rayo hab¨ªa concedido un gol. Excelente, por cierto. Hugo Leal pele¨® por el bal¨®n en el medio campo, progres¨®, se aprovech¨® de un error defensivo y busc¨® a Roberto, que hab¨ªa acompa?ado la jugada. Hasta ah¨ª, todo normal. Pero, de repente, Roberto record¨® a Laudrup. Mir¨® hacia un lado y pas¨® hacia el otro, por donde ven¨ªa Salva, siempre atento en el ¨¢rea. El pase fue tan bueno y sorprendente que el delantero marc¨® sin oposici¨®n.
El gol, notable por s¨ª mismo, fue un chispazo de luz en un partido infame. Por malo y por abrupto. Ballesteros fue expulsado en el segundo tiempo, como no pod¨ªa ser de otra forma. El ¨¢rbitro hab¨ªa tirado de tarjetas durante la primera parte y la cosa no par¨® despu¨¦s. Cuando hay jaleo y cuando no lo hay, Ballesteros pega con ganas. Pertenece a la vieja estirpe de centrales, tipos duros con ganas de intimidar a cualquiera. La expulsi¨®n a?adi¨® m¨¢s problemas al Rayo, que dej¨® pasar los primeros 40 minutos con suficiencia. Ni tan siquiera tuvo el vigor del Atl¨¦tico. Su primer remate se produjo cerca del descanso. Un tiro de Bolic que se escap¨® por un palmo. Hasta entonces, nada.
El Atl¨¦tico se acept¨® como es y busc¨® el cuerpo a cuerpo. Nadie dio un paso atr¨¢s, pero eso no signific¨® otra cosa que el derroche f¨ªsico y el sacrificio, mucho sacrificio. Se vieron algunas cosas de Kiko, dos llegadas de Roberto y el acostumbrado gol de Salva. Los dem¨¢s se afanaron en la pelea y poco m¨¢s.
El Rayo se aviv¨® en el segundo tiempo. Apret¨® y puso en algunas dificultades a la defensa del Atl¨¦tico, la peor l¨ªnea del equipo durante toda la temporada. Marcos todav¨ªa no ha encontrado una soluci¨®n a los problemas. Desfilan jugadores y nadie garantiza un m¨ªnimo de estabilidad. Ni con la ventaja de contar con un futbolista de m¨¢s el Atl¨¦tico se sinti¨® seguro en la ¨²ltima media hora. Tuvo oportunidades, pero cualquier ataque del Rayo causaba un l¨ªo de campeonato.
El segundo gol resumi¨® perfectamente el partido. Una jugada del Rayo acab¨® con dos remates a quemarropa de Bolic salvados por el portero. De su segundo rechace surgi¨® el contragolpe del Atl¨¦tico, culminado por un excelente movimiento de Roberto, que super¨® a un defensa y a Lopetegui para dar el pase de gol a Kiko.
Ah¨ª se termino casi toda la historia. Toda no, porque todav¨ªa hubo tiempo para unos cuantos codazos y patadas.
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