Flirteo pol¨ªtico a la mallorquina
Crece de forma epid¨¦mica en las conversaciones, cuando los mallorquines viajamos a la Pen¨ªnsula, la pregunta de qu¨¦ tal van las cosas con el Pacto de Progreso en Baleares. Resulta ciertamente curioso: en tierra firme las cuestiones insulares siempre han preocupado poco, a lo sumo en v¨ªsperas del verano, para saber el parte del tiempo y por d¨®nde deber¨¢n invertir las veladas de agosto los veraneantes for¨¢neos.
?Y c¨®mo marchan las cosas? Mejor que antes, entre otras poderosas razones por la intr¨ªnseca dificultad de seguir excavando aquellos t¨²neles de S¨®ller que se tragaron al Partido Popular. Se ven muchos rifirrafes menores elevados al altar de las presuntas grandes cuestiones del Estado auton¨®mico: adopci¨®n de ni?os por las parejas homosexuales, exposiciones comerciales de Lladr¨® o Agatha Ruiz de la Prada en las salas de arte municipales, horarios de las tiendas, decibelios de los bares de copas... Los tertulianos peninsulares, tan atentos siempre a los movimientos que puedan remover las aguas nacionalistas, a¨²n no han descubierto el huevo de la serpiente del verdadero cambio pol¨ªtico en las islas: el Gobierno aut¨®nomo va entregando poder a los entes insulares, los Consells, y en Baleares la oposici¨®n la hace uno de los partidos firmantes del pacto, Uni¨® Mallorquina (UM).
Las cosas andan mejor en Baleares tras la firma del Pacto de Progreso, pero no dejan de ocurrir cosas sorprendentes. Por ejemplo, que la oposici¨®n, la ¨²nica oposici¨®n, la haga Uni¨® Mallorquina, firmante del pacto
Se necesitar¨¢ un T¨¢cito -?o quiz¨¢ un historiador de menor calado como Her¨®doto?- para cont¨¢rselo a las futuras generaciones. Huelga decir que la oposici¨®n no es el PP, desaparecido en acto de servicio, con la peana de pasear el ministro por las romer¨ªas de fin de semana cada vez m¨¢s precaria. La transferencia de competencias, su modo de gestionarlas, de momento est¨¢ varada en el Tribunal Constitucional. UM maneja en exclusiva el Consell de Mallorca, no participa ni en una sola consejer¨ªa del Gobierno aut¨®nomo y siempre que le parece oportuno se opone en p¨²blico y en privado a sus socios de pacto, que no de gobierno. Es decir, manda en solitario en el Consell de Mallorca (el 75% de la poblaci¨®n balear) y act¨²a como si fuera la oposici¨®n en el Gobierno de Baleares. Desde el poder mallorqu¨ªn del Palau Reial se enfrenta al poder balear del Consolat del Mar, si lo ve necesario o le conviene. Entre ambos edificios hay 300 metros de distancia: las autonom¨ªas se justifican por tener m¨¢s cerca los centros de poder, pero no s¨¦ si el matiz inclu¨ªa un par de manzanas y media docena de calles. Las nuevas novelas sobre la derrota del pensamiento podr¨¢n decir que se inspiraron en hechos reales.
Todo esto se parece mucho al flirteo. Flirtear es dar vueltas sin compromiso alguno, provocando incertidumbre de manera calculada, como ha escrito un psic¨®logo ingl¨¦s. La ley electoral no proh¨ªbe el flirteo, pero quiz¨¢ nunca se hab¨ªa ofrecido al p¨²blico de manera tan descarada. Quien flirtea no asume riesgos: s¨®lo admite su posibilidad. Maria Ant¨°nia Munar es el David Copperfield del flirteo pol¨ªtico. Para el sujeto paciente de estas maniobras -en este caso, el resto de fuerzas pol¨ªticas-, la coqueter¨ªa puede acabar de una manera superficial o cruel.
No existe t¨¦rmino medio. Eso s¨ª: toda decisi¨®n concluyente pone fin a los flirteos.La presidenta del Consell de Mallorca, jefa del Gobierno desde el usufructo de este pacto prometedor, regal¨® un patinete a los periodistas en la felicitaci¨®n navide?a dici¨¦ndoles que, adem¨¢s de barato, no contamina. La mayor¨ªa de medios de comunicaci¨®n locales coment¨® elogiosamente la an¨¦cdota. Hace unos d¨ªas Vicente Verd¨² escrib¨ªa en estas p¨¢ginas que no es extra?o que lo m¨¢s en boga sea el patinete, un veh¨ªculo con el que no se llega muy lejos o a ninguna parte. Exactamente igual que con el flirteo. Voces pol¨ªticas de las islas reclaman que la izquierda se niegue a aceptar m¨¢s flirteos, sin que deba importarle perder el poder. A veces la realidad cede demasiado f¨¢cilmente: el PP ofreci¨® y ofrecer¨¢ lo mismo a UM, si se tercia. Lo peor de esta enfermedad es que el remedio acaba haciendo causa com¨²n con el mal.
Miquel Roca Bennasar es psiquiatra y profesor de la Universidad de las Islas Baleares.
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