El cuento local
As¨ª como el monstruo del Lago Ness es fiel a sus comparecencias agoste?as a fin de remediar la sequ¨ªa informativa propia de la estaci¨®n, as¨ª el fantasma del pacto local aparece peri¨®dicamente en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica institucional para cubrir los vac¨ªos que dejan los deberes reales que no se hacen (reforma del Senado, relaciones entre las autonom¨ªas y la UE, colapso del Constitucional, inexistencia de amparo ordinario o falta de leyes de partidos y de asociaciones ). Cuando no se hace lo que hay que hacer se hace uso de recurso al municipalismo ret¨®rico, a ese municipalismo de boquilla que en Espa?a aparece asociado a las posiciones pol¨ªticas centralizadoras al menos desde los tiempos de Primo de Rivera. Municipalismo de alcance principalmente literario, que reclama mayores competencias municipales y predica esa expansi¨®n, curiosamente, siempre a costa de cualquiera (antes las diputaciones o los entes metropolitanos, ahora las autonom¨ªas) excepto a costa de quien acumula mayor poder, competencias, funcionarios y dinero: el gobierno central. Municipalismo literario propio del g¨¦nero que hizo en su d¨ªa popular a la editorial Calleja.
Hay que reconocer que en los abstractos cielos de la teor¨ªa pura la cosa suena bien, porque es verdad que los ciudadanos reclaman a los ayuntamientos servicios que no les tocan, y que estos pueden usar para defender su inter¨¦s pol¨ªtico del poderoso argumento de la proximidad. Que ese hermoso discurso pertenece al dominio de la literatura lo acredita la reciente experiencia de la intermunicipal conservadora: en el mismo lugar y acto en que se elevan poemas l¨ªricos al poder municipal el se?or Secretario de Estado contra la Emigraci¨®n ordenaba a sus mun¨ªcipes no ejercer conforme a la ley una de sus competencias: la de empadronar. Coherencia se llama eso.
Las razones por las que esa profusa literatura municipalista no resulta cre¨ªble, en especial a la vista de los hechos, son tres: en primer lugar el discurso municipalista requiere como condici¨®n necesaria para su credibilidad una regulaci¨®n legislativa de la problem¨¢tica municipal que sea variada y plural, porque variada y plural es la realidad a la que se tiene que aplicar, y que garantice efectivamente la autonom¨ªa municipal asignando a los municipios una esfera de competencia propia garantizada, eso comporta tirar a la basura la ley de R¨¦gimen Local vigente (que es exactamente lo contrario), y la parte correspondiente de la Ley Electoral, para poner en vigor una legislaci¨®n autonomista y plural que exige leyes auton¨®micas de r¨¦gimen local, porque solo estas pueden dar cuenta de aquella variedad y porque s¨®lo si la competencia en r¨¦gimen local es auton¨®mica resulta pol¨ªticamente factible transferir servicios de la Comunidad Aut¨®noma al Ayuntamiento. En segundo lugar para que una transferencia de servicios sea factible con car¨¢cter general es indispensable que los municipios tengan el tama?o m¨ªnimo necesario y la capacidad administrativa indispensable, lo que es imposible sin acabar con el minifundismo municipal, lo que supone pasar de ocho mil y pico ayuntamientos a una cifra entre los mil doscientos y los dos mil para todo el Estado, como mucho, operaci¨®n de cirug¨ªa mayor que no parece estar en la agenda. Finalmente ser¨ªa necesario dotar a los municipios de un sistema de financiaci¨®n que les d¨¦ disciplina fiscal y suficiencia financiera, lo que significa vivir de los impuestos propios y no de la teta del Estado, cosa de la que los mun¨ªcipes no quieren ni oir hablar, habituados como est¨¢n a que pap¨¢ Estado acabe por asumir los d¨¦ficits locales. Nada de eso est¨¢ en la agenda por lo que, no d¨¢ndose los presupuestos dif¨ªcilmente pueden darse los resultados.
Como no me parece razonable suponer que los responsables pol¨ªticos correspondientes sean tan ignaros como para desconocer todas y cada una de las lagunas se?aladas, no parece apurado se?alar que nos encontramos ante propuestas pol¨ªticas de car¨¢cter primariamente demostrativo. Como una exhibici¨®n directa de buenas intenciones que posibilita, mediante el uso de un lenguaje pol¨ªticamente correcto, dar a entender a los responsables auton¨®micos que su poder puede verse mermado mediante una sabia combinaci¨®n de insurrecci¨®n de las bases y presi¨®n gubernamental si ponen m¨¢s obst¨¢culos de los debidos a la coordinaci¨®n gubernamental o a las propuestas de Hacienda sobre la consolidaci¨®n fiscal, el d¨¦ficit cero y la negociaci¨®n del nuevo sistema de financiaci¨®n. La t¨¦cnica de usar la siempre dilatada transferencia municipal como mecanismo de presi¨®n cerca de los barones regionales con pretensiones de autonom¨ªa ya fue patentada por el PSOE en su d¨ªa. Por lo que parece habr¨ªa que darle de nuevo la raz¨®n al viejo D. Carlos : cuando la historia se repite lo hace en clave en comedia.
S¨®lo falta una propuesta de modificaci¨®n de la elecci¨®n municipal seg¨²n la que la minor¨ªa m¨¢s votada obtenga la mayor¨ªa absoluta en la corporaci¨®n, al efecto de hacer innecesarios los desagradables acuerdos con las indeseables minor¨ªas en el caso de que los electores comentan el error de no darnos directamente la absoluta para el cuento local sea completo. Lo malo es que un cuento deja-vu, que acredita la escasa imaginaci¨®n del literato correspondiente. Alguien tendr¨ªa que ir buscando otro cuento y otro cuentista. Laus Deo.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU
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