Nueva York espera a Clinton
Adi¨®s, Washington. Hola, Nueva York. El ex presidente Bill Clinton ha elegido Manhattan para dar el salto a la ciudadan¨ªa de a pie, un puesto que no ocupa desde hace casi veinte a?os. Desde aqu¨ª gestionar¨¢ su legado, planear¨¢ sus lucrativas conferencias, escribir¨¢ sin duda un par de libros, cuidar¨¢ del electorado de la senadora Hillary Clinton, y sobre todo alternar¨¢ con la ¨¦lite art¨ªstica y empresarial de la ciudad, los grandes dem¨®cratas neoyorquinos que tanto contribuyeron a sus campa?as.
Julian Niccolini, uno de los copropietarios del Four Seasons, el restaurante que ha inventado el concepto del 'power lunch', donde, hablando pronto, se corta el bacalao en Nueva York, ya tiene lista la mesa de Clinton. El McDonalds de la calle 57 seguramente tambi¨¦n. A unas cuantas manzanas, el ex presidente ya ha establecido su cuartel general, en la ¨²ltima planta de la Carnegie Hall Tower, una de las dos oficinas que le paga el contribuyente norteamericano. La otra, provisional, est¨¢ en Washington para facilitar sus primeros seis meses de transici¨®n.
Los Clinton han establecido su residencia oficial en Chappaqua, un lujoso barrio residencial de las afueras de la ciudad, pero los rumores aseguran que el nuevo ex presidente tambi¨¦n est¨¢ buscando apartamento en Manhattan por aquello de evitar el tr¨¢fico en hora punta. Ahora ya es uno m¨¢s. La polic¨ªa no cortar¨¢ las calles para dejar paso a su comitiva, aunque el ex mandatario seguir¨¢ disponiendo de escolta del Servicio Secreto.
Todo esto supone muchos gastos para el ex matrimonio presidencial, que, al contrario de los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, o incluso del fracasado candidato, Al Gore, no tiene fortuna personal. Los Clinton acumulan las facturas: 300 millones de pesetas de Chappaqua el a?o pasado, los 287 millones que les acaba de costar la residencia de Hillary en Washington y, sobre todo, los algo m¨¢s de 8 millones en facturas de abogados por los esc¨¢ndalos Whitewater y Lewinsky.
El futuro de Al Gore
?Qu¨¦ va a hacer exactamente Bill? Al principio, como todos sus predecesores: gestionar la construcci¨®n de la biblioteca que llevar¨¢ su nombre en Little Rock; escribir un libro de memorias por el que le ofrecer¨¢n, sin duda, la mitad de los ocho millones que ha conseguido la senadora Clinton por su propio pu?ado de recuerdos, y pronunciar conferencias a 150.000 d¨®lares la pieza. Necesitar¨¢ algo m¨¢s que los 12.000 d¨®lares de su pensi¨®n presidencial para llegar a fin de mes.
Al Gore disfrutar¨¢ de un retiro bastante m¨¢s apacible, al menos hasta que decida si se presenta o no las pr¨®ximas presidenciales. Los Gore tienen previsto quedarse en Washington hasta que su hijo termine el bachillerato este a?o. Despu¨¦s deber¨ªan mudarse a la cercana localidad de Arlington, en Virginia. El matrimonio tiene pensado pasar largas temporadas en su granja de Carthage, en Tennessee. Despu¨¦s de 24 a?os en la funci¨®n p¨²blica, Gore, dicen sus amigos, quiere de momento ganar dinero y lanzarse a los negocios.
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