Los indultos
Clinton ha confesado todo, no s¨®lo lo que hizo, sino tambi¨¦n aquello en que minti¨® a su pa¨ªs (donde una de las mayores mentiras es la de que el perjurio es un delito grave), y Bush no necesitar¨¢ perdonarle, como tuvo que ser perdonado Nixon al terminar su presidencia abruptamente. Ah, a Bush le est¨¢n llamando ya ladr¨®n las pancartas populares el d¨ªa de su ascensi¨®n al poder: pero s¨®lo por las elecciones que se dicen robadas, como Nixon hab¨ªa robado las suyas.
Putin declar¨® una especie de amnist¨ªa, o de inmunidad, para Yeltsin y su familia al desalojarle del poder. Estrada, en Filipinas, puede ser ejecutado por la infinidad de sus delitos presidenciales, pero no llegar¨¢n a ello. Como no pueden hacerlo en Per¨² porque Fujimori, en el fondo, era japon¨¦s y su lejano pa¨ªs le acoge y protege; pero acaban de detener en Per¨² a cuatro generales, a la hija de Montesinos y a dos de sus hermanos. Kabila, en el Congo, no pudo evitar que le mataran sus propios guardias de corps, pero el poder ha pasado a su hijo, lo cual es una corrupci¨®n mayor cuando las formalidades del pa¨ªs son de rep¨²blica y de democracia. Para ¨¦l, el t¨ªtulo equ¨ªvoco legalmente, pero descriptivo, de hombre fuerte.
?stos son temas de titulares grandes; para los concejales o consejeros, para diputados o cosas vagas los hay peque?os. Muchos otros pasan en silencio. El hijo de Mitterrand ya est¨¢ en la calle. El asunto del lino es una curiosidad de este Gobierno: lo denuncia la comisaria europea Loyola de Palacio y, si prospera la denuncia, tendr¨ªa que declarar la ex ministra De Palacio, bajo cuyo mandato ocurrieron las cosas. Mientras tanto, hay un juez a quien se prob¨® y conden¨® la prevaricaci¨®n al que indultan, mientras la mayor parte de los peri¨®dicos le defienden porque venden menos ejemplares que aquel al que quiso hundir; y los escritores se pelean por los premios literarios, a los que acusan algunos de robados o mal juzgados, o arrancados con amenazas; y se navajean por estar en los cat¨¢logos o por lo que pagan a otros las editoriales; y se odian por las cr¨ªticas en este diario que resultan ser decisivas cuando apoyan a buenos escritores, aunque no tanto si apoyasen a los malos.
Las personas de cierta edad tenemos la moral blindada, y no nos merece la pena saltar por el balc¨®n, como de cuando en cuando hace alg¨²n intelectual m¨¢s joven; y los j¨®venes creen que lo van a arreglar todo. Cu¨¢ntos que conoc¨ª queriendo arreglarlo todo est¨¢n ahora medrando, fuera de los l¨ªmites de la ¨¦tica pero dentro de la ley. Espero que los de ahora sean distintos.
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