Terrorismo y libertad de expresi¨®n
Los titulares de dos noticias relacionadas con el periodismo situaron la semana pasada bajo el mismo rubro la lucha contra el terrorismo y la defensa de la libertad de expresi¨®n. Cancelada por el juez Garz¨®n la libertad bajo fianza de Pepe Rei, procesado hace dos a?os por un delito de colaboraci¨®n con banda armada, la revista Ardi Beltza ('Oveja Negra'), especializada en calumniar e intimidar desde sus p¨¢ginas o mediante v¨ªdeos a periodistas y pol¨ªticos, tiene a su editor responsable en la c¨¢rcel. Casi al mismo tiempo, el director de Telemadrid era destituido -o invitado a presentar su dimisi¨®n- por el presidente de la Comunidad con el motivo -o con el pretexto- de haber autorizado la difusi¨®n de Los caminos de Euskadi, un programa informativo realizado sin prop¨®sito exhaustivo y mediante entrevistas a un conjunto plural de pol¨ªticos, soci¨®logos y periodistas.
Aunque la defensa de la libertad de expresi¨®n haya sido esgrimida en ambos supuestos como escudo protector com¨²n, el paralelismo entre los casos de Ardi Beltza y de Telemadrid resulta falaz. La libertad de expresi¨®n no ampara cualquier manifestaci¨®n (hablada, escrita, visual o gestual) sobre cualquier asunto (p¨²blico o privado) o sobre cualquier persona (figuras populares o simples particulares). Una jurisprudencia ya consolidada del Tribunal Constitucional y del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sostiene que la libertad de expresi¨®n no es un derecho absoluto: siempre que choque con otros derechos fundamentales (la Constituci¨®n espa?ola menciona de forma expresa el honor, la intimidad y la propia imagen), corresponder¨¢ a los jueces ponderar los bienes en conflicto y dar su amparo al m¨¢s valioso.
El car¨¢cter prevalente del derecho a la vida frente a la libertad de expresi¨®n resulta obvio. En una c¨¦lebre sentencia del Tribunal Supremo estadounidense, el juez Holmes citaba el ejemplo de un espectador insensato que grita !fuego! sin fundamento en un teatro abarrotado, provoca varias muertes a causa de la estampida del p¨²blico hacia la puerta de salida y pretende luego acogerse a la Primera Enmienda como coartada. M¨¢s disparatada a¨²n ser¨ªa la invocaci¨®n salvadora a la libertad de expresi¨®n realizada por el chivato que informa a ETA sobre una futura v¨ªctima o por el jefe del comando que exclama ?ahora! para explosionar un coche bomba. Los atentados frustrados de la banda terrorista contra los periodistas Aurora Intxausti y Juan Francisco Palomo y contra Luis del Olmo se produjeron tras una campa?a injuriosa, delatora y amenazante de Ardi Beltza. Los abogados de Pepe Rei intentar¨¢n negar o al menos debilitar la relaci¨®n causal existente entre los se?alamientos individualizadores de los objetivos humanos llevados a cabo por Ardi Beltza y la decisi¨®n posterior de ETA de hacer realidad esas cr¨®nicas de muertes anunciadas; no parece probable, en cambio, que los letrados elijan como l¨ªnea argumental de defensa la imposible prevalencia de la libertad de expresi¨®n de su cliente sobre el derecho a la vida de las v¨ªctimas de la banda terrorista.
El cese-dimisi¨®n fulminante del director de Telemadrid, ordenado por el presidente Ruiz-Gallard¨®n sin consultar siquiera al consejo de administraci¨®n del ente p¨²blico, a ra¨ªz de la difusi¨®n de Los caminos de Euskadi, choca en cambio frontalmente con la libertad de expresi¨®n, esto es, con los derechos reconocidos por el art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n 'a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones' y 'a comunicar o recibir libremente informaci¨®n veraz' por cualquier medio de reproducci¨®n o difusi¨®n. La referencia a las amenazas terroristas contra la vida como una justificaci¨®n de la censura ex post del programa suena absurda. La libertad de expresi¨®n no es s¨®lo un derecho subjetivo, sino tambi¨¦n una garant¨ªa institucional de la comunicaci¨®n pol¨ªtica libre, condici¨®n sine qua non para la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en una sociedad democr¨¢tica: el documental de la discordia se hallaba indiscutiblemente amparado por esa doble protecci¨®n. El argumento seg¨²n el cual el contenido del programa no pecaba por acci¨®n sino por omisi¨®n (al no incluir im¨¢genes de los atentados terroristas) parece una broma: a diferencia del detallado mapa del mundo que cubr¨ªa en el relato de Borges la superficie entera del globo terr¨¢queo, 30 minutos de v¨ªdeo no permiten agotar un tema.
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