A pocos kil¨®metros de casa
La mitad de los palestinos que viven bajo la Administraci¨®n de Arafat son refugiados que dependen de la ONU
Hombres y mujeres de todas las edades se amontonan en torno al centro de distribuci¨®n de alimentos de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Yabalia, el campamento donde se inici¨® la primera Intifada en 1987. Por fin ha llegado la ayuda de emergencia de la comunidad internacional y los beneficiarios quieren transformar sus cupones en harina, aceite, leche, az¨²car y arroz. La escena se repite en cada uno de los campos de Gaza (8) y Cisjordania (19), donde viven 1,3 millones de palestinos a los que la creaci¨®n del Estado de Israel en 1948 ech¨® de sus hogares, a pocos kil¨®metros de all¨ª.
Esa cifra supone que m¨¢s de la mitad de los palestinos que residen en los territorios aut¨®nomos que administra la Autoridad Nacional Palestina (ANP) son en realidad ciudadanos de un Estado fantasma con varios enclaves, pero sin territorio, Gobierno o Ej¨¦rcito: la UNRWA.
El desempleo ha superado el 40% en Gaza. Un 45% de la poblaci¨®n est¨¢ bajo la l¨ªnea de pobreza
En la franja de Gaza, esa proporci¨®n es del 80%. Se trata de una parte de los 3,7 millones de refugiados a los que esa agencia de la ONU facilita educaci¨®n, servicios sanitarios y asistencia en todo Oriente Pr¨®ximo. S¨®lo que ¨¦stos no est¨¢n en L¨ªbano, Siria o Jordania, sino ah¨ª mismo, a unos minutos en coche de sus antiguas casas.
El cambio pol¨ªtico que ha supuesto la llegada de la Autoridad Palestina no ha variado su situaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la esperanza que despierte en ellos el embri¨®n de Estado palestino. 'Siguen siendo nuestra responsabilidad y lo ser¨¢n hasta el final de las negociaciones', declara el director general de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, Lionel Brisson, en su sede de Gaza. 'La ANP proporciona las infraestructuras generales como cualquier otro pa¨ªs anfitri¨®n; nosotros, por ejemplo, no facilitamos medios de transporte', explica Sami Mshasha, su portavoz en Jerusal¨¦n.
En general, los refugiados constituyen el segmento m¨¢s desfavorecido de los habitantes de los territorios aut¨®nomos. Ahora, a tres meses y medio de la nueva Intifada, la sublevaci¨®n contra el ocupante, se han agravado las dificultades. 'El desempleo ha superado el 40% en Gaza y un 45% de la poblaci¨®n est¨¢ bajo la l¨ªnea de pobreza', manifiesta Brisson. De ah¨ª el llamamiento urgente que la UNRWA realiz¨® el pasado noviembre para obtener 39 millones de d¨®lares (unos 7.000 millones de pesetas) de los pa¨ªses que financian su funcionamiento.
La r¨¢pida respuesta internacional est¨¢ permitiendo que estos d¨ªas se reparta comida, mantas y peque?os subsidios para reparar las casas da?adas por el conflicto (600 en Gaza y 2.000 en Cisjordania). En total 217.000 familias van a beneficiarse de esta ayuda extraordinaria. 'Nuestro objetivo son los sectores m¨¢s humildes', precisa Brisson. No menos importante es la ayuda psicol¨®gica que han empezado a ofrecer las cl¨ªnicas de la agencia humanitaria.
'La gente est¨¢ muy estresada, han cambiado las actitudes y ha aumentado la agresividad, las depresiones y todo tipo de problemas psicol¨®gicos', explica Murdi Abu Sido, director m¨¦dico del centro de salud de Yabalia.
Pero todas estas dificultades no doblegan el deseo m¨¢s arraigado de los refugiados: volver a sus hogares, que est¨¢n ah¨ª, a unos pocos kil¨®metros de esos villorrios de calles sin asfaltar y casas api?adas en los que han tenido que hacinarse durante medio siglo. Cualquier acuerdo que olvide su derecho al retorno encontrar¨¢ un rechazo frontal de una di¨¢spora que est¨¢ formada por cerca de dos tercios de la poblaci¨®n palestina.
Tarek lo tiene claro. Con s¨®lo 16 a?os no puede tener memoria hist¨®rica de la nakba, el desastre, pero sus mayores se han encargado de que no lo olvide. Aunque ha nacido y crecido en el campamento de Nuseirat, cuando se le pregunta de d¨®nde es, contesta sin vacilar: 'De Malgar', una aldea de la zona de Ramla, a apenas una veintena de kil¨®metros de su actual lugar de residencia. De all¨ª sali¨® su abuelo pronto har¨¢ 53 a?os. Tarek describe Malgar como si realmente hubiera vivido all¨ª.
En el campamento de Deheisha, situado a las afueras de Bel¨¦n (en Cisjordania), Amina muestra la misma nostalgia por el lugar de origen de sus padres, Ashafla, un pueblo hoy desaparecido situado en plena l¨ªnea verde. Desde su casa, Amina y su familia ven pasar los misiles que el Ej¨¦rcito israel¨ª dispara contra la cercana localidad de Beit Yala y otras aldeas palestinas vecinas. Tres muchachos del campo han perdido la vida en enfrentamientos con los israel¨ªes.
'Esto no es vida', se lamenta enfadada porque hace varios d¨ªas que no puede acudir al trabajo a causa del bloqueo israel¨ª a la zona. Aun as¨ª, reconoce que su situaci¨®n es mejor que la de los refugiados palestinos que se encuentran en los pa¨ªses vecinos.
Esta mujer animosa ha transformado las cuatro paredes de bloques que cobijan a los suyos en un hogar acogedor, pero ahora mismo dejar¨ªa todo si pudiera regresar a Ashafla. '?Compensarnos? ?C¨®mo? Ning¨²n dinero puede resarcirme por haber perdido mi vida', concluye sin demasiada esperanza.
'Los jud¨ªos han mantenido viva su reclamaci¨®n durante 5.000 a?os, ?c¨®mo esperan que nosotros nos olvidemos en 50?', justifica el padre de Tarek.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.