Riesgos para la salud humana derivados de la enfermedad de las 'vacas locas'
El fen¨®meno neurodegenerativo denominado, en una acepci¨®n general, como encefalopat¨ªas espongiformes transmisibles es conocido desde hace tiempo. El nombre proviene de las observaciones al microscopio que permiten ver el cerebro infectado lleno de poros, como si fuera una esponja. Estas enfermedades cursan con un fallo en el control motor, seguido, en general, por demencia y a veces por par¨¢lisis, y, finalmente, la muerte.
Los or¨ªgenes
La referencia m¨¢s temprana se tiene en 1732, cuando se describieron los s¨ªntomas en ovejas. En esta especie animal y en la cabra, la encefalopat¨ªa se denomina scrapie o tembladera, pero no fue hasta dos siglos m¨¢s tarde, en 1938, cuando se demostr¨® que era una enfermedad transmisible. Existen enfermedades neurodegenerativas similares en diversas especies animales, tales como ciervo, alce, vis¨®n, felinos (gatos) y bovinos (vacas), llam¨¢ndose en este ¨²ltimo caso encefalopat¨ªa espongiforme bovina (EEB). En humanos, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob fue identificada en 1920, aunque no se asoci¨® al scrapie hasta finales de 1950.
La posibilidad de que el mal pudiera contagiar al ser humano se consider¨® m¨ªnima hasta que, en 1989, la UE adopt¨® la primera medida
La EEB es, pues, una forma de encefalopat¨ªa espongiforme transmisible que afecta al ganado vacuno. Se describi¨® por primera vez en el Reino Unido en 1986 y desde entonces se han contabilizado unos 180.000 casos en dicho pa¨ªs. La incidencia de la enfermedad en terneros nacidos en otros pa¨ªses europeos es mucho m¨¢s baja, sumando un total de 1.300 casos, la mayor¨ªa correspondientes a Francia, Irlanda, Portugal y Suiza. Alemania y Espa?a han detectado sus primeros casos en noviembre de 2000, e Italia, en enero de 2001.
La transmisi¨®n
Aunque la enfermedad en las reses se conoce coloquialmente con el nombre de vacas locas, no hay locura en dichos animales. La vaca parece nerviosa, pierde peso, tiene dificultades para andar y la producci¨®n de leche desciende. El periodo de incubaci¨®n es variable, en general entre tres y cinco a?os, aunque puede ser superior. El origen de la enfermedad en vacas es todav¨ªa objeto de debate. Parece ser que la forma bovina tiene su origen en el scrapie de las ovejas, pero no parece probable que las vacas se hayan infectado por contacto con ovejas en las granjas. Estudios epidemiol¨®gicos indican que la fuente de contaminaci¨®n ha sido la utilizaci¨®n de carcasas de animales contaminados (vacas y ovejas) para fabricar piensos para vacas. Se cree que la enfermedad ha derivado de la inclusi¨®n de material bovino contaminado en la fabricaci¨®n de los piensos, que se produjo entre 1978 y 1980.
El r¨¢pido incremento de la enfermedad a mediados de los noventa (850 casos por semana en 1994) se debe probablemente a la inclusi¨®n de animales enfermos, no diagnosticados como tales, en la fabricaci¨®n de piensos para consumo bovino. Esta pr¨¢ctica se prohibi¨® en julio de 1988 en el Reino Unido, pero la materia prima sigui¨® export¨¢ndose. La mayor parte de los casos descritos en pa¨ªses europeos tiene su origen en animales exportados del Reino Unido o alimentados con harinas de dicha procedencia.
Por otra parte, en el Reino Unido han aparecido unos 18.000 casos de EEB en terneros nacidos despu¨¦s de la prohibici¨®n de 1988. Se desconoce si estos animales han sido infectados directamente a trav¨¦s de su comida o por madres asintom¨¢ticas que hubieran ingerido dicha comida contaminada. La posibilidad de que la EEB pudiera ser contagiada a humanos se hab¨ªa considerado m¨ªnima hasta que en noviembre de 1989 la UE adopt¨® la primera medida comunitaria para evitar el consumo humano de carne contaminada.
Incidencia en Europa
En estos momentos, la incidencia de la EEB en el conjunto de la Uni¨®n Europea est¨¢ disminuyendo. En el Reino Unido se ha producido un descenso del 40% en el n¨²mero de casos descritos en 2000 respecto a 1999 (1.136 casos), valor que debe compararse con los 36.000 casos descritos en 1992, el a?o de mayor incidencia. En Holanda se ha descrito un nuevo caso a principios de 1999, en Luxemburgo no han tenido lugar nuevos casos desde 1997, en Portugal se tienen valores estables desde mediados de 1999. Sin embargo, en Francia, B¨¦lgica e Irlanda la incidencia est¨¢ en fase de aumento. En 1999, el n¨²mero de casos descritos ha pasado de 95 a 110 en Irlanda, de 3 a 9 en B¨¦lgica y de 31 a 103 en Francia. Los primeros casos en Dinamarca, Alemania y Espa?a han sido descritos en 2000, y en Italia, en enero de 2001. Cuatro Estados miembros (Finlandia, Suecia, Grecia y Austria) no han registrado oficialmente ning¨²n caso.
La medida comunitaria que obliga desde el 1 de enero a la realizaci¨®n de un test post m¨®rtem para descartar el mal en todos los bovinos de m¨¢s de 30 meses que vayan a entrar en la cadena alimentaria, es de esperar que produzca un aumento del n¨²mero de animales enfermos detectados en todos los Estados miembros. Con todo, los casos positivos corresponden, cada vez m¨¢s, a animales de mayor edad, lo cual es un buen s¨ªntoma, ya que puede presuponerse que la mayor¨ªa han nacido, y probablemente han sido infectados, antes de la crisis de marzo de 1996 (cuando se detect¨® la nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en la especie humana, muy probablemente asociada al consumo de carne afectada). Debido a que el periodo de incubaci¨®n en las vacas es de 3-5 a?os, con cierta variaci¨®n, la eficacia de las medidas adoptadas s¨®lo podr¨¢ ser valorada totalmente en 2004-2005.
Medidas europeas
- Se ha prohibido el uso de harinas de carnes y huesos de mam¨ªferos para la fabricaci¨®n de alimentos para rumiantes a partir de julio de 1994. La prohibici¨®n es total (a todo el ganado) a partir del 1 de enero de 2001.
- Se han introducido medidas m¨¢s eficaces para tratar los despojos de animales contaminados, con el fin de reducir la capacidad infecciosa al m¨ªnimo (a partir de abril de 1997).
- Se han adoptado medidas de vigilancia activa para la detecci¨®n, control y erradicaci¨®n de la EEB a partir de mayo de 1998, que se complementan a partir del 1 de enero de 2001 con la obligatoriedad de analizar todas las reses de m¨¢s de 30 meses de edad antes de su introducci¨®n en el mercado para consumo humano.
- Se ha obligado a la eliminaci¨®n de los materiales considerados de riesgo (m¨¦dula espinal, cerebro, ojos y am¨ªgdalas) de ternera, oveja y cabra en toda la UE a partir de octubre de 2000, a los que se ha a?adido el intestino a partir de diciembre de 2000. Dichos materiales no pueden ser usados para el consumo de humanos ni para el de animales. Estos restos animales, responsables de la infecci¨®n en un 95% de los casos, hab¨ªan sido ya descartados en varios pa¨ªses miembros con anterioridad. Sin embargo, el desbloqueo a las propuestas de la Comisi¨®n Europea por algunos pa¨ªses no se ha producido hasta muy recientemente, tras la aparici¨®n de casos de EEB en pa¨ªses como Alemania y Espa?a.
- Prohibici¨®n de usar animales no aptos para el consumo humano para la fabricaci¨®n de piensos a partir de marzo de 2001.
Aparte de ¨¦stas, algunos pa¨ªses, especialmente los que tienen una mayor incidencia de la enfermedad, han adoptado otras medidas espec¨ªficas. Es de destacar que todas las decisiones comunitarias sobre este tema est¨¢n basadas en la evaluaci¨®n y asesoramiento cient¨ªfico, y se revisan de forma continua para actualizarlas en funci¨®n de la nueva informaci¨®n cient¨ªfica. Por su parte, la Comisi¨®n Europea realiza inspecciones en los pa¨ªses miembros para verificar la correcta aplicaci¨®n de las normas.
En definitiva, las medidas adoptadas han consistido en eliminar de la cadena alimentaria (humana y animal) todas las partes del ganado susceptibles de ser veh¨ªculos de alto riesgo de contaminaci¨®n, es decir, m¨¦dula espinal, cerebro, ojos, am¨ªgdalas e intestinos. Se consideran tejidos con un cierto riesgo de infecci¨®n las v¨ªsceras (ri?ones, h¨ªgado, pulm¨®n, p¨¢ncreas, n¨®dulos linf¨¢ticos y placenta). El comit¨¦ de cient¨ªficos de la Comisi¨®n Europea ha valorado en d¨ªas pasados la inclusi¨®n de los chuletones, ya que en principio pueden ser considerados alimentos de riesgo, si no han sido bien cortados, por su cercan¨ªa a la espina dorsal. Los bist¨¦s se consideran seguros, aunque se puede incrementar (m¨¢s exageradamente) la seguridad si se eliminan los nervios y el tejido linf¨¢tico a la carne. La leche y sus derivados, el sebo y la gelatina son considerados seguros. Entre los materiales no alimentarios, susceptibles de suponer alg¨²n limitado riesgo de transmisi¨®n, est¨¢n las vacunas (humanas y veterinarias) y los cosm¨¦ticos preparados con material bovino.
V¨ªas no alimentarias
Una vez introducido el agente infeccioso en la especie humana, se genera un nuevo riesgo que debe valorarse en su justa medida: la posibilidad de contagio entre humanos. En el momento presente no existen datos cient¨ªficos precisos acerca de la tasa de infecci¨®n entre humanos. Los datos de otras especies demuestran que el contagio es mucho m¨¢s f¨¢cil entre individuos de la misma especie, mientras que salvar la barrera espec¨ªfica requiere una dosis infectiva mayor.
Aun cuando estemos ante una situaci¨®n hipot¨¦tica, debe recogerse que ciertas organizaciones internacionales han elaborado una serie de recomendaciones para minimizar dicho riesgo. Adem¨¢s, ciertos pa¨ªses han adoptado ya medidas espec¨ªficas. A continuaci¨®n se enumeran algunas de las v¨ªas no alimentarias que se han descrito como susceptibles de suponer un cierto riesgo de contaminaci¨®n:
- Cuando se determina el riesgo de infecci¨®n de un tejido, debe tenerse tambi¨¦n presente la v¨ªa de exposici¨®n. El contacto cut¨¢neo de la piel intacta o de las mucosas no supone un riesgo notable, aunque de todas maneras es altamente aconsejable que las personas que trabajan con material infectado eviten el contacto directo con dicho material. Otros tipos de contacto, como los trasplantes de c¨®rnea, las inoculaciones con inyecciones y el contacto con material quir¨²rgico contaminado parecen de alto riesgo potencial.
- Hasta el momento no ha sido detectado ning¨²n caso de encefalopat¨ªa espongiforme en humanos transmitida por transfusi¨®n sangu¨ªnea, aunque exista un bajo riesgo te¨®rico. Sin embargo, las autoridades sanitarias de algunos pa¨ªses han adoptado medidas preventivas encaminadas a evitar su aparici¨®n. El problema se valora, probablemente, teniendo en cuenta que se tiene que conseguir un equilibrio entre rechazar ciertas fuentes de sangre y, al mismo tiempo, mantener reservas de sangre suficientes y seguras para los pacientes que requieran una transfusi¨®n.
El compromiso adoptado por Estados Unidos ha supuesto la no aceptaci¨®n de donantes de sangre que hayan pasado un total de seis meses en el Reino Unido entre 1980 y 1996. Canad¨¢, recientemente, ha a?adido a dicha restricci¨®n la de donantes que hayan pasado un total de seis meses en Francia durante el mismo periodo. Estas medidas de precauci¨®n, que algunos consideran exageradas, pueden contribuir a la reducci¨®n del riesgo te¨®rico, aunque habr¨ªa que matizar que, incluso en pa¨ªses donde la donaci¨®n de sangre est¨¢ muy bien organizada, no hay una gesti¨®n total de los riesgos conocidos.
- Hasta el momento no se ha revelado ning¨²n caso de transmisi¨®n de encefalopat¨ªa entre humanos por manipulaci¨®n dental. Sin embargo, experimentos de infecci¨®n en animales s¨ª que han demostrado que la inoculaci¨®n intraperitoneal del agente infeccioso es capaz de contaminar las enc¨ªas y pulpas dentales, y ¨¦stas, a su vez, son capaces de contaminar cerebros sanos. Es por ello por lo que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha recomendado, en casos de riesgo, la utilizaci¨®n de material desechable y su destrucci¨®n por incineraci¨®n. En los casos en que esto no sea posible, entonces hay que seguir unos protocolos de descontaminaci¨®n espec¨ªficos. Tambi¨¦n se recomienda dejar para el final del d¨ªa a los pacientes que requieren manipulaci¨®n del tejido neurovascular, para permitir una descontaminaci¨®n y limpieza m¨¢s extensiva.
- Precauciones similares, aunque de mayor magnitud, se recomiendan en el caso de pacientes susceptibles de estar contaminados y que deban pasar por un proceso quir¨²rgico. Las precauciones est¨¢n encaminadas a evitar la contaminaci¨®n de todo el personal hospitalario, adem¨¢s de a pacientes que van a ser intervenidos usando el mismo instrumental quir¨²rgico.
- No se conoce que la encefalopat¨ªa sea transmisible de la madre al ni?o durante el parto. Los casos de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob familiar son principalmente fruto de mutaciones gen¨¦ticas. No parece necesario adoptar medidas especiales en un parto de una madre infectada, excepto en el caso de que haya procedimientos invasivos que supongan un contacto con los tejidos considerados de alto riesgo. El reci¨¦n nacido debe ser manejado usando procedimientos de control de infecci¨®n habituales y s¨ª que deben tomarse precauciones especiales para evitar el riesgo de exposici¨®n a la placenta y a sus materiales y l¨ªquidos asociados que despu¨¦s deber¨ªan ser incinerados.
En definitiva, el m¨¦todo m¨¢s seguro hasta hoy para garantizar que no hay riesgo de infecci¨®n residual por instrumentos contaminados y otros materiales es su destrucci¨®n por incineraci¨®n. Cuando ello no es posible, se pueden usar otros m¨¦todos alternativos, aunque son menos eficaces, como seguir un protocolo espec¨ªfico de lavado con sosa y posterior esterilizaci¨®n, o de lavado de las superficies de contacto con lej¨ªa.
La enfermedad humana
Hay diversos tipos de encefalopat¨ªas espongiformes en humanos, todas ellas muy raras y de incidencia baj¨ªsima. Los m¨¢s significativos son:
- El kuru. Fue descubierto en los a?os cincuenta en una tribu de Nueva Guinea que ten¨ªa por costumbre comer el cerebro de sus muertos en los ritos funerarios; precisamente este rito permiti¨® establecer la relaci¨®n entre la enfermedad y su v¨ªa de transmisi¨®n. El n¨²mero de casos de kuru ha descendido notablemente desde que se prohibi¨® su pr¨¢ctica en 1955.
- La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob aparece de forma espor¨¢dica y tiene una incidencia mundial de alrededor de un caso por mill¨®n y a?o, afectando mayoritariamente a personas de entre 55 y 75 a?os. La enfermedad se inicia con un deterioro mental progresivo, que r¨¢pidamente se asocia a torpeza, inestabilidad, p¨¦rdida de visi¨®n, espasmos musculares y una variedad de signos y s¨ªntomas neurol¨®gicos que a menudo pueden asociarse con un electroencefalograma caracter¨ªstico. En los ¨²ltimos estadios de la enfermedad el paciente est¨¢ incapacitado para hablar y moverse y, en la mayor¨ªa de los casos, la muerte sobreviene a los pocos meses de la aparici¨®n de los s¨ªntomas.
Las encefalopat¨ªas espongiformes transmisibles son fatales y, hasta el momento, no se conoce tratamiento para su curaci¨®n. En Espa?a esta enfermedad presenta la tasa de mortalidad m¨¢s baja de un conjunto de 11 pa¨ªses incluidos en un estudio que ha seguido los casos registrados desde 1993 (0,69 personas por mill¨®n).
- La variante (o nueva variante) de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (vCJ) es la nueva forma de encefalopat¨ªa humana aparecida en 1996 y que se ha relacionado directamente con la bovina y la crisis de las vacas locas. En contraste con la forma tradicional, la vCJ afecta principalmente a pacientes menores de 30 a?os, el periodo de enfermedad es m¨¢s largo (de unos dos a?os) y est¨¢ altamente relacionada con la exposici¨®n a la EEB, probablemente mediante la ingesta de alimentos contaminados. Los s¨ªntomas tambi¨¦n son ligeramente diferentes.
Las evidencias cient¨ªficas demuestran que la vCJ est¨¢ causada por el mismo agente que provoca la enfermedad bovina. Se tiende a considerar un riesgo para contraer la enfermedad el residir en el Reino Unido, por su alta incidencia de la EEB en los ¨²ltimos a?os. En estos momentos hay descritos 89 casos confirmados en la UE, de los cuales 85 corresponden a habitantes en el Reino Unido, 3 en Francia y 1 en Irlanda.
Hay numerosos factores, incluso gen¨¦ticos, que se escapan de la presente revisi¨®n y que influyen en la susceptibilidad a contraer la enfermedad.
En el momento actual no hay ning¨²n test adecuado para detectar la enfermedad antes de la aparici¨®n de los s¨ªntomas cl¨ªnicos. Pueden ser ¨²tiles para el diagn¨®stico de la enfermedad la resonancia magn¨¦tica, la biopsia de am¨ªgdalas y un test de l¨ªquido cerebroespinal. En el momento presente, el diagn¨®stico certero de la enfermedad vCJ s¨®lo puede confirmarse con el examen al microscopio del cerebro de los pacientes fallecidos.
El pri¨®n
Las enfermedades infecciosas transmisibles suelen estar causadas por microorganismos tales como los virus y las bacterias. En el caso de las encefalopat¨ªas espongiformes transmisibles, la situaci¨®n es claramente distinta. Aunque todav¨ªa no est¨¢ totalmente demostrado, la hip¨®tesis m¨¢s aceptada es que el agente infeccioso es una prote¨ªna anormal, que se denomina pri¨®n. Cuando esta prote¨ªna distorsionada llega a un cerebro sano, entra en contacto con formas normales de la misma prote¨ªna y all¨ª, actuando como una especie de plantilla, va modificando la forma de las prote¨ªnas normales y generando formas pri¨®nicas infecciosas.
A partir de este punto, los nuevos priones que han adoptado la forma anormal ser¨¢n capaces de modificar las formas normales de las prote¨ªnas de su misma especie. La hip¨®tesis sobre la naturaleza pri¨®nica de la encefalopat¨ªa espongiforme fue formulada en los a?os ochenta por el norteamericano Stanley Prusiner, que recibi¨® el Premio Nobel en 1997 por estos descubrimientos.
Detecci¨®n
Las caracter¨ªsticas del pri¨®n hacen que la metodolog¨ªa habitual de detecci¨®n, basada en m¨¦todos bioqu¨ªmicos anal¨ªticos, no sea de aplicaci¨®n inmediata. Es probable que el agente infeccioso sea el propio pri¨®n, pero no existe la certeza absoluta. As¨ª pues, el agente infeccioso no est¨¢ claramente identificado ni aislado, por lo que es dif¨ªcil realizar una valoraci¨®n fiable del riesgo de transmisi¨®n de la EEB a humanos. A su vez, la precisi¨®n de los test de diagn¨®stico es limitada. Adem¨¢s, tampoco se conoce la naturaleza de la funci¨®n de la prote¨ªna normal: experimentos realizados con ratones transg¨¦nicos, a los cuales se les ha eliminado dicha prote¨ªna, no han demostrado que les ocurra nada, aparentemente.
La infecci¨®n por pri¨®n no parece causar ninguna reacci¨®n inmune (no se detectan anticuerpos), y al no tener material gen¨¦tico conocido, no se pueden usar las t¨¦cnicas de biolog¨ªa molecular basadas en la amplificaci¨®n de fragmentos de ¨¢cido nucleico. As¨ª pues, con la informaci¨®n cient¨ªfica de que disponemos, los m¨¦todos para la detecci¨®n del pri¨®n tienen que estar basados en la capacidad de preparar anticuerpos espec¨ªficos contra ¨¦l y revelar posteriormente su presencia. Este fundamento es la base de metodolog¨ªas (ELISA y Western-blotting) de uso frecuente en los laboratorios que hacen investigaci¨®n con prote¨ªnas.
Actualmente no hay ning¨²n test de laboratorio capaz de detectar la enfermedad en animales vivos. Los veterinarios confirman post m¨®rtem la EEB mediante examen y estudio histopatol¨®gico del cerebro al microscopio.
No todos los m¨¦todos existentes para la detecci¨®n de las formas pri¨®nicas (que son probablemente el agente causante, o al menos un marcador fiable de la enfermedad) son totalmente eficaces ni fiables. Es muy importante que el test no d¨¦ falsos positivos ni tampoco falsos negativos (es decir, que no deje de detectar un animal contaminado). Son aspectos relevantes a tener en cuenta en la selecci¨®n de un ensayo para la detecci¨®n de la EEB.
En 1995 se consigui¨® desarrollar los primeros anticuerpos para segmentos sint¨¦ticos de formas pri¨®nicas. Estos anticuerpos permiten detectar la presencia de priones en muestras de animales, y discriminar entre los sanos y los infectados. La mayor parte de los m¨¦todos se basan en dichos anticuerpos. Actualmente, la Comisi¨®n Europea ha aprobado tres test diferentes que permiten, en un tiempo razonablemente corto (entre 6 y 24 horas), realizar determinaciones a gran escala (en mataderos) para descartar la presencia de animales contaminados antes de permitir la comercializaci¨®n de su carne.
Por ¨²ltimo, cabe a?adir que si las medidas propuestas por la UE se cumplen, existen claras garant¨ªas de poder controlar el problema en Europa. Si no se cumplen, habr¨¢n de adoptarse otras. Las harinas han sido claramente identificadas como la fuente de infecci¨®n en las vacas. No es beneficioso para el consumidor especular sobre otras fuentes que no cuenten con evidencia cient¨ªfica. Lo importante ahora es forzar que se cumplan las normas y que se adopten todas las medidas compensatorias que garanticen su cumplimiento.
Andreu Palou es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular en la Universidad de las Islas Baleares y vicepresidente segundo del Comit¨¦ Cient¨ªfico de la Alimentaci¨®n Humana de la UE. Francisca Serra es catedr¨¢tica de la Escuela Universitaria de Nutrici¨®n y Bromatolog¨ªa de la Universidad de las Islas Baleares.
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