Una vida en Alemania
La crueldad de la memoria se manifiesta en el recuerdo de aquello que est¨¢ desterrado al olvido.
Esta frase de Naguib Mahfuz me dice algo que es muy importante en las relaciones entre jud¨ªos y alemanes, pues ambos se enfrentan al problema del pasado del otro, y hay ciertos asuntos que requieren la generosidad de ser olvidados y otros que reclaman la integridad de no olvidar. ?ste es, desde mi punto de vista, el problema de la generaci¨®n posterior a la guerra. Personalmente, no he sentido ninguna hostilidad por ser extranjero en Alemania, tampoco ning¨²n antisemitismo. La expresi¨®n de un conocido pol¨ªtico berlin¨¦s sobre 'el jud¨ªo Barenboim' en un contexto que nada ten¨ªa que ver con juda¨ªsmo, la sent¨ª como una interpretaci¨®n err¨®nea de lo que es juda¨ªsmo. No es nada f¨¢cil: es un poco religi¨®n y tradici¨®n, un poco naci¨®n y un poco pueblo. Es dif¨ªcil abordarlo, tanto para los mismos jud¨ªos como para los dem¨¢s, especialmente en un pa¨ªs como Alemania, que tiene una historia en com¨²n tan terrible con los jud¨ªos. Tengo un mal presentimiento porque tengo cada vez m¨¢s la impresi¨®n de que esta parte de la historia alemana no ha sido bien asimilada. Y puede derivar hacia un filosemitismo, exactamente tan equivocado como el antisemitismo, o hacia un nuevo antisemitismo. No creo en la culpa colectiva, y mucho menos despu¨¦s de varias generaciones, y por eso no tengo ning¨²n problema para vivir y trabajar en Alemania, pero, al mismo tiempo, espero de cada alem¨¢n que no olvide esa parte de su historia y que sea especialmente sensible a ella. Sin embargo, s¨®lo ser¨¢ posible si ¨¦l mismo comprende que reprimiendo un elemento importante de su propio yo no ser¨¢ libre en su trato con los dem¨¢s.
Esto me hace tambi¨¦n preguntarme sobre la identidad alemana, o mejor dicho, sobre lo que compone una identidad. ?Hay realmente s¨®lo una identidad tanto en un individuo como en un pueblo? La tradici¨®n jud¨ªa muestra dos tendencias claras: la fundamentalista de los grandes fil¨®sofos y poetas, que s¨®lo se han ocupado de cuestiones jud¨ªas y su concepto del mundo, y la otra, a la que pertenecen personalidades como Spinoza o Einstein, y en cierto modo tambi¨¦n Heine, que estuvieron ligados a Alemania y que llevaron la tradici¨®n del pensamiento jud¨ªo a otras culturas y problemas. Y por consiguiente se crea una doble identidad. A mi modo de ver, no se puede creer que a comienzos del siglo XXI sea absolutamente necesario restringirse a una identidad. El problema de nuestro tiempo es que el hombre se limita cada vez m¨¢s a peque?as unidades, y con ello se pierde el sentimiento de entendimiento de la totalidad, y de c¨®mo se relacionan las cosas en una totalidad. En el momento en que uno se ocupa s¨®lo de un detalle, se pierde la visi¨®n de la totalidad y de las conexiones existentes. Estoy convencido de que no se puede entender algo de forma independiente y s¨®lo en s¨ª mismo, sino que cada cosa, cada idea y cada persona es lo que es en relaci¨®n con los dem¨¢s, con los que entra en contacto. Los alemanes han dado al mundo muchos regalos espirituales -pensemos en Bach, Beethoven, Wagner, Heine, Goethe, por s¨®lo mencionar algunos-, y sin embargo quiz¨¢s es dif¨ªcil para un alem¨¢n en el siglo XXI, debido a las terribles experiencias del tiempo del nazismo e inmediatamente despu¨¦s, entenderse con su historia.
Hay algunas cosas que son propias de la forma de ser alemana, y otras que son universales. Ambas influyen en la vida cultural alemana. No hay que temerlas. As¨ª lo veo como m¨²sico y por mi propia historia: nac¨ª en Argentina, mis abuelos eran jud¨ªos procedentes de Rusia, crec¨ª en Israel y he vivido toda mi vida en Europa. Pienso en la lengua que hablo en cada momento, y me siento alem¨¢n cuando dirijo a Beethoven, e italiano si dirijo a Verdi. Y por eso no tengo la sensaci¨®n de que as¨ª est¨¦ traicionando mi propio yo, sino todo lo contrario.
El ejemplo de la m¨²sica muestra precisamente que al tocar diferentes estilos se pueden hacer nuevas experiencias, que pueden enriquecer la forma en que se toca una pieza ya conocida. Quien haya aprendido y ejecutado un pianissimo de Debussy sabr¨¢ mucho mejor cuando vaya a un peque?o pianissimo de Beethoven que tiene que tocarse de forma absolutamente diferente, que se trata de un mundo sonoro distinto. En Debussy el pianissimo debe ser incorp¨®reo, en Beethoven debe haber un fondo de expresi¨®n y sonido. Por eso encuentro tan enriquecedor adentrarse en otras culturas. Naturalmente que lo alem¨¢n es algo especial, no hay que pecar de falsa modestia. Cuando se pone como ejemplo a Beethoven como de alguien que era tan alem¨¢n como universal, se se?ala que los alemanes, m¨¢s que muchos otros pueblos, se han ocupado del pasado, por ejemplo, de la mitolog¨ªa griega, de la literatura griega y de la filosof¨ªa griega. Toda la obra de Beethoven, por mencionar s¨®lo un ejemplo de los cl¨¢sicos, se basa en el principio griego de la catarsis. Esto es algo t¨ªpicamente alem¨¢n. No se tiene miedo de adentrarse en la oscuridad para salir de nuevo desde la oscuridad a la luz. La creencia de que todo es relativo es algo t¨ªpico alem¨¢n. En la obra de Beethoven est¨¢ documentada esa especial particularidad alemana.
En las palabras del presidente federal Johannes Rau, pronunciadas el 9 de noviembre del a?o pasado, hubo algo que me pareci¨® especialmente acertado, cuando habl¨® de la diferencia entre nacionalismo y patriotismo. ?ste es un punto de gran importancia. Creo que durante la segunda mitad del siglo XX los alemanes, por miedo al nacionalismo, han perdido su patriotismo. Pienso que es una pena. Y esto ha pasado en un periodo con una cuota alta de inmigraci¨®n, en el que muchos extranjeros, m¨¢s que nunca, quer¨ªan venir a Alemania. Alemania abri¨® sus puertas sin poseer al mismo tiempo el perfil de un pa¨ªs de inmigraci¨®n o sin desarrollarlo, como era el caso de Argentina o Estados Unidos. De ah¨ª que muchos alemanes tengan hoy en d¨ªa problemas con los extranjeros. Creo que la hostilidad hacia los extranjeros tiene aqu¨ª algo que ver con que las dos o tres ¨²ltimas generaciones de alemanes no han aprendido lo que significa inmigraci¨®n. El miedo a que haya demasiados extranjeros en su pa¨ªs se basa en la incomprensi¨®n de la posibilidad de que se puedan tener varias identidades al mismo tiempo, y de que no se ha aprendido a aceptar que las personas de otros pa¨ªses con cultura y costumbres diferentes puedan venir a su pa¨ªs sin que deban perder por ello su propio patriotismo. El mejor ejemplo de este problema espec¨ªfico alem¨¢n es la situaci¨®n actual de Berl¨ªn y el miedo de los alemanes a una capital sobredimensionada, que sin duda est¨¢ motivado por una historia en absoluto asimilada. Berl¨ªn era la ¨²nica ciudad dividida de Alemania. Ambas partes estaban dotadas con servicios especiales, y tanto la Rep¨²blica Federal como la RDA concedieron a Berl¨ªn un estatuto especial. Pienso que con la reunificaci¨®n Berl¨ªn no deber¨ªa perder su especial estatuto, sino todo lo contrario, porque debido a la partici¨®n que dur¨® cuarenta a?os, a la coexistencia de Este y Oeste, hay un potencial ¨²nico que es v¨¢lido utilizar. En vez de quejarse de la obligada partici¨®n hist¨®rica, se la deber¨ªa utilizar en un sentido positivo, tanto para la propia ciudad de Berl¨ªn como para sus relaciones con el exterior.
Si se quiere comprender el mundo, si se quiere comprender el fen¨®meno de la naturaleza, las personas o las relaciones con Dios u otra forma sobrehumana, no hay mejor camino que la m¨²sica. Para m¨ª la m¨²sica es, entre otras cosas, tan importante y tan interesante, que al mismo tiempo es todo y nada. Si se quiere aprender a vivir en una sociedad democr¨¢tica, una orquesta da el mejor ejemplo. Quien toca en una orquesta sabe cu¨¢ndo debe guiar y cu¨¢ndo debe acompa?ar. Tiene que saber dejar un espacio a los otros, de la misma manera que no tiene que tener ning¨²n miedo a ocupar ¨¦l mismo el primer lugar. Y a pesar de ello, o quiz¨¢s precisamente debido a esto, la m¨²sica es tambi¨¦n el mejor camino, al menos seg¨²n mi experiencia, para evadirse de la problem¨¢tica de la existencia humana. A mi modo de ver, los problemas de la m¨²sica son los problemas de la humanidad. Para m¨ª s¨®lo existe una definici¨®n de la m¨²sica clara y precisa, que procede de Ferruccio Busoni: la m¨²sica es aire sonoro. Todo lo dem¨¢s que se pueda decir sobre la m¨²sica est¨¢ relacionado con las diferentes reacciones de los hombres ante la m¨²sica: uno ve en ella algo po¨¦tico, el otro algo sensual, y un tercero algo emocional, y as¨ª sucesivamente. La m¨²sica es al mismo tiempo todo y nada, y por esa raz¨®n tambi¨¦n puede ser, naturalmente, mal utilizada, como lo fue por los nazis. La experiencia de los talleres Este-Oeste, realizada en Weimar, con j¨®venes m¨²sicos procedentes de Israel y de diversos pa¨ªses ¨¢rabes mostr¨® que por medio de la m¨²sica se pueden tambi¨¦n crear acercamientos y amistades que de otra manera hubieran sido impensables, pero no por eso la m¨²sica solucionar¨¢ el problema del Oriente Pr¨®ximo. La m¨²sica es la mejor escuela para conocer la vida, y, al mismo tiempo, un eficaz instrumento para evadirse de ella.
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