Arriando velas
Estaba m¨¢s que cantado. La FIBA quiere formar una comisi¨®n de estudio con vistas a una futura unificaci¨®n de las dos m¨¢ximas competiciones europeas existentes en la actualidad. Dicho de forma un poco m¨¢s coloquial y aut¨¦ntica: la FIBA arr¨ªa velas, se apea del burro, se traga su orgullo y reconoce su arrogancia, su ceguera ante los nuevos tiempos, su empecinamiento en ser arte y parte de todo, su falta de visi¨®n en un futuro que le ha adelantado sin haber querido ni sabido adaptarse. Era una cuesti¨®n de tiempo, aunque hay que reconocer que la aparente claudicaci¨®n -aparente, porque tampoco hay que desde?ar la posibilidad de que en dicha reuni¨®n vayan de vencedores en vez de ir de vencidos- ha llegado antes de lo esperado.
La raz¨®n de este movimiento de acercamiento hay que buscarla en el desastre m¨¢s que previsible de la Supraliga o como se llame. Sin equipos de renombre, de espaldas a los mercados m¨¢s potentes, sin apoyos econ¨®micos ni medi¨¢ticos, no existe otro final posible para este engendro que la desaparici¨®n. Aqu¨ª, en Espa?a, las noticias sobre la competici¨®n supuestamente oficial son inexistentes y ni el m¨¢s animoso de los aficionados muestra el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s, como supongo que ocurrir¨¢ en Italia, Lituania o Croacia, pa¨ªses fundamentales por potencial e historia dentro del baloncesto continental. La FIBA deb¨ªa saberlo, lo que a¨²n hace m¨¢s censurable su enroque en posiciones inmovilistas e inflexibles ante cualquier variante en la que ella no tuviese la sart¨¦n, o sea el dinero, por el mango.
Por ahora, ah¨ª radica el gran ¨¦xito de la Euroliga; la de los clubes, para aqu¨¦llos que se hayan perdido en los constantes cambios de denominacion de la antigua Copa de Europa. Su competici¨®n, a la espera de una evaluaci¨®n general m¨¢s precisa una vez que termine su primera andadura, ha demostrado ya ser la ¨²nica viable y con capacidad para, en un tiempo razonable, recuperar el prestigio perdido. Cuenta con buenos mimbres, una s¨®lida y seria organizaci¨®n y, sobre todo, un sistema de competici¨®n bien parido: una primera fase corta de calentamiento para dejar paso a largas eliminatorias a cara de perro a las que llegan todos los equipos significativos. ?ste es el lenguaje m¨¢s claro, comprensible y emocionante para el aficionado, que rehuye sistemas complejos de grupos y m¨¢s grupos para luego jugarse todo en un par de d¨ªas en la famosa e injusta Final a Cuatro. Esto ya es pasado y hasta la FIBA parece haberse dado cuenta. Seguro que con harto dolor de su orgulloso coraz¨®n.
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