Quien no va a la aceituna, no se enamora (3)
Otro de los temas principales que apreci¨¢bamos en la l¨ªrica popular de la aceituna -seis eran- es la alabanza de la mujer. De nuevo en el pueblo de J¨®dar (Ja¨¦n), al lado de boleros y mazurcas, la fiesta de Santiago nos brindar¨¢ este fandango que cant¨® el grupo Andaraje de espl¨¦ndida manera: 'Si alguna vez vas por J¨®dar / no equivoques el camino, / que es lo mejor de Ja¨¦n / sus mujeres, sus olivos'. No se quedar¨¢ atr¨¢s esta jota de Onsares: 'Soy de Onsares, no lo niego, / tierra de buena aceituna / y de las mujeres guapas / porque fea no hay ninguna'.
Y con el de la mujer, como la zarza con su vallao, el tema del amor, soberano y se?or de esta l¨ªrica. Tanto, que es posible apreciar en ¨¦l varios subtemas: La b¨²squeda: 'Andas diciendo a la gente / que tienes un olivar. / El olivar que t¨² tienes / es que te quieres casar'. Otra vez en Capillo de Arenas: 'La aceituna en el olivo / si no se coge se pasa. / Y eso te pasar¨¢ a ti, / morena, si no te casas'. El sutil galanteo: 'Yo cojo las bajeras / t¨² las de arriba. / Por entre rama y rama / miro y me miras'. El noviazgo: 'Por los olivares / me vine sola. / Me encontr¨¦ con mi novio, / ?Jes¨²s qu¨¦ gloria!'
Claro que no siempre cuaja la relaci¨®n: Lola Suard¨ªaz nos da este lamento de la Sierra de Segura: 'El querer que te tuve / fue aceitunero. / Se acab¨® la aceituna, / ya no te quiero'. Aunque seguramente, no por pasajero, dej¨® de ser intenso, como suele ocurrir en las lides del coraz¨®n: 'La mujer que no ha tenido / amores aceituneros, no sabe que se ha perdido / ganar la gloria del cielo'.
O tal vez no se supo aprovechar la ocasi¨®n, como testimonia esta jota de Sorihuela de Guadalimar, recogida por Lola Torres: 'Morenita resalada / dicen los aceituneros. / Otra vez que me lo digan / tengo que irme con ellos'. Las analog¨ªas y met¨¢foras entre el cultivo y el sentir ser¨¢n m¨²ltiples: 'Va criando mi querer / ra¨ªces como la oliva. / M¨¢s ra¨ªces tiene ahora / que cuando lo principi¨¦'. Y por fin el hombre, que tambi¨¦n se quejar¨¢ a su modo: 'Tanto me da que me alabes / como que me quites fama. / Yo soy como el verde olivo, / que en quit¨¢ndole una rama / sale m¨¢s fortalecido'.
El contraste con los suspiros y las penas del querer lo pondr¨¢n, c¨®mo no, las penalidades de esta labor, dura donde las haya, y no tan rentable para los peque?os propietarios, que tambi¨¦n hay muchos: 'La casa del olivar / ni la alquilo ni la vendo. / Que en ella muri¨® mi padre, / jarto de pasar tormentos'. Ganancias pocas y pasajeras: 'Cogiendo la aseituna / gan¨¦ un vest¨ªo. / Me lo puse tres veces, / ya se ha romp¨ªo'.
Una prolongaci¨®n de estas penurias y de esta econom¨ªa del subsistir nos encontraremos ya entrando en Granada, por Hu¨¦scar: 'Por San Juan la olivarera / de chasco cierto. / Si le ves una oliva, cuenta por ciento. / Olivica, olivica, / te voy cogiendo, / para media fanega / me falta medio'. Y ya en M¨¢laga, camino del occidente, un nuevo eco de esas dificultades, a manera de compendio y arremate, que es como llaman al d¨ªa ¨²ltimo de la recolecci¨®n, el d¨ªa de los festejos y la comilona: 'Adi¨®s al olivarillo (ya cambi¨® el diminutivo, antes -ico) de la aceituna, / para que al a?o que viene / ech¨¦is alguna. / Ya se acab¨® la aceituna, / ya me voy a mi lugar / y los amores se quedan / colgaos en la estac¨¢'.
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