La fe de Bush
George W. Bush ha abierto la puerta de la financiaci¨®n estatal y otras ventajas a los grupos religiosos para que participen plenamente en actividades de car¨¢cter caritativo. Al tiempo, ha creado una Oficina de la Casa Blanca para Iniciativas Basadas en la Fe y la Comunidad, con un director, John di Iulio, dem¨®crata, conocido por sus estrechas relaciones con los grupos religiosos ultraconservadores, que despachar¨¢ directamente con el presidente. Se abrir¨¢n oficinas similares en otros departamentos para asegurar que los fondos p¨²blicos llegan a esas organizaciones.
El gesto de Bush, en dos de sus primeros decretos como presidente, no es neutro. Aunque en comparaci¨®n con Europa los estadounidenses son creyentes en una aplastante mayor¨ªa, siempre se hab¨ªa preservado la separaci¨®n constitucional entre el Estado y las iglesias o confesiones religiosas. Su decisi¨®n ha despertado pol¨¦mica y temores a que, por ejemplo, para recibir ayuda de una de estas organizaciones se exija la creencia en Dios o pasar por un adoctrinamiento. Hasta ahora, los tribunales de EE UU se han resistido a admitir la legalidad de tales servicios de beneficencia condicionados por exigencias religiosas. Y cabe temer que algunas de estas organizaciones utilicen estos fondos para hacer proselitismo. Tampoco todos los grupos religiosos est¨¢n satisfechos. A algunos les preocupa que el Estado pueda usar esta puerta para entrometerse en sus actividades.
Estados Unidos es una sociedad civil fuerte. Los servicios sociales voluntarios, en los que participan m¨¢s de 90 millones de personas y en los que ya colaboran muchas organizaciones confesionales, representan un 6% del PIB. Pero es de temer que en ese tercer sector las organizaciones religiosas se vean favorecidas. Bush pretende aplicar importantes exenciones fiscales a las donaciones que vayan para estos fines, lo que puede detraer fondos de las ONG no religiosas o del potente sector de las fundaciones.
Los decretos de Bush y las propuestas legislativas que han de acompa?arles son la primera medida clara de ese 'conservadurismo compasivo' que ha defendido en su campa?a, y que constituye, en cierto modo, una reforma sui g¨¦neris de los sistemas de bienestar. Aunque al presentarlos Bush estuviera rodeado de representantes de diversas confesiones religiosas, estos decretos pueden tambi¨¦n considerarse como un primer favor a esa ultraderecha cristiana que ha marcado a los republicanos en los ¨²ltimos a?os y ha sido un apoyo fundamental de Bush en su carrera a la Casa Blanca. Su anuncio anterior de que no financiar¨¢ con dinero federal a las ONG u organizaciones internacionales que promuevan el aborto va en esa misma direcci¨®n.
Bush hab¨ªa elegido la reforma de la educaci¨®n como primera propuesta legislativa, que incorpora algunos de los deseos de los dem¨®cratas. Era una bandera para la integraci¨®n. Con los decretos para facilitar la labor caritativa y de beneficencia de los grupos 'basados en la fe' ha dado un bandazo. Es previsible que sigan otros.
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