Haydn mejor que Mozart
Las ¨²ltimas seis sinfon¨ªas de Haydn ilustran muy bien las palabras que Goethe dedic¨® al compositor: '(...) es nuestro, hijo de nuestras comarcas, que crea con naturalidad la m¨²sica. Temperamento, sensibilidad, dulzura, fuerza, y, finalmente, las dos caracter¨ªsticas del genio: ingenuidad e iron¨ªa (...)'.
Palabras que servir¨ªan tambi¨¦n para describir la forma en que las interpret¨® Kuijken y su grupo. Aunque habr¨ªa que a?adir, a todos esos m¨¦ritos, una visi¨®n del XVIII donde, junto a lo delicado y galante, aparece la ilusi¨®n de un mundo iluminado y el gozo de una racionalidad no exenta de pinceladas pasionales.
Por eso los primeros movimientos, tras las tensas introducciones, se escuchan como un compendio de la sabidur¨ªa musical ilustrada, y fueron vertidos por La Petite Bande con visi¨®n de arquitecto y manos de joyero.
Otro aspecto destacable fueron los segundos movimientos, que cualquiera hubiera confundido con minuetos si hubieran tenido comp¨¢s ternario: tal era la gracia, el car¨¢cter bailable, el refinamiento y el color suave con que se leyeron.
En cuanto al minu¨¦ aut¨¦ntico de cada sinfon¨ªa, proporcion¨® ocasiones inmejorables para disfrutar de unas maderas exquisitas, sobre todo en los Trios.
Los Finales exhibieron una rica din¨¢mica dentro de un margen de amplitud voluntariamente limitado, y los pasajes contrapunt¨ªsticos se escucharon con una gran limpieza.
Instrumentos antiguos
A la transparencia de la interpretaci¨®n contribu¨ªa, indudablemente, la dimensi¨®n de la orquesta (34 m¨²sicos) y la utilizaci¨®n de instrumentos antiguos (cuyos int¨¦rpretes, cosa rara, sab¨ªan tocarlos).
Pero, mucho m¨¢s que eso, debe valorarse la capacidad del grupo y de su director para frasear con sabidur¨ªa y emoci¨®n, as¨ª como la inteligencia en el establecimiento de conexiones con otros coet¨¢neos suyos: el Mozart de Don Giovanni se mostr¨® bien presente en la Sinfon¨ªa 102, mientras que la 99 sirvi¨® de puente hacia el futuro: Beethoven est¨¢ tambi¨¦n muy cerca, y Kuijken no lo rehuy¨® en esa obra.
Fue un error, sin embargo, intercalar arias de Mozart con cantantes que distaban mucho del nivel de la orquesta. Se recibieron como una ducha de agua fr¨ªa en ambas sesiones. Melanc¨®lico -Mozart lo es- no tiene como sin¨®nimo a desfalleciente.
Pero el Mozart que escuchamos esta semana en el Palau de la M¨²sica desfallec¨ªa, quiz¨¢s porque se necesite una t¨¦cnica bien viva para cantarlo. L¨¢stima.
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