Matriarcas del arte y la educaci¨®n
El Ayuntamiento de Granada premia a dos mujeres gitanas por engrandecer la zambra y luchar contra el racismo
'Ay, los gitanos son primores/ les hacen a las gitanas/en el pelo caracoles'. El sal¨®n de plenos del Ayuntamiento de Granada, escenario habitual de tediosas e inanes discusiones pol¨ªticas, acogi¨® ayer una fiesta. Una zambra para m¨¢s se?as. Dos familias gitanas de raigambre en la ciudad se reunieron en la solemne estancia para disfrutar del homenaje a sus matriarcas: Rosa Heredia y Antonia Fern¨¢ndez. Ambas recibieron ayer el diploma al m¨¦rito por la ciudad, en reconocimiento, respectivamente, a su contribuci¨®n para convertir la zambra en un hito cultural, y promover la educaci¨®n de mujeres gitanas y romper barreras racistas.
Emocionadas, recibieron sus diplomas de manos del alcalde, Jos¨¦ Moratalla, y cientos de besos de sus decenas de hijos y nietos. 'Gracias a todos y a los que hacen las fotos. Que Dios os bendiga', acert¨® a decir Antonia. Rosa, reivindicativa, espet¨®: 'Ya era hora de que nos dieran lo nuestro. Antes si nos tocaba tres, s¨®lo nos daban uno'.
A Rosa, de 68 a?os, todos la conocen como La Rochina, nombre que le puso su madre en la cuna y con el que se ha paseado por cientos de tablaos. Empez¨® a cantar con solo nueve a?os, 'con una voz potente, limpia y con eco gitano', dice sin reparar en falsas modestias. 'He cantado muy bien y he sido la mejor de Granada por buler¨ªas, tientos, verdiales, alegr¨ªas y sole¨¢s'. Por eso, dice, ninguna otra cantaora quer¨ªa trabajar con ella: 'Sab¨ªan que les pon¨ªa la zancadilla y a mi lado se ca¨ªan'.
Durante a?os cant¨® para los hu¨¦spedes del hotel Alhambra Palace, en el cuadro en el que bail¨® la m¨ªtica La Golondrina. Pero el premio del Ayuntamiento se debe, sobre todo, a su labor por engrandecer las zambras, las fiestas de los gitanos del barrio del Sacromonte.
Desde ni?a, La Rochina asombr¨® con su chorro de voz a los granadinos y a los turistas que visitaban las cuevas de Mar¨ªa La Canastera, Manuela Maya y su t¨ªa, La Faraona. 'Ha contribuido a que el Sacromonte sea conocido en todo el mundo', explicaba ayer el alcalde durante el acto.
Ahora, Rosa lamenta 'que la mayor¨ªa de esas cuevas ya no existan y la zambra se est¨¦ perdiendo'. Ella dej¨® de cantar muy joven, apenas a los 25 a?os, porque su marido, siguiendo la tradici¨®n gitana, no quer¨ªa que siguiera trabajando.
Precisamente, contra esa tradici¨®n que trunc¨® la carrera de La Rochina ha luchado toda su vida Antonia. Esta mujer de 75 a?os, gitana de pura cepa, no estaba dispuesta a que sus cinco hijos crecieran analfabetos. Haciendo frente a las 'risas y cr¨ªticas' de otros gitanos, Antonia los llev¨® a la escuela e incluso les puso un profesor particular que le costaba 'una gorda por cada ni?o al d¨ªa'.
Para sacar adelante a sus reto?os, emigr¨® con su marido a Alemania, donde trabaj¨® una d¨¦cada en una f¨¢brica metal¨²rgica y en otra de cortinas. El matrimonio estaba convencido de que su ¨²nico hijo var¨®n deb¨ªa estudiar una carrera universitaria. Con sus cuatro hijas no lo ten¨ªan tan claro. El que dir¨¢n todav¨ªa pesaba mucho.
El destino, sin embargo, ha querido que fuera al rev¨¦s. Su hija Dolores es hoy maestra y presidenta de la asociaci¨®n gitana Rom¨ª y Francisca trabaja como abogada para el Instituto Andaluz de la Mujer. 'Ahora me siento orgullosa de ellas', confiesa Antonia.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, el homenaje de ayer en el sal¨®n de plenos se cerr¨® por tangos con dos de las promesas de ambas familias: la cantaora Marina Heredia, nieta de Rosa, y el tocaor David Carmona, nieto de Antonia.
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