?Tenemos un Plan?... El agua en Espa?a: presente y futuro
Los autores sostienen que el anteproyecto del Plan Hidrol¨®gico Nacional es un mero plan hidr¨¢ulico visto desde la directiva marco de la UE
El pasado 30 de enero el Consejo Nacional del Agua aprob¨® el Anteproyecto del Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN) por mayor¨ªa absoluta. Ahora comenzar¨¢ el tr¨¢mite parlamentario.
A nuestro juicio, este anteproyecto es una antigualla, especialmente si se contempla desde la nueva Directiva Marco de Aguas de la UE. El ¨²ltimo reto?o, por el momento, de aquel regeneracionismo patrio, que pretend¨ªa revivir econ¨®mica y espiritualmente Espa?a garantizando la disponibilidad masiva de agua en la reseca piel de toro ib¨¦rica, mediante la intervenci¨®n t¨¦cnica e inversora del Estado.
A lo largo del siglo recientemente concluido, ha habido otros v¨¢stagos, desde luego, de esta peculiar ideolog¨ªa socioh¨ªdrica. El Plan Nacional de Obras Hidr¨¢ulicas de 1902 (Plan Gasset), el Plan de Obras Hidr¨¢ulicas de 1933 (Plan Lorenzo Pardo), el Plan General de Obras Hidr¨¢ulicas de 1939 (Plan Pe?a Boeuf) y el Anteproyecto de Plan Hidrol¨®gico Nacional de 1993 (Plan Borrell) se cuentan entre los m¨¢s importantes. Pese a estar impulsados por gobiernos liberal-conservadores, republicano-socialistas, franquistas o socialistas, hay entre unos y otros continuidad; son expresiones de una misma concepci¨®n b¨¢sica, bien que con los l¨®gicos matices del momento hist¨®rico. Frente a quienes piensan que la distinta orientaci¨®n pol¨ªtica de los sucesivos gobiernos ha impedido que la planificaci¨®n hidr¨¢ulica en Espa?a haya tenido la necesaria continuidad y coherencia, se hace preciso se?alar justamente lo contrario. Porque es en la l¨®gica tecnocr¨¢tica, mucho m¨¢s que en el arte de la pol¨ªtica, donde hay que buscar el hilo conductor que enlaza todos estos hitos de la planificaci¨®n hidr¨¢ulica espa?ola del siglo XX. Incluido el actual anteproyecto (Plan Matas), que aspira a ser un digno continuador de la estirpe.
'La asunci¨®n ¨ªntegra del coste del agua por parte de sus beneficiarios forma parte de la norma europea'
Volviendo la vista atr¨¢s, es f¨¢cil percibir c¨®mo los planes rese?ados han repetido una y otra vez id¨¦nticos planteamientos y tenido las mismas carencias. Se trata de planes, fundamental cuando no exclusivamente, de infraestructuras (planes de Obras Hidr¨¢ulicas, como acertadamente rezaba su t¨ªtulo), infraestructuras por lo dem¨¢s, dirigidas a la captaci¨®n, conducci¨®n y distribuci¨®n de aguas superficiales (las aguas subterr¨¢neas siempre han sufrido una desconsideraci¨®n manifiesta) y salvo buenas palabras -como las contenidas en la Exposici¨®n de Motivos del plan de 19 93-, nunca se han planteado incidir en la gesti¨®n de la propia demanda h¨ªdrica.
El anteproyecto presentado por el ministro Matas, vuelve a tropezar con las mismas piedras con las que se toparon sus hermanos mayores. Dif¨ªcilmente podr¨ªa ser de otra manera, dada esa continuidad b¨¢sica en la planificaci¨®n a la que hac¨ªamos referencia. Para empezar, este Anteproyecto de Plan Hidrol¨®gico Nacional sigue sin ser propiamente un plan hidrol¨®gico; se queda -como sus predecesores-, en un mero plan hidr¨¢ulico. La distinci¨®n es importante, porque hidr¨¢ulica e hidrolog¨ªa son dos materias muy distintas a la hora de abordar problemas y establecer posibles soluciones, aunque ambas traten del peculiar compuesto H2O. La hidrolog¨ªa es la ciencia que se ocupa del estudio del agua en el planeta Tierra; la hidr¨¢ulica es una t¨¦cnica, el 'arte de conducir, contener, elevar y aprovechar las aguas', como bien expresa el Diccionario de la Real Academia. Basta echar un somero vistazo al anteproyecto del PHN para cerciorarse de que los problemas que pretende resolver se solventan con recetas t¨ªpicamente hidr¨¢ulicas -infraestructuras como embalses, acueductos, conducciones, encauzamientos, incluso depuradoras- y no con soluciones hidrol¨®gicas, soluciones con frecuencia ajenas al hormig¨®n y la excavadora.
El anteproyecto, adem¨¢s no s¨®lo es ante todo y sobre todo un plan de infraestructuras, sino que pivota sobre una ¨²nica gran infraestructura, una infraestructura-estrella, podr¨ªamos precisar: el trasvase del agua del Ebro a ¨¢reas del litoral mediterr¨¢neo m¨¢s o menos alejadas de su desembocadura. En rigor, el nuevo plan deber¨ªa recibir la denominaci¨®n de Plan Hidr¨¢ulico de Acompa?amiento del Trasvase del Ebro, porque ¨¦ste ¨²ltimo no s¨®lo requiere los acueductos propiamente dichos y la adecuaci¨®n de los embalses que a lo largo de estas conducciones de muchos centenares de kil¨®metros funcionen como dep¨®sitos h¨ªdricos, sino un buen n¨²mero de obras de regulaci¨®n en la propia cuenca donante para garantizar caudales suficientes. Adem¨¢s, a fin de suavizar la oposici¨®n social y pol¨ªtica al trasvase de quienes habitan la Cuenca del Ebro, el anteproyecto prev¨¦ otra tanda m¨¢s de infraestructuras, como las incluidas en el Pacto del Agua de Arag¨®n de 1992. Una y otra cosa suponen para el conjunto de la Cuenca 47 nuevos embalses. Por ¨²ltimo y para evitar dar la sensaci¨®n de que s¨®lo el Ebro y su reparto importan, el anteproyecto desgrana un rosario de obras a ejecutar en el resto de cuencas hidrogr¨¢ficas.
Es verdad que algo hemos avanzado. Los 272 embalses a construir que en las directrices de los Planes de Cuenca acompa?aban al anteproyecto socialista de 1993, se han reducido a 116; los 3.218 Hect¨®metros c¨²bicos a trasvasar entonces, mediante un intricado sistema que interconectaba todas las grandes cuencas de la Pen¨ªnsula, se han quedado en la presente propuesta del Gobierno popular en 1.050, una s¨®la cuenca donante y cuatro receptoras. Puesto que no creemos que el origen de esta moderaci¨®n se encuentre en el distinto talante y convicciones de los redactores del Plan Matas frente a los que hicieron el Plan Borrell, forzoso se hace pensar que ha sido el tiempo y la discusi¨®n p¨²blica lo que ha propiciado semejante avance del sentido com¨²n. Como quiera que ¨²nicamente siete a?os separan uno y otro documento, extrapolando al futuro el inmediato pasado resulta veros¨ªmil suponer que si en 2007 se volviera a redactar otro anteproyecto de PHN -con independencia del color pol¨ªtico del gobierno que lo elaborara-, s¨®lo contemplar¨ªa la construcci¨®n de un pu?ado de embalses y ning¨²n gran trasvase (es muy posible que las transferencias desde el Ebro, caso de haberlas, se vieran limitadas a dos minitrasvases, trasvases menores en cuanto a kil¨®metros y caudales: uno, a las comarcas meridionales catalanas; otro, a las septentrionales valencianas). El paso de los a?os acaba erosionando los m¨¢s tozudos planteamientos.
Pues bien, anticip¨¦monos a situaciones probables en lugar de adaptarnos a lo que finalmente la fuerza de los hechos imponga. Ha llegado la hora de que frente a ese modelo de planificaci¨®n que ha impregnado desde el Plan Gasset hasta el Plan Matas, se imponga otro distinto, de car¨¢cter mucho m¨¢s maduro. Ello ha de suponer desviar la atenci¨®n de lo hidr¨¢ulico a lo hidrol¨®gico, de las infraestructuras al territorio, de la cantidad de recursos h¨ªdricos a la calidad de los mismos, de la captaci¨®n de nuevos recursos al mejor uso de los existentes, de la oferta a la demanda. En este sentido, siete deber¨ªan ser las l¨ªneas maestras que adoptara este nuevo modelo:
1.- En el actual estadio de la gesti¨®n del agua en Espa?a, ha de primar la planificaci¨®n desde la demanda mucho m¨¢s que desde la oferta. Frente a la tradicional intervenci¨®n p¨²blica dirigida a subvencionar la oferta a fin de proveer la mayor cantidad de agua posible al menor coste alcanzable, administraciones y empresas suministradoras deben centrarse en internalizar lo m¨¢s posible los costes reales del agua en el precio de la misma.
2.- Por sus especiales cualidades como fluido, el agua sirve de veh¨ªculo id¨®neo para un gran n¨²mero de sustancias, sea en disoluci¨®n o en suspensi¨®n. Consecuentemente, en la planificaci¨®n del recurso agua no s¨®lo deben tener cabida las aspectos cuantitativos, sino tambi¨¦n los cualitativos. Pues en relaci¨®n a un uso determinado, la calidad del agua limita tanto como la cantidad, pudiendo originar una escasez no menos real que la meramente cuantitativa.
3.- El agua es mucho m¨¢s que un recurso b¨¢sico o un veh¨ªculo de residuos. Se halla detr¨¢s de un gran n¨²mero de servicios ambientales a la poblaci¨®n humana, constituye un componente fundamental del bienestar f¨ªsico y ps¨ªquico de las personas y representa una fuente de valores l¨²dicos, est¨¦ticos y simb¨®licos para las comunidades humanas.
4.- Toda planificaci¨®n del agua precisa aceptar hasta sus ¨²ltimas consecuencias la existencia de su circuito de renovaci¨®n: el ciclo hidrol¨®gico. La disociaci¨®n, entre gesti¨®n de las aguas superficiales y las subterr¨¢neas, es injustificable e inadmisible.
5.- Los distintos sistemas h¨ªdricos -acu¨ªferos, lagunas, r¨ªos, humedales; eslabones todos ellos de la cadena constituida por el ciclo hidrol¨®gico- son mucho m¨¢s que conducciones o dep¨®sitos del compuesto H2O. Constituyen sistemas ecol¨®gicos en los que el agua hace de medio b¨¢sico y de nexo de uni¨®n.
6.- No es posible disociar el agua o los sistemas h¨ªdricos de sus cuencas de drenaje. Pero las cuencas son mucho m¨¢s que meras ¨¢reas de captaci¨®n h¨ªdrica. Representan las aut¨¦nticas unidades de la gesti¨®n hidrol¨®gica; su estado ed¨¢fico y bi¨®tico condiciona la cantidad y calidad del agua que circula o se almacena en los distintos sistemas h¨ªdricos, as¨ª como la situaci¨®n ecol¨®gica en que estos ¨²ltimos se encuentran.
7.- Por importante que en s¨ª sea la planificaci¨®n hidrol¨®gica -y m¨¢s a¨²n, una planificaci¨®n que enlace todas las aguas, superficiales y subterr¨¢neas; los distintos sistemas h¨ªdricos y las cuencas hidrogr¨¢ficas en su conjunto-, ha de ser vista como instrumento para la consecuci¨®n de una empresa de m¨¢s altos vuelos: la sostenibilidad.
La reciente Directiva Marco de Aguas va en la direcci¨®n de las grandes l¨ªneas que acabamos de exponer. Y eso a pesar de que algunos estados -entre ellos, el espa?ol- han conseguido diluir determinados contenidos o demorar su aplicaci¨®n (se fija un plazo de diez a?os para trasponerla al derecho interno de cada estado). Ejes fundamentales de la normativa europea son la asunci¨®n ¨ªntegra de los costes del agua por sus beneficiarios, mayores exigencias en la calidad de las aguas, la recuperaci¨®n del estado ecol¨®gico de los sistemas h¨ªdricos, la defensa de las cuencas como unidades de gesti¨®n y la inserci¨®n de la planificaci¨®n y gesti¨®n hidrol¨®gicas en la b¨²squeda de un desarrollo sostenible. Examinada la directiva, la lectura posterior del anteproyecto del PHN s¨®lo provoca desaz¨®n, al mostrar fehacientemente la gran brecha que separa una planificaci¨®n hidrol¨®gica moderna de la actual propuesta de Plan Hidrol¨®gico Nacional.
?Una planificaci¨®n hidrol¨®gica moderna? Ah, la hidrolog¨ªa... ?Qu¨¦ lejos est¨¢ todav¨ªa de nosotros! Como muestra, un bot¨®n. En la sesi¨®n de control al gobierno auton¨®mico de las Cortes Valencianas realizada el pasado 18 de octubre, el presidente de la Generalitat afirmaba con rotundidad: 'No hay nadie desde el rigor, desde el sentido com¨²n, desde la racionalidad, que pueda defender que es preferible que se vierta agua al mar antes de que pueda venir a la Comunidad Valenciana'. ?sta s¨ª que es una declaraci¨®n hecha desde el rigor, el sentido com¨²n y la racionalidad. Porque, evidentemente, gracias a que el agua de los r¨ªos -Ebro incluido- se pierde en el mar, puede existir ciclo hidrol¨®gico; caso de que el retorno de agua de los continentes al mar desapareciera, el ciclo quedar¨ªa roto desapareciendo como tal.
La existencia de un ciclo hidrol¨®gico en el planeta Tierra, fue s¨®lidamente establecida en el ¨²ltimo tercio del siglo XVII por los trabajos de investigadores como Perrault, Mariotte o Halley. Pero quiz¨¢s Eduardo Zaplana siga en esto a Arist¨®teles y sea, entre nosotros y ya iniciado el XXI, un postrer defensor del transmutacionismo h¨ªdrico sustentado por el gran fil¨®sofo griego: el agua se genera y se corrompe seg¨²n condiciones y lugares; se forma a partir del aire en las cavernas de las monta?as alimentando fuentes y manantiales, pudi¨¦ndose transmutar en aire, a su vez, en la vasta y soleada superficie del mar.
En cualquier caso, puestos a airear alg¨²n venerable texto de la antig¨¹edad griega, m¨¢s valdr¨ªa que Zaplana eligiera una obra menos desfasada que la Meteorol¨®gica aristot¨¦lica. Por ejemplo, la Pol¨ªtica, un tratado de id¨¦ntico autor aunque de tem¨¢tica diferente, que ha resistido mucho mejor el paso de los siglos.
Ricardo Almenar pertenece a la c¨¢tedra Unesco y Em¨¨rit Bono al departamento de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia.
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