Que salga El Payaso
La hinchada de River puede recitar de memoria cualquiera de las aventuras de Pablo El Payaso Aimar. Por ejemplo, ¨¦sta: maniobra de ataque por el centro, un lateral que se descuelga para apoyar, Javier El Conejo Saviola que se?ala el primer desmarque, un volante que se muestra para recibir, El Conejo que se?ala un segundo desmarque, el lateral que recoge y devuelve, El Conejo que levanta el hocico y se?ala el tercero.
De pronto aparece El Payaso por el Callej¨®n del 10, la yugular de la cancha, el lugar por donde mataban como nadie Rivelino y Gerson. Sin perder un instante, el¨¦ctrico y liviano, pide, recibe y controla. Aparentemente no ha hecho ning¨²n esfuerzo para interpretar la situaci¨®n. Como siempre ha reducido la primera parte del problema a un toque de freno con el empeine. Ha sido uno de esos movimientos, tan naturales como un parpadeo, que s¨®lo pueden ejecutar aquellos en quienes la intuici¨®n coincide con el sentido com¨²n.
Un segundo despu¨¦s el futuro de la jugada, del partido y del campeonato han cambiado radicalmente.
Porque con un solo vistazo Pablo ha trazado un mapa de situaci¨®n, ha reconocido uno por uno a todos sus amigos y ha interpretado todas las claves del despliegue. Ha visto al lateral que escapa, al volante que apoya, al central que llega, al interior que se ofrece. Sin embargo, al margen de las apariencias ¨¦l tiene otros planes.
De pronto da un toque seco y deja un bal¨®n muerto en el vac¨ªo. ?En el vac¨ªo? No: en el lugar exacto que El Conejo Saviola hab¨ªa elegido secretamente para cerrar la jugada. Luego suenan un taponazo y un rugido, y el prodigio se consuma: el aire se carga bajo el rumor de los flashes, alguien invoca el esp¨ªritu de Beto Alonso, el Estadio Monumental se funde en una llamarada, cambia el curso del R¨ªo de la Plata, vuelve Gardel, las barras cantan Payaso, qu¨¦ grande sos.
Aunque le reconozcamos por su destellos, El Payaso no es un artista ocasional, sino un geniecillo con motor y repertorio. Sus recursos son la expresi¨®n de un fino instinto de guerrillero; unidos por un tenue fluido estrat¨¦gico tienen el encanto de la sorpresa. Sabemos que a veces elige la l¨ªnea recta, que a veces se burla de su propia sombra y que a veces toma un atajo, pero siempre sale por la boca de gol.
La Liga espa?ola se honra en recibir a una de las lumbreras del f¨²tbol mundial.
Prepara la pirotecnia, Mestalla.
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