?Espa?a en el Primer Mundo?
Mientras escribo estas l¨ªneas no he logrado conectarme m¨¢s de un minuto seguido a Internet sin que s¨²bitamente me desconecte el servidor seguido del escueto mensaje: 'El servidor de acceso telef¨®nico a redes no responde'. Da lo mismo que cambie de proveedor, el mensaje aparece siempre y, con ¨¦l, su correspondiente carga monetaria en la factura telef¨®nica. Al menos hoy mi m¨®dem ha podido realizar el amago de conectarse, ya que desde el pasado 1 de enero, fecha en la que mi l¨ªnea dej¨® de funcionar, no he podido utilizar siquiera el tel¨¦fono. En este caso, despu¨¦s de ocho d¨ªas, y tras realizar m¨¢s de doce llamadas al servicio de aver¨ªas, se ha presentado en mi casa un individuo, sin uniforme ni distintivo alguno que permitiera identificarle, y ha procedido a la reparaci¨®n afirmando, con sorna: 'Desde que Telef¨®nica trabaja por contratas, el servicio de reparaciones va fatal'.
Veo una promoci¨®n de servicios de televisi¨®n e Internet que ofrece una nueva compa?¨ªa y, movido por la curiosidad, decido darme de alta. Dos meses despu¨¦s sigo esperando su instalaci¨®n en mi hogar. Eso s¨ª, recibo durante este periodo una carta solicit¨¢ndoseme paciencia: 'Todo el mundo quiere Quiero', reza en el eslogan del producto, lo que en nuestro caso se traduce a esperar, debido a la flagrante incapacidad de esta empresa para hacer una simple previsi¨®n de la demanda.
Log¨ªsticamente, tampoco estamos mal dotados. Compro por tel¨¦fono un art¨ªculo y lo recibo un mes y medio despu¨¦s.
Podr¨ªa pensarse que mi caso es excepcional, pero el monto de an¨¦cdotas similares a las m¨ªas que acumulo diariamente, por boca de mis familiares y amigos, me inclina a pensar que tal vez nuestro pa¨ªs est¨¦ desaprovechando una ocasi¨®n ¨²nica para subir al tren de la modernizaci¨®n, como ya sucediera en el periodo de expansi¨®n del industrialismo. Ahora, como entonces, las instituciones p¨²blicas y privadas espa?olas tienen ante s¨ª el reto de adaptar r¨¢pidamente sus procesos de producci¨®n y distribuci¨®n a las exigencias del nuevo modelo econ¨®mico. Sin embargo, la materia prima sobre la que se sustentan ahora estos procesos, una comunicaci¨®n e informaci¨®n eficaces, sobre la base de unas infraestructuras solventes y una administraci¨®n racional de los recursos, parece escasear. De nuevo Espa?a quiere, pero no puede.
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