Paraguas
Seg¨²n Aznar, toca cerrar el paraguas y plantar cara al chaparr¨®n. Semejante ocurrencia es un fil¨®n para caricaturistas y psicoanalistas, que pueden sacarle mucha punta al inconsciente de Aznar. Pues cuando un paraguas se cierra se convierte en un bast¨®n, con el que repartir palos en vez de zanahorias. Esto revela que nuestro presidente ha terminado por reconocer la evidencia del cambio clim¨¢tico. Y con uno de sus extra?os silogismos ha deducido que cuando llueven calamidades es hora de que pinten bastos. Por eso ha tocado a rebato, llamando a sus huestes para que cierren bien prietas las filas, en santa cruzada contra los sindicatos y la independencia de la justicia. Podr¨¢ parecer chusco, pero maldita la gracia que tiene el chiste.
Es indudable que la crisis presente supone algo m¨¢s que un cambio de coyuntura. Para algunos se ha iniciado un cambio de ciclo, quiz¨¢ inducido por el vendaval recesivo procedente de la econom¨ªa norteamericana, que siempre termina por afectar al escenario europeo. Yo no estar¨ªa seguro de esto, pues a este lado del Atl¨¢ntico somos mucho menos el¨¢sticos, y las inflexiones estadounidenses se nos transmiten con un par de a?os de retraso. Sobre todo en la Espa?a carente de reflejos, que se deja llevar por su propia inercia. Por eso la recesi¨®n anterior, que se origin¨® en EE UU en el 90-91 (determinando la ca¨ªda del primer Bush), aqu¨ª s¨®lo estall¨® en el 92-93, iniciando la ca¨ªda de Gonz¨¢lez. De modo que ahora, cuando el ascenso del segundo Bush ha precipitado el tard¨ªo estallido de una recesi¨®n ya larvada, cabe imaginar que su impacto s¨®lo nos alcanzar¨¢ en las pr¨®ximas elecciones.
As¨ª que no estamos ante un cambio de ciclo pol¨ªtico, pues eso s¨®lo lo determinar¨¢n los electores (seg¨²n he argumentado en el n¨²mero 107 de la revista Claves), sino ante un cambio de clima pol¨ªtico, lo que no es poco, y de ah¨ª la pertinencia del metaf¨®rico paraguas. Quiero decir que, hasta ahora, lo ¨²nico que ha cambiado es el clima de opini¨®n, donde podr¨ªa estar d¨¢ndose un vuelco de las expectativas, por mucho que las encuestas publicadas por el CIS (ahora dirigido por un hermano del ministro de Hacienda) no lo hayan manifestado hasta el momento. Y el clima de opini¨®n es esencial: tanto para la nueva econom¨ªa como para la nueva pol¨ªtica (democracia 'de audiencia' la ha llamado Bernard Manin), fundadas ambas en el cr¨¦dito y la confianza que merecen ante el consumidor y el elector, que son los soberanos.
Pues bien, el cr¨¦dito de la econom¨ªa virtual se est¨¢ evaporando, una vez difuminada la fiebre del oro digital que la anim¨®. Y el cr¨¦dito de la pol¨ªtica de Aznar tambi¨¦n parece desvanecerse, ahogado en un mar de dudas, incertidumbres, escepticismos y desconfianzas. De poco sirve ahora el paraguas medi¨¢tico que cubre las espaldas del Gobierno, pues, como demuestran los p¨¢nicos financieros, el miedo es libre y muy contagioso. Por eso, cuando las cosas van mal, el p¨²blico escarmentado siempre las interpreta en sentido contrario a la propaganda oficial. Pero el Gobierno est¨¢ ciego y no lo percibe, pues como controla la mayor¨ªa de la prensa esperando manipular al electorado, carece de canales para escuchar los cambios de la opini¨®n. Y en su lugar s¨®lo atiende a sus or¨¢culos adictos, perdiendo el sentido de la realidad.
Y para plantarle la cara al chaparr¨®n, se dir¨ªa que Aznar est¨¢ cayendo en el s¨ªndrome de Fujimori, tratando por todos los medios de acumular m¨¢s poder para someter a los tibios y acallar a los disidentes, invent¨¢ndose imaginarios conflictos externos que le garanticen la cohesi¨®n de su base de poder. Ahora, no contento con perseguir a los nacionalistas y atropellar a los inmigrantes, pretende romper el di¨¢logo social y anular la independencia del poder judicial. Sendero ¨¦ste que s¨®lo conduce a la autocracia, si unifica bajo sus ¨®rdenes a los cuatro poderes del Estado: los dos pol¨ªticos de nuestro sistema presidencialista y los otros dos de control, medi¨¢tico y jurisdiccional. Y esto dar¨ªa una nueva vuelta de tuerca al modelo de democracia instaurado en la transici¨®n, ya de por s¨ª proclive a la concentraci¨®n plebiscitaria del poder.
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