Un sorbo de alivio
Sentir es crear. Actuar es s¨®lo destruir (Fernando Pessoa)
Tampoco a escala mundial parece que el arranque del milenio nos est¨¦ deparando buenas noticias para el derredor. Recordemos que en estos d¨ªas se han revisado al alza las previsiones del cambio clim¨¢tico. Todav¨ªa m¨¢s espectacular es que se haya llegado a restricciones de energ¨ªa nada menos que en California, cuando los ecologistas de all¨ª, m¨¢s numerosos, por cierto, que en parte alguna del planeta, recomendaban desde hace tres decenios otras pol¨ªticas energ¨¦ticas.
Contin¨²a, en este siglo, la m¨¢s desaforada deforestaci¨®n y tenemos marea negra nada menos que en el archipi¨¦lago de las islas Gal¨¢pagos. Juegos de ni?os comparados con el hecho de que George Bush asumi¨® ya el papel de liquidador de las pocas sensateces ambientales organizadas por su predecesor.
Por esta esquina del planeta que llamamos Espa?a, resulta que los socialistas se acuerdan de que existe el medio ambiente como forma de oposici¨®n. Recalcan los notables olvidos desde que contamos con un ministerio, pero m¨¢s a¨²n cuando se colapsa un entero sector productivo y nadie sabe todav¨ªa lo que sucede cuando los animales salvajes comen vacas locas o qu¨¦ tipo de humos se libera cuando se procede a la incineraci¨®n de sus cuerpos.
Cierto es que casi siempre, el libro de la pol¨ªtica al uso s¨®lo cuenta con el t¨ªtulo y un n¨²mero variable de p¨¢ginas en blanco, o de atropelladas e ilegibles ret¨®ricas. Pero, a veces, encontramos unos p¨¢rrafos que se entienden. Es, sobre todo, cuando por una vez fiel a sus promesas, la acci¨®n p¨²blica se corresponde con los prop¨®sitos de la vida, es decir, estabilidad y duraci¨®n y no a seguir incrementando el poder de lo destructivo.
Que la no acci¨®n carezca del prestigio que se merece es sin duda uno de los puntos ciegos tanto de nuestra cultura como de nuestra m¨¢s ¨ªntima arquitectura tan cuajada de sentimientos n¨¢ufragos. Sobre todo porque no llegamos a aceptar que dejar que lo otro vaya siendo significa dar todas las oportunidades que se merece a los ritmos de lo espont¨¢neo. Esos que casi siempre son sustentadores, creativos, arm¨®nicos y con incesantes ansias de futuro.
Cabe, sin embargo, aprovechar las m¨²ltiples se?ales de alarma del presente para reconducir las tendencias y como m¨ªnimo ensayar otras formas de proceder. De ah¨ª nace el denominado desarrollo sostenible que, si bien parte de la evidencia de que resulta por completo imposible crecer ilimitadamente y m¨¢s a grandes saltos, en realidad lo que intenta es que los recursos, el territorio y la utilizaci¨®n de ambos se correspondan entre s¨ª. ?nica forma de que todos ellos duren.
La buena noticia, el aliviador sorbo de esperanza que nos ha tra¨ªdo esta ara?ada actualidad es que el Gobierno de Canarias, finalmente, ha iniciado su particular apuesta por un modelo de crecimiento econ¨®mico no abocado a la cat¨¢strofe como el exclusiva y excesivamente tur¨ªstico. Seg¨²n un reciente decreto, la capacidad de acogida del archipi¨¦lago debe ser fijada de acuerdo con las posibilidades ambientales de las islas y en equilibrio con los otros sectores econ¨®micos.
Y m¨¢s importante todav¨ªa: se insta a que debe ser precisamente la industria que amenaz¨® la integridad de las islas el principal aliado del desarrollo sostenible. La moratoria para la edificaci¨®n que lleva impl¨ªcita esta iniciativa legislativa adquiere un especial relieve en estos momentos en que ha quedado tan patente la insostenibilidad de casi todos los otros sectores productivos de nuestra econom¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.