Sharon y el fracaso de Barak
Las elecciones a primer ministro celebradas en Israel el martes y ganadas con 25 puntos de diferencia por Ariel Sharon frente a Ehud Barak han puesto sobre todo de manifiesto el modo en que Barak ha agotado en un a?o y medio el enorme caudal de confianza del que dispon¨ªa desde su arrollador triunfo electoral en 1999 y c¨®mo Sharon ha sido el principal beneficiario de este fracaso, si bien su triunfo no se ha caracterizado por el entusiasmo hacia su persona. Es m¨¢s, tanto a uno como a otro les han votado realmente muy pocos, porque el voto a Sharon ha sido sobre todo un voto negativo contra Barak, y el voto a Barak ha sido en muy buena medida un voto ¨²til para evitar a Sharon.
De un lado, Barak no ha logrado comunicar carism¨¢ticamente con la poblaci¨®n, ni incluso a veces con sus propios ministros, a los cuales ha instrumentalizado y desconcertado a fin de evitar cualquier competencia con ¨¦l. De ah¨ª que haya que hablar m¨¢s del fracaso de Barak que del Partido Laborista. Su pol¨ªtica err¨¢tica entre la reforma laica prometida a la izquierda y las concesiones a los partidos fundamentalistas jud¨ªos lo ¨²nico que ha logrado es no contentar a nadie y acabar perdiendo la coalici¨®n de gobierno que le ha llevado a las elecciones actuales.
Por otro lado, su abandono y desprecio hacia los ¨¢rabes israel¨ªes le ha valido que por primera vez un electorado fiel del laborismo israel¨ª le haya castigado monol¨ªticamente con el boicot y el voto en blanco, lo que, unido al descontento de una parte de la izquierda que ha optado por el voto de castigo en vez del voto ¨²til, ha supuesto una causa importante de su derrota actual. La denominada comunidad ¨¢rabe israel¨ª ha decidido revalorizar en negativo su 13% de peso electoral (que, por otro lado, nunca se ha visto compensado con alguna invitaci¨®n a participar en las coaliciones de gobierno) lanzando un doble mensaje: que Barak no ha cumplido ninguna de las promesas electorales hechas en 1999 de mejora de su situaci¨®n (cuando no s¨®lo constituye el sector m¨¢s pobre de la poblaci¨®n israel¨ª, sino que tambi¨¦n es el que m¨¢s r¨¢pidamente se sigue deteriorando por la total ausencia de oportunidades laborales y su escaso desarrollo educativo fruto de la discriminaci¨®n que padecen, seg¨²n muestra el informe anual sobre la pobreza del National Insurance Institute de Israel) y su indignaci¨®n por los trece muertos que caus¨® la polic¨ªa israel¨ª en octubre pasado cuando se manifestaron en contra de lo ocurrido en la Explanada de las Mezquitas. Ninguna explicaci¨®n ni disculpas por tales muertes han escuchado estos isreal¨ªes de origen palestino hasta que Barak vio que se quedaba sin el utilitarista voto de su comunidad. Pero, en esa ocasi¨®n, ya era demasiado tarde.
Con respecto a las negociaciones con los palestinos, hay que tener en cuenta que la elecci¨®n de Sharon es el resultado del fracaso del proceso de paz y no la causa. Lamentablemente, Barak ha generado en ambos lados, palestino e israel¨ª, la sensaci¨®n de que la paz no es posible, como ponen de manifiesto la Intifada palestina y el triunfo de Ariel Sharon. Desde 1993 las encuestas de opini¨®n israel¨ªes manten¨ªan una media del 60% de apoyo al principio de 'paz por territorios', incluyendo el desmantelamiento de colonias, y en 1999 ese mismo porcentaje de israel¨ªes apoyaba el desmantelamiento de todas las colonias del Gol¨¢n. En la actualidad, el apoyo a la paz a cambio de concesiones no supera en ning¨²n caso el 30%. En buena medida, Barak, en vez de preparar a la sociedad israel¨ª de cara a los 'sacrificios' que tendr¨ªa que hacer para lograr una paz definitiva (porque la gran mayor¨ªa de los israel¨ªes, consciente o inconscientemente, no piensan la paz sino como sumisi¨®n de los palestinos), ha creado insistentemente la ficci¨®n en el seno de la sociedad israel¨ª de que 'Israel lo ofrece generosamente todo y los palestinos lo rechazan', generando la convicci¨®n en su propia sociedad de que la paz con el mundo ¨¢rabe es imposible. En realidad, el m¨¦todo de Barak ha sido lanzar como posible una propuesta ambiciosa aunque tan ambigua que luego no se ha concretado en fechas, mapas, identificaci¨®n de asentamientos por anexionar o evacuar... y cuando los palestinos han pedido claridad y detalle como condici¨®n para aceptar lo propuesto se ha presentado como intransigencia y se ha interrumpido la negociaci¨®n. Asimismo, la representaci¨®n diaria en los medios de comunicaci¨®n israel¨ªes de Arafat como culpable de romper todo posible acuerdo olvidaba mencionar que, mientras Barak hablaba de paz, no se aplicaban las retiradas acordadas anteriormente, se ampliaban las colonias jud¨ªas en Cisjordania, se constru¨ªan carreteras para colonos que aislaban el territorio palestino, se demol¨ªan casas palestinas, se destrozaban los campos de olivos (principal fuente agr¨ªcola palestina) y se respond¨ªa al levantamiento palestino disparando a matar contra los manifestantes, bombardeando, ahogando econ¨®micamente a la poblaci¨®n, asesinando a los l¨ªderes de la Intifada...
De ah¨ª que, aunque el liderazgo de la Autoridad Palestina haya pedido el voto para Barak, el sentir mayoritario palestino sea que lo mismo les da Barak que Sharon. Sin duda ¨¦ste tiene una terrible imagen por su relaci¨®n con las matanzas palestinas de Qibya en 1953 y de Sabra y Chatila en 1982, pero, hartos y frustrados, consideran que ninguno llegar¨ªa a ofrecerles una paz digna y respetuosa, e incluso que Sharon puede ser tanto o m¨¢s peligroso para Israel que para ellos.
La cuesti¨®n est¨¢ en que la radical gesti¨®n israel¨ª de la Intifada (que ha engendrado m¨¢s rabia, m¨¢s concienciaci¨®n pol¨ªtica, mayor organizaci¨®n del levantamiento y un debilitamiento del liderazgo pol¨ªtico de la Autoridad Palestina) ha acabado convirti¨¦ndose en un arma contra el candidato Barak. La llamada a votar a Barak por parte de la Autoridad Palestina no ha hecho mella en la comunidad ¨¢rabe israel¨ª, y, por otro lado, parte de la sociedad israel¨ª se ha replegado ante la nueva experiencia de violencia y ha buscado la protecci¨®n del patriarca, el militar, el que siempre ha pregonado la necesidad de mantener a los ¨¢rabes a raya. Es decir, se vuelve a un escenario, que se cre¨ªa superado, en el que los rumores de guerra, aunque no tengan ninguna solidez, han revuelto los sentimientos israel¨ªes.
Una paz definitiva exige un Estado palestino digno, y eso Sharon no va a aceptarlo, a tenor de su intransigencia con respecto a todas las cuestiones pendientes y dada la falta de preparaci¨®n de la sociedad israel¨ª para entender lo que es hacer la paz con un vecino al que tiene que aceptar y no subyugar. Pero la situaci¨®n actual muestra que los palestinos no van a conformarse tampoco, y la Intifada no tiene visos de atenuarse. No obstante, el desencadenamiento de una guerra ¨¢rabe-israel¨ª no es un escenario hoy d¨ªa posible, dado que Egipto, pa¨ªs clave en este sentido, tiene una indisoluble relaci¨®n de dependencia con Estados Unidos, Irak est¨¢ convertido en un Estado 'paria' y Jordania quedar¨ªa sometida a una indeseable situaci¨®n interna al menos tan dif¨ªcil como la que sufri¨® en la guerra del Golfo. Por su parte, Siria, que siempre ha mostrado una gran habilidad pol¨ªtica en sus relaciones con Israel, utilizar¨ªa otros instrumentos m¨¢s eficaces que el de un cara a cara b¨¦lico de imposible victoria militar.
Desde luego, el escenario de un estrecho Gobierno del Likud con los partidos fundamentalistas y los rusos como grupo central (entre quienes se cuentan l¨ªderes como Avigdor Lieberman y Rehavam Ze'evi, partidarios de bombardear pa¨ªses musulmanes, de cortar el agua y la electricidad a los palestinos o de quitar el voto a los ¨¢rabes israel¨ªes) no augura nada bueno. Si Sharon lograse constituir un Gobierno de unidad nacional (lo que no es f¨¢cil dado que el Partido Laborista debe sumergirse en la identificaci¨®n de un nuevo l¨ªder y en vencer en la siguiente y definitiva etapa de las elecciones legislativas, previstas para la primavera del 2003), la situaci¨®n ser¨ªa m¨¢s bien la de un periodo transitorio de statu quo hasta los pr¨®ximos comicios con una perniciosa guerra de desgaste con los palestinos. En definitiva, ninguna alternativa apunta hacia la paz.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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