La Junta cierra la compra de la finca donde vivi¨® sus ¨²ltimas horas Garc¨ªa Lorca

La Junta de Andaluc¨ªa, tras m¨¢s de dos a?os de complejas negociaciones, cerr¨® ayer la compra de la finca donde estaba La Colonia, un edificio destinado a residencia veraniega en el municipio granadino de V¨ªznar que, durante la guerra civil, se convirti¨® en la c¨¢rcel donde pernoctaban todos los desafectos al bando franquista antes de ser fusilados. La noche del 18 de agosto de 1936 estuvo all¨ª confinado y pas¨® sus ¨²ltimas horas el poeta Federico Garc¨ªa Lorca.

Las Consejer¨ªas de Cultura y Medio Ambiente pagar¨¢n a los due?os de la finca 22 millones de pesetas, una cifra muy inferior a los cien millones iniciales. La Junta de Andaluc¨ªa expuso su intenci¨®n de recurrir a la expropiaci¨®n en caso de que los due?os no aceptaran un acuerdo razonable. En el largo proceso han colaborado personas como el hispanista y bi¨®grafo de Lorca Ian Gibson.

Cultura tiene intenci¨®n de adecentar toda la finca, que se extiende hasta la curva cerrada del Barranco de V¨ªznar en donde reposan, en distintas fosas comunes, varios miles de represaliados por el bando nacional. Al mismo tiempo, Cultura declarar¨¢ toda la zona como sitio de inter¨¦s hist¨®rico (v¨¦ase El Pa¨ªs de Andaluc¨ªa del 31 de enero pasado).

Restos de cimientos

El edificio de La Colonia fue derribado, como otros tantos lugares vinculados a la memoria de Garc¨ªa Lorca, a comienzos de los a?os ochenta, aunque a¨²n son visibles algunos restos de los cimientos. Con la declaraci¨®n de sitio hist¨®rico, Cultura tambi¨¦n quiere preservar de construcciones incontroladas este espacio donde perdieron la vida varios miles de personas. La consejera Carmen Calvo visitar¨¢ este mediod¨ªa las inmediaciones del cortijo de La Colonia o Las Pasaderas.

Ian Gibson, en su biograf¨ªa sobre Garc¨ªa Lorca, recoge el testimonio de algunas personas que conocieron La Colonia en los d¨ªas aciagos posteriores al 18 de julio de 1936. La c¨¢rcel, sostienen los testigos, fue establecida en la planta baja del edificio. En el piso alto resid¨ªan varios soldados y unos pocos guardias de asalto afines a la Rep¨²blica que fueron forzados a participar en las ejecuciones. Los verdugos franquistas formaban parte de una banda denominada Escuadra Negra que dispon¨ªa de carta blanca otorgada por el entonces gobernador civil de Granada, el comandante Vald¨¦s, para participar en todas las tropel¨ªas sangrientas que se les antojara.

Uno de aquellos guardias de asalto, Jos¨¦ Jover Tripaldi, era el encargado de informar a los presos de su muerte inminente. Jover estaba de guardia la noche que lleg¨® Garc¨ªa Lorca y, seg¨²n su testimonio, el poeta, al conocer su fin inmediato, quiso confesarse y, ante la imposibilidad de encontrar un sacerdote, pidi¨® ayuda al guardia para que rezase con ¨¦l una oraci¨®n.