Los obispos y la p¨ªldora anticonceptiva
He le¨ªdo con indignaci¨®n en EL PA?S, el pasado mi¨¦rcoles 31 de enero, las declaraciones del obispo de Segorbe-Castell¨®n, Juan Antonio Reig, presidente de la Subcomisi¨®n de la Familia y la Vida en la Conferencia Episcopal Espa?ola, acerca de la p¨ªldora anticonceptiva y las monjas misioneras.
Para miles de mujeres cat¨®licas como yo, madres de familia, que utilizamos anticonceptivos desde hace a?os y que sabemos que el uso de los anticonceptivos est¨¢ ¨ªntimamente ligado a muchas posibilidades de promoci¨®n social y laboral de las mujeres; que mejoran nuestra salud, nuestra calidad de vida; que nos permiten controlar nuestra capacidad reproductora sin que los constantes embarazos nos debiliten y condicionen, y que nos ayudan a vivir con mayor autonom¨ªa y menos dependencias, comprobar que todo esto a nuestros obispos les importa un r¨¢bano; que nuestra vida, salud, posibilidades de promoci¨®n, etc¨¦tera, les trae al pairo, pero que s¨ª les preocupa mucho 'el buen nombre de las monjas', no vaya a ser que un embarazo inoportuno desacredite a una gran instituci¨®n de la Iglesia, me escandaliza en lo m¨¢s profundo de mi sensibilidad.
Es sorprendente el cinismo de nuestros obispos que acuden a las conferencias internacionales sobre la mujer, obstaculizan los necesarios avances en salud sexual y derechos reproductivos, y luego, cuando a ellos les afecta el tema, 'donde dicen digo...' y hacen lo que les parece bien, incluso en contra de sus propias afirmaciones.
Se?ores obispos: las mujeres estamos hartas de su injerencia en nuestras vidas; somos adultas, capaces de tomar decisiones morales responsablemente, especialmente en temas que tienen que ver con nuestra salud, nuestra familia, nuestras vidas y las de nuestros hijos. A ver cu¨¢ndo reconocen p¨²blicamente estos derechos y se dejan de complicadas ret¨®ricas para justificar lo que les conviene. El caso de las monjas no es muy distinto del caso de otras mujeres en situaci¨®n de guerra a las que ustedes niegan los anticonceptivos de emergencia, ni el de otras mujeres que, sin estar en esas situaciones de riesgo de sus vidas, usan anticonceptivos para mejorar su calidad de vida.
No es de extra?ar que diciendo esas insensateces muchos colectivos de mujeres a nivel internacional y gentes a nivel particular, pol¨ªticos y parlamentarios tambi¨¦n, est¨¦n pidiendo que se revise el status del Vaticano en Naciones Unidas, porque su status de privilegio perjudica a la vida y a la salud de las mujeres.-
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